AURORA
Aurora terminó de poner su diadema, tomo su mochila y bajo por las escaleras en espiral hacia el comedor. Suspiró al encontrar el comedor vacío, llamo a una empleada.
-¿Y mi familia?-preguntó en cuanto la empelada legó con su desayuno.
-Se fueron con el señorito Colt.
Aurora suspiró y puso los ojos en blanco, sabía que esto pasaría.
Mientras salía de casa hacia su auto, su mente vagaba por sus recuerdas. De chica recordaba siempre decir que su recuerdo favorito era un chica de cara angelical, pelirrojo y unos profundos ojos miel. Y las alas, aquellas alas de color gris, con pequeñas manchas blancas. Tan grandes. Tan increíbles.
Pero no era un recuerdo-pensó Aurora mientras subía a su auto-no tiene sentido.
Lo que Aurora no sabía era que un recuerdo se quedó con ella por error. Un recuerdo que debió ser borrado, pero se aferró a ella, se aferró a aquel amor tan precioso, tan único, tan frágil y rompible.
Era Colt, era cuando él era un ángel del tercer cielo. Era Isaac.
Era aquel amor entre dos razas prohibido. Era aquel amor que sacudió a los siete cielos.
COLT
Colt miraba con atención una estatua de un ángel. Pasó sus dedos por la superficie rocosa de sus alas, totalmente fascinado con los ojos tallados con esfuerzo y precisión en cada una de las plumas.
-Encantador, ¿verdad?-dijo una voz masculina detrás de él.
Colt confuso, se dio la vuelta encontrándose con el chico de pelo blanquecino.
-Lo es…-contestó confuso.
-Aún no entendió porqué la gente cree que los ojos son extraños.-dijo el chico rodeando a Colt y poniéndose frente la estatua.
-En la biblia… los describen así, ¿no?-Dijo Colt repasando los vaqueros rasgados, la camiseta negra y la cazadora del chico.
-Exacto,-dijo el chico mirándolo y dándole una sonrisa torcida-no entiendo porqué imaginan alas negras como… como en esa serie de Netflix, Lucifer.
Colt se movió en su lugar, incómodo, rogando que sus tíos regresaran de la tienda del museo.
-¡Ah!-exclamó el chico de repente-Soy Samuel,-dijo tendiéndole la mano-¿y tú?
Colt lo miró, dudoso, después de una pequeña lucha interna, le tendió su mano suspirando.
-Colt.-murmuró.
-¿Sabes la traducción de Colt en español?-inquirió con sorna Samuel.
-Mmmm, ¿No?
-Potro.-dijo Samuel sonriendo, haciendo que algunos chicos y chicas que estaban cerca, suspiraran.
-¿Potro, en serio?-preguntó Colt.
-Totalmente en serio.
-Es bastante curioso.-dijo Colt pasando sus dedos por su pelo, haciéndolo lucir más guapo.
Y más suspiros y risitas ahogadas.
-Mmm,-musitó Samuel-supongo que esos dos no son tus padres-dijo señalando a Connor y Elena, quienes se acercaban.
Colt suspiró de alivio, Samuel lo ponía nervioso.
-No, no son mis padres-dijo el rubio sacudiendo la cabeza y dándose la vuelta.
Su rostro palideció y un malestar se puso en su estómago.
Samuel no estaba.
Se desvaneció de la nada, sin absoluto rastro de aquel par de ojos oscuros.
-¿Colt?-escuchó vagamente a Connor llamarlo.
-¿Si?-dijo tratando de fingir naturalidad.
-Estás pálido-dijo Elena examinándolo con la mirada-¿pasa algo?
-¡No!-exclamó Colt nervioso. Por alguna razón no quería que supieran de Samuel-¡Todo bien!
Connor asintió pero Elena no se lo tragaba.
-Está bien-dijo la mujer en voz baja-vamos, debemos ir por Aurora en la escuela.
Colt asintió y se encamino junto a sus tíos hacia el parqueadero. Ya en el auto, miró por la ventana, esperando a que arrancase, cuando se fijó en una silueta larga y delgada. Aquella cazadora la conocía.
Era Samuel.
El chico se apoyó en una viga, y conecto miradas con Colt. Sacudió los dedos y sus labios se movieron.
Colt no lo escuchó, pero leyó sus labios. La distancia no era muy larga.
Adiós, Isaac
Isaac.
-¿Por qué ese nombre me es…? ¿Nostálgico?-se preguntó a sí mismo, mientras el auto empezaba a moverse.