Aurora
Di un portazo cuando salí del coche.
Estaba enfadada y no entendía muy bien por qué. Es decir sabía que era lo que había desencadenado mi enfado, pero no entendía el porqué. Siempre había intentado ignorar lo mal que me hacía sentir no poder hacer nada por el resto de personas y me había funcionado, hasta ahora.
Esos chicos parecían de verdad desesperados por la pieza, pero sabía que si se la dabamos y la nuestra oficial fallaba ya no tendríamos ninguna de respaldo, porque la tendrían ellos. Sin embargo cada vez que pedíamos algo nos lo traían, obviamente no tenían otra opción, pero… No se sentía correcto.
-Aurora.-Dijo alguien tras de mí, quise ignorar a esa persona pero yo sabía que siendo yo parte de las personas que están al mando no podía hacer pasar al resto de habitantes del búnker. Me podrían estar diciendo algo verdaderamente importante.
-Dime.-Dije girándome, estaba cansada, de verdad. Ahora mismo solo quiero tirarme en la cama y no moverme en lo que queda de día.
-Aquí tienes la lista de cosas que necesitamos para lo que nos ha pedido Claudio.-Dijo tendiendome una hoja con varias cosas escritas, yo la doblé y la metí en el bolsillo de mi chaqueta.
-Está bien, haré llegar a los asentamientos esta información para que nos puedan proporcionar los objetos cuanto antes.
-Gracias Aurora.-Y con las mismas la mujer se fue, había muchas personas dentro de este búnker tratando de encontrar una manera de que nuestro sistema se sostuviera mejor, porque ahora mismo pendía de un hilo.
Y eso no era bueno, ya que en cualquier momento se podría venir todo abajo, y no estoy segura de quienes sobrevivirían. La gente suele pensar que las personas que están al mando son las que sobreviven. Pero yo no estoy segura de que lo haría, porque no tengo a nadie solo soy yo.
Y a pesar de que se de que para muchas cosas me valgo yo sola perfectamente, hay para situaciones que o tienes contactos o gente que te guarde las espaldas o estar perdida.
Aún con este pensamiento, no me dan ganas de estar con Clara o Lucas, ellos siempre iban juntos de todas maneras meterse ahora en una amistad con ellos no quedaría bien, no les gustaría.
Además yo voy a mi rollo, y así me ha ido siempre bien.
Estaba sola desde que mi madre murió, al principio fue duro pero después me acostumbre. De todas formas no tenía muchas más opciones.
Estaba en el comedor ya comiendo, observando a las personas que estaban a mi alrededor y con las que había compartido búnker toda mi vida, y a las que mi madre por tantos años había liderado.
Había varias familias, eso sí de pocos hijos. Nadie quería traer niños o niñas a este mundo repleto de caos. Un mundo en el que ni siquiera podíamos ver el sol salir cada mañana, un mundo sumido en el frío de un invierno eterno.
Muchas de las familias seguían agradeciéndome y dándome el pésame por mi madre, ella había sido muy querida por todos. Era una líder muy seria, pero hacía lo que era necesario para mantener a las personas de este refugio con vida.
Algo que admiré y que ella siempre me intento inculcar, era a mantener la calma en situaciones extremas. Yo a pesar de que aparentaba mantener la calma por dentro era siempre un lío de nervios.
Regla número siete cabeza siempre fría y siempre aparentar estar en calma. Nunca mostrar tus debilidades al enemigo.
Todas las reglas me las había repetido una y otra vez hasta que me las supe de memoria, supongo que en un intento de que yo consiguiera sobrevivir a ese mundo de mierda en el que ella en algún momento tarde o temprano no estaría. Ese momento para nuestra desgracia llegó temprano.
Vi como Lucas se acercaba cuidadosamente a mi, como si de verdad tuviera miedo. Me hizo reír su manera de actuar, se que no me comunicaba mucho con él pero eso no quería decir que le odiase ni nada parecido, intenté disimular lo cómica que me parecía la situación metiendo un trozo de comida a mi boca obligándome así a parar de reír.
-¿Puedo sentarme?-Yo le miré de reojo, con los ojos puestos todavía en mi plato, pero asentí. Le empecé a ver mover las manos nervioso, mirando hacia los lados, algo raro en él a mi parecer. Levanté la mirada, con los ojos fijos en él y antes de comer otro trozo de comida dije:
-Desembucha.
-Ummm, no se a que te refieres.-Dijo dudoso.
-Los dos sabemos que te has acercado por algo, no me hagas perder el tiempo y dimelo.-Dije seria.
-¿Has notado algo raro ahí fuera?-Preguntó preocupado. Yo le miré extrañada, hace unos segundos no tenía ni idea de porque se había acercado pero definitivamente no me esperaba esto. A la misión había venido Clara, ¿Por qué no se lo preguntaba a ella? Solo había una explicación para esto, además de el hecho de que estaba sumamente nervioso.
-¿Has discutido con Clara?
-No.-Ese no, no sabía si creérmelo o no. Pero finalmente opté por hacerlo, aunque mi paciencia se estaba acabando y se lo hice saber con la siguiente frase.
-¿Entonces por qué no se lo preguntas a ella?-Él suspiró sonoramente, y miró hacia los lados de nuevo como si no supiese que decir exactamente. Pero yo sabía que algo tenía que decir, sino no hubiese venido aquí conmigo.
-Da igual, es mejor que me vaya.-Dijo intentando escapar de la situación levantándose, pero yo le agarré del brazo tirando de él para que se volviese a sentar, para lo cual no puso mucha resistencia.
-Pregunta lo que quieras de una jodida vez.
-Clara ha vuelto rara de la misión, ¿pasó algo?-Yo me encogí de hombros sin saber muy bien a lo que se podía referir, hasta que caí en el mismo tema por el que yo había estado rayada horas antes cuando habíamos llegado.-Si que pasó algo, ¿Qué fue?-Me decepcionó bastante que me pudiese leerme tan bien como para saber que si sabía algo, pero aún así decidí contestarle con la verdad, a ver si de esa manera me dejaba comer tranquila.