Anglia, Isla Avalon 16 años atrás
Bruno von Strassburg le dio una última calada al cigarrillo que tenía entre los dedos, su mirada se concentraba en la nieve amontonada alrededor de la verja de seguridad, la entrada principal del complejo de investigación de su compañía farmacéutica, lugar donde actualmente residía desde algunos meses.
Su oficina contaba con una de las mejores vistas, habia sido una de sus “condiciones” cuando acepto ir hasta Anglia; para el mirar por la ventana tenía por algún motivo que prefería no detenerse a pensar demasiado, relajante; después de pasarse más de dieciséis horas seguidas encerrado en los laboratorios ubicados en las oficinas subterráneas del complejo; era uno de los motivos para pasarse horas abstraído detrás de su ventana, como si el paisaje exterior le diera ánimos a continuar con la investigación que años atrás inicio a lado de Alcibíades Ainsworth.
Al nombrar a su benefactor o “ese idiota” como suele llamarle en su mente o cuando no se encuentra cerca, le causaba cansancio y resignación.
Para Bruno aquel poderoso y enigmático hombre solo era el medio para llegar a un fin, muy distinto era para Alcibíades quien consideraba al científico como un leal camarada al que respetaba y apreciaba como un amigo e inclusive como a un hermano.
Bruno dejo el cigarro en el cenicero seguido de un largo suspiro, aunque la mayoría de sus subordinados pensaran que cuando iba a su estudio era para descansar, distaba bastante de la realidad, lo cierto era que además de los experimentos y constantes pruebas, se dedicaba al análisis de sus investigaciones alternas, íntimamente relacionadas con su socio Alcibíades; por lo que no era sorpresa encontrarse con un nuevo expediente con las constantes etiquetas de “confidencial y urgente” en la portada escrito con rotulador rojo.
La información recopilada por la gente de Alcibíades junto con algunas anotaciones de voz propia del mismo, citaban las mismas palabras que venía leyendo desde hace ya bastante tiempo “sin precedentes” “cambio a la comunidad” “avances importantes” todo por el bien de la investigación en la que se embarcaron esperando resultados rápido, ahora que lo analizaba sabía perfectamente que fue demasiado idealista, aun así, su deber como científico fue suficiente motivo para que Bruno decidiera echarle un vistazo al documento.
Mientras leía el documento su mente comenzó a divagar en el motivo de porque continuaba con aquello, al principio la respuesta era simple, el optimismo que poseía Alcibíades y que se complementaba con su carismática personalidad, le hizo sentir deslumbrado, su juventud lo volvió ingenuo y logro ser atrapado; actualmente, por el contrario, le fastidiaba aquella personalidad que en el pasado le era de admirar.
Sabía que ya no tenía sentido seguir realizando experimentos sin resultados, pero a pesar de sentirse harto no podía dejarlo, no tenía la voluntad suficiente para dejar las cosas a medias, pero también existía otra razón y era que allá afuera no tenía nada, ni siquiera sus hijos…los mellizos Anne-Claire y Brandon.
La existencia de sus pequeños hijos no le era suficiente para encontrarle sentido a su vida.
Ambos gemelos producto de una relación de cama, no cabía la posibilidad de un futuro en familia, solo busco consuelo en aquella mujer que le ofrecía su compañía sin nada a cambio, una época en la que estaba vulnerable y la vitalidad de Melissa fue la medicina ideal, su presencia era luminosidad a sus días grises y ni siquiera así pudo enamorarse de ella; solo se engañó a si mismo al creer que podía ser como esa persona, quien a pesar de los años seguía colándose en sus pensamientos, su recuerdo era un huracán que amenazaba con destruirlo pedazo a pedazo, aun a pesar de ello, era feliz de ser arrastrado a su inminente desastre.
Más pronto que tarde Melissa se transformó en algo inverosímil, al igual que el par de niños que tuvo con ella.
Al terminar de leer el archivo nombrado como” Proyecto Rebecca”, sintió que regresaba a los inicios de sus investigaciones, cuando Alcibíades y el recorrían cada hospital en Europa, tomando a niñas de entre 8 y 13 años, todas con enfermedades terminales.
Convencían a los padres que sus hijas tendrían una oportunidad de vencer a tan terrible enfermedad, el cáncer, el cual consumía sus vidas poco a poco, con tal argumento les entregaban la vida de sus hijas por el bien del proyecto.
Al principio muchas de ellas mostraban potencial de ser el sujeto idóneo para sus propósitos, conforme pasaba el tiempo y la intensidad de las pruebas, dejaron a muchas de ellas muertas durante el proceso, pocas pasaban a la segunda fase, para la tercera no quedaba ninguna, sus cuerpos débiles no toleraron los constantes suministros de la vacuna, por ende, todo termino en desastre.