2016 CIUDAD DE LUXOR (TEBAS), EGIPTO
Era la madrugada del segundo día en el apartamento, llegué a la ciudad de Tebas debido a que mi papá es el líder de un grupo de expedición en busca de grandes descubrimientos por todo Egipto, aunque la ciudad tenga por nombre Luxor me gusta más llamarla como se hacía antiguamente, vine desde Alejandría, ciudad situada al Norte, acompañado de Hadoc, un miembro del equipo que me recogió de la casa de mis abuelos en donde pasaba la temporada con mamá mientras papá iba de expedición, sin embargo esta vez él quería que fuera para conocer más acerca de la historia antigua.
Soy como un aficionado, he leído muchísimo sobre diversas mitologías de distintas culturas pero ninguna posee más misterio y fascinación que las leyendas egipcias, diría lo mismo que todos los que han visitado Egipto para explorar y conocer su cultura: «Te atrapa» y vaya que si lo hace, lo que me extraña es que papá me pidiera ir en medio de la temporada.» El piso era confortable: un baño de buen tamaño, una especie de «mini-sala» con una pequeña cocina después, contaba con dos habitaciones con el espacio suficiente para dos pero papá le dió su habitación a Hadoc y optó por dormir en el sofá.
Nuestro primer día no tiene nada destacable salvo cuando hablamos sobre la misma ciudad de Alejandría, dicho nombre se debe a que Alejandro Magno fue quien fundó la ciudad y esta es en mi opinión de las más importantes o la más importante a nivel cultural de su Imperio desde Grecia, hasta el valle del Indo por el Este y hasta Egipto por el Oeste. Hadoc me contaba durante el viaje sobre la antigua Biblioteca de Alejandría y mientras más lo escuchaba, más me fascinaba y honestamente me hacía desear haberla visitado...Y eso que hablo de más de dos mil años atrás, específicamente a partir del siglo III a.C. cuando formaba parte de una institución conocida como Museion, dedicada a las musas, las nueve diosas de las artes, la biblioteca tenía el propósito de organizar el saber y poseía conocimientos de las copias de los libros de todo el mundo, sobre medicina, retórica, legislación y miscelánea entre muchos otros, se comentan antiguas obras ya perdidas y sus autores que con las mismas nos brindaron buena parte del conocimiento actual por muy increíble que suene, existían un estimado de 700.000 volúmenes en papiros, tablillas o rollos, se opina que sería lo equivalente a 12.500 libros actuales.» Tenía invernaderos y hasta un zoológico para el estudio de animales, también allí estudiaron genios y algunas de sus obras permanecen hasta la actualidad como la «Geometría», escrita por Euclides, al igual que nacieron nuevas disciplinas como la Trigonometría o la Gramática y muchos avances en la Astronomía. Tuvo ilustres visitantes e incluso sabios iban a estudiar a la gran Biblioteca como Claudio Ptolomeo, Arquímedes y el poeta Calímaco; se registraron muchos descubrimientos que cambiaron el mundo occidental y se habían preservado miles de manuscritos pero ocurrió de los mayores desastres culturales de la historia...La completa destrucción de la biblioteca en un incendio en la que se ven tres involucrados: Julio Cesar, Teófilo de Alejandría y el Califa Omar de Damasco. Teófilo fue quien quemó varios templos paganos en Alejandría defendiendo el cristianismo, los pergaminos fueron quemados o saqueados pero algunos sobrevivieron y nos obsequiaron conocimientos muy valiosos...¡¡¡Me hubiera encantado visitarla en todo su esplendor!!!
Mientras me perdía en mis pensamientos dieron las 6 a. m. y mi hilo de imágenes en la cabeza se fueron en cuanto los rayos del sol iluminaron el color beige de la pared a un vivo color amarillo, en eso me encontraba sentado en mi cama pero ya era casi hora de partir asi que me levanté para estirarme y me puse una franela blanca, sentí el aire frío en mi cara pero a la vez quería prepararme para el calor de la zona de excavación. Luego de unos diez minutos los tres estábamos en la sala, listos para partir a encontrarnos con el resto del equipo.
—¿Todo listo, John? — Preguntó papá.
Papá es alguien alto y corpulento por el oficio, con una barba corta pero gruesa sin ninguna cana aparente ni en la barba ni en el cabello, acostumbraba usar un sombrero marrón y una camisa abierta beige con su franela también blanca debajo, pantalones comunes y botas pesadas marrones. Hadoc coincide en el uso de botas pero negras, delgado pero fuerte y un poco más bajo con solo una franela negra y pantalones grises, tiene una curiosa marca de al parecer una cicatriz por la mandíbula mas no por su aspecto es alguien antipático, debe ser de la edad de papá solo que él no se deja crecer la barba y todavía no sé quién es más viejo...o como ellos dicen: «Más antiguo».
—Todo listo —Respondí —. ¿Adónde vamos para la expedición?
—Vamos a las afueras de Tebas, específicamente al suroeste a unos kilómetros del desierto oriental. —Respondió Hadoc.
—Eso es correcto, ahora...¡Vamos! —Concluyó papá.
Tras bajar varias escaleras desde el décimo piso salimos del lugar para después subir a una camioneta todoterreno de dos puertas, ellos delante y yo con todo el asiento trasero para mí que aprovecharía para observar todo el trayecto hasta la zona de excavación. El camino pasó de ser asfalto a tierra y grava al cabo de varios minutos, durante el viaje me contaban anécdotas de lo que han encontrado en lo que va de temporada, restos de vasijas, lo que parecía ser un mango de alguna arma o herramienta, y hasta unos anteojos de un miembro del equipo que «había desaparecido», pero conociendo algunas bromas que me contaba papá cuando volvía a la casa, no me sorprendería sí eso fuera una broma que salió mal.
Al transcurrir unas horas llegamos al campamento, un conjunto de carpas de tela resistente blanca suficientemente grandes para muchas personas, la tierra era extensa pero a lo lejos podíamos ver colinas bastante notables y montañas más un viento muy refrescante en contraste con el sol, al bajarnos del vehículo me puse un sombrero gris que encontré detrás de los asientos, nos dirigimos hacia la carpa más grande y pasamos por una abertura que vendría siendo la entrada, y al entrar pude ver mesas de trabajo rectangulares con cajas llenas de herramientas e incluso unas tablillas o...como un trozo de pared, sea lo que sea fue tapado con una manta marrón, en eso vi alguien bajo con bigote grueso y algo subido de peso con una cara amigable, su franelilla y sus pantalones con tierra mostraban un arduo trabajo.
—¡Sr. Gates, Hadoc! ¡Bienvenidos devuelta! — Dijo el hombre.
—Un gusto volverte a ver, Arturo, él es mi hijo, John — Puso su mano en mi hombro aunque fuéramos del mismo tamaño —. Está aquí para ayudarnos.
Al caer la noche había conocido a los 16 miembros del equipo, «son pocos pero más eficaces que cientos de hombres» dijo papá, eran las 11 p. m. y nos divertíamos con historias de sus temporadas anteriores, estábamos sentados en sillas plásticas formando un círculo.
—Quisiera contarle al joven Gates sobre el motivo de nuestra expedición, ya sabe que quiero decir, Sr. Gates. — Comentó Akil, el más antiguo del equipo, el egipcio de nacimiento, con pantalones y botas como el resto de nosotros pero él usaba chaqueta gris a pesar del calor que parece no afectarle.
—Creo que es buen momento, Akil. John, presta mucha atención...— Me dijo papá—. Esta es la razón por la que pedí que vinieras, no quería que te lo perdieras...
—¿Perderme...qué? — Pregunté, sin entender.
—Para saberlo, debes conocerlos. —Me explicó Akil, pero eso no me ayudó.
—Eh...¿A quiénes...? —Seguía preguntando.
—A los que salvaron Egipto — Continuó Akil —. Y seguramente al mundo de un eclipse que pudo acabar todo lo que conoció la humanidad hace más de mil años a.C. y nos dió lecciones y una gran búsqueda más allá de todo lo que pueden considerar importante...esta es la leyenda...de Aziza...y Bakaris...
Me incliné a escuchar atentamente, pero no sabía que iba a escuchar la mejor leyenda egipcia de mi vida.