(Drake Mills)
Me tocó relatar los hechos. Es entonces que los escribiré en una carta documento para dejar todo plasmado lo que viví en Francia, París.
Todo comenzó cuando mi compañero Benjamin Felix trataba de despertarme después de que nos hayan sedado, aún el objeto que tenia aquel veneno sedante, estaba en mi cuerpo, especificamente cerca del cuello.
—¡Drake, Drake, despierta! ¡Emma y Jade ya llegaron, tenemos que irnos!
Lo escuchaba lejos pero sabía todo lo que había pasado hasta ahora. Despabile viendo que mi manos ya habían sido desatadas por mi compañero, ese maldito nos lastimó las muñecas.
—¡Maldita sea Felix! ¡Estuvo todo este tiempo en nuestras narices!
—¡No hay tiempo que perder ni de lamentar, Mills! las chicas acaban de llegar y nosotros estamos aquí cuando ese maldito quizás ya esté sirviendo tazas de té. Despabila, tenemos que buscar refuerzos.
El cuerpo de Robert Bouvier yacía sin vida en el piso. Gabriel no le importó más que huir porque las cosas ya estaban hechas. Pero no fue raro de él, como el asesino que era, dejar rastro de muerte por donde iba.
Salimos del lugar corriendo hacia la comisaría para buscar gente y capturar a ese hombre. Cuando llegamos, el jefe acababa de llegar a las instalaciones. Le explicamos a apuros lo que había pasado, haciendo que arrugue el ceño y viendo como su sangre hervía. Bastó un sólo grito para reclutar de un respingo como veinte oficiales armados. Es entonces que al mano de nosotros dos, nos dirigimos a la casa de Emmanuel, en donde ya de donde estábamos yendo, podíamos ver un carruaje en la entrada.
Sucedió todo rápido. No tuve tiempo de asimilar lo que iba a ocurrir pero solamente pensaba que debía alejar a ese tipo de al lado de Emma. Entramos a la mansion, mi vista primero fue hacia Gabriel, quien ya nos estaba esperando en la puerta, luego de verlo esposado, llevó la mirada hacia ella, que venía corriendo hacia él desesperada, con un rostro lleno de confusión. La detuve como pude, su cuerpo tenía más fuerza que de lo normal, estaba actuando por instinto, sin embargo con fuerza la supe detener. Lloraba sin entender qué era lo que estaba ocurriendo. Pensé que momentos como estos ella no me escucharía pero milagrosamente al llamarla, ella respondía a mi.
—¿Por qué…?—Me preguntó con tantas emociones a flor de piel
Le expliqué realmente quién era Gabriel, su sirviente, le expliqué con palabras justas que ha matado a su familia, que él fue el causante de que sea huérfana. En ese momento fui el primer testigo de ver en como su alma dejaba su cuerpo, sentí en como se desplomaba sobre mí, ví en como de sus ojos estaba siendo arrebatado el brillo que era tan característico en ella, ya no emitía ningún ruido, solamente caían lagrimas que sé que era difícil detener. La tomé fuerte en mis brazos porque sentí que ella ahora mismo se estaba quebrando, estaba tan cerca a ella que sentía en como su corazón estaba siendo roto, en como caía al fondo del mar, en como estaba siendo ahogada por tantas dudas y confusión. Mire a mi alrededor, oía la casa crujir, quejarse después que su dueña cayera. Mire a Jade quien se acercaba con ojos llorosos, miré a la sirvienta que quedaba, Rosalia, en estado de shock al mirar a Emmanuel y en como a su lado había un joven que no tenía ni una mueca a la situación.
Al tener a Emma (la afectada en la situación ), temblorosa en mis manos, fue ahí que me di cuenta que todo se acabó, y acabó de la peor manera. Mi compañero Felix, puso su mano en el hombro porque sé que él también sintió que las cosas habían llegado a su fin.
Al día siguiente, le dieron la condena. Pagará con su vida ya que de tantas condenas juntas, ni con lo restante de sus años podrá pagar. Arrebató tantas vidas que la misma muerte era lo mínimo que podía tener. Desde entonces, según lo que nos informó Jade, fue que Emma entró en una depresión súbita; no quería comer ni beber agua. Nos había dicho también que está era la segunda vez que ocurría, la primera vez fue cuando Eric la dejó plantada en el altar. Pero Emma en el día del juicio se levantó de su cama para participar y escuchar la condena de su sirviente. Desde ese día comenzó a vestir de negro, no tenía ni un signo de vida, no sonreía ni levantaba la mirada, simplemente estaba allí dejando que las lagrimas mojaran el regazo de su vestido y así como llegó, se fue.
Por supuesto que también en medio del caos, milagrosamente Molly Leggins despertó después de estar casi tres días en coma. Recordaba todo como si le hubiera pasado en ese mismo momento, claro que primero le lloró a la vida y maldijo cada momento desde que se enteró que ya no podrá caminar, pero aún así agradeció por estar viva. Molly Leggins nos contó que ella quería adentrarse a la casa de Emmanuel Johnson para descubrir la verdad, pensó que de alguna forma, si ella era el asesino, tendría algún tipo de indicio que atestiguara la verdad: como armas, como algo con sangre ajena, como cuerpos, quizás. Pero se encontró con algo mucho peor, el asesino mismo. Dijo que estaba apunto de matarla cuando Robert Bouvier, (otra víctima) llegó en el momento justo, dijo que entre el asesino y él discutieron y Robert corrió, comenzando como un juego entre ellos. Antes de irse, el asesino la golpeó reiteradas veces en el rostro y de sus lados encontró una enorme piedra, objeto que usó para romper los huesos de sus piernas. Agregó también de que el asesino la regañó, diciendo que estaba mal burlarse y hablar mal detrás de las espaldas de Emmanuel, que si tanto la odiaba, que se alejara y la dejara en paz antes de que él volviera a terminar con lo que empezó. En ese momento ella perdió el conocimiento pero dijo que en vez de verse como un asesino, era alguien que quería cumplir con lo justo, que las injusticias le aborrecían, que parecía un hombre que estaba destruyendo todo por amor. Molly leggins admitió que siempre odio a Emma, pero no por no quererla, simplemente le tenía envidia en como alguien como ella lo tuviese todo: Belleza, inteligencia, dinero. Odiaba que aun teniendolo todo, odiara a la vida, odiara a la personas, odiará todo lo que le rodeaba. Sin embargo, debido al daño que Emma llevaba consigo, esa llaga que aún no cierra del todo, Molly se iba a terminar de alejar, por su bien. Que iba a cerrar la panadería y que se iría de la ciudad para siempre a comenzar otra vida.