Prólogo

      —Pasajeros del vuelo 311, con destino a España. El avión despegara en 10 minutos favor de abordar. 
     —¡Mierda, no voy a llegar! 
     —¡Ese vocabulario Arely!—dijo mi madre mientras corría al lado mio—¿Llevas todas tus cosas?¿No olvidaste nada? 
     —Sí mamá—respondí agitada mientras corría y tiraba de mi mochila para evitar que se me cayera—llevo todo. 

 Solo diez lugares para subir al avión era lo único que me faltaba para comenzar a cumplir mi propósito. Fue un duro año y medio lleno de trabajos, tareas, estrés, desvelos y convirtiendo aproximadamente el 35% de mi sangre en café para lograr entrar en el programa de intercambio universitario a España. 

     —Quiero que te portes bien—dijo mamá con ojos llorosos—que comas bien, no quiero que estés hasta tarde desvelándote o peor, con chamacos haciendo sus cochinadas. 
    —¡Ma…!—la voz se me escapaba, intentaba aguantar las ganas de llorar—me cuidaré bien. Confía en mí. 

 Dejar a mi madre sería lo más duro de todo, sus ojitos llorosos al verme alejar estaban a punto de convencerme para quedarme pero su última sonrisa que reflejaba felicidad y orgullo me dieron las agallas para continuar, debía cumplir mi meta. 

     —Señorita, su boleto por favor— dijo la abordadora con una sonrisa que reflejaba años de experiencia fingiendo—tenga un buen viaje. 
    —Debo irme. 
    —Te quiero mucho hija. 
    —Y yo a ti mamá. 

 Aquí comienza lo que será medio año bastante largo.