Tenía tan sólo 17 años cuando entré en el psiquiátrico y me asignaron un compañero de habitación un poco raro. La segunda noche que dormí allí me dijo que era un ‘trabajador de Satán’ y que podía hablar con él.
Un día volví a la habitación y estaba destrozada por completo. Fui al baño y lo encontré en el suelo cubierto de sangre, desnudo. Había roto el espejo y usado los trozos para provocarse heridas. Me acerqué para ayudarle y me apuñaló con otro de los trozos de cristal. Se reía como un loco.
Editado: 04.05.2023