Avenida Der Todesfall

Un año más.

31 de Octubre de 1920
 


Cerca de media noche.

Ana sabía que ya estaba muerta, a pesar de sus intentos por seguir caminando, con los pies descalzos, el vestido desgarrado, la sangre cubriendo sus débiles piernas y el pequeño bebé en sus brazos. Ya estaba muerta.
 

Las hojas secas y con ese olor crujían bajo sus pies, el canto de aquel animal dejó de escucharse, siendo cambiado por el arrastrar de las ramas...
 

Ellos vienen por ella.

 

Sin embargo se detuvo al escuchar lo que pareció ser el viento quién susurraba su nombre.
 

Ana... Ana...
 

Hizo su intento por seguir adelante, pero el llanto del bebé lo hizo más difícil, las ramas volvieron a escucharse arrastrar ahora bajo sus pies.

Cometió el error de detenerse de nuevo, intentó retroceder pero el cuerpo de su amado no se lo permitió.

Ana gritó al ver a éste sin ojos y con la sangre brotando de su rostro, su piel pálida y putrefacta, así como las ramas que rodeaban y atravesaban su cuerpo desde los pies hasta su pecho.

—No puedes irte Ana.

Dijo el hombre al dar un paso hacía ella. Ana gritó, pero era inútil, nadie más estaba vivo, nadie más estaba ahí.

—¡Déjenme ir por favor!

Suplico a la nada mientras lágrimas recorrían su rostro, miró a su alrededor con la esperanza de hallar luz, pero al ver su mala suerte se dejó caer.

 

El bebé no dejaba de llorar, Ana yacía débil, herida y con aquellas ramas acechándola de nuevo.

Aquel animal volvió a cantar, cada vez más cerca de ella, mientras el cuerpo de su amado era arrastrado de nuevo a la maleza.

Ana miró al pequeño y frágil bebé, le dio un beso en la frente y lo dejó sobre las hojas, dio un par de pasos hacía atrás y las ramas hicieron lo suyo.
Atravesando cada parte de su cuerpo, saboreando cada gota de sangre y gozando por su sacrificio. 

El cuerpo de Ana fue arrastrado junto con los otros, hasta que escucharon el llanto de aquel bebé.
 

Faltaba uno...
 

Las ramas comenzaron a arrastrarse, el viento susurraba y los árboles danzaban ansiosos.

El bebé seguía llorando, las ramas estaban cada vez más próximas. La sangre fresca del bebé comenzó a percibirse, su aroma único e inigualable, su sabor, su pureza, una nueva vida...
 

1 de Noviembre de 1920


Silencio.

El bebé se mantuvo quieto, y las ramas hicieron lo mismo.

Había terminado, una vez más.

La madrugada transcurrió a su ritmo, hasta que los rayos del sol comenzaron a iluminar el campo verde, los pajaritos comenzaron a cantar y el viento sopló a su vez.

Sin embargo el bebé ahí seguía, llorando de nuevo, hasta que una mujer robusta, con el pelo castaño recogido y mala cara lo escuchó.

Comenzó a caminar hacia el campo con la finalidad de encontrar al responsable de ese llanto. Y lo encontró.

El bebé se encontraba desnudo, llorando y con algunas hojas y restos de sangre adheridos a su cuerpo.

—Hola pequeño, ¿quién fue capaz de dejarte aquí? 

La mujer tomó al bebe entre sus brazos,miró alrededor esperando encontrar a la madre, sin embargo no hubo rastro de ésta, así que decidió llevárselo a casa. Lo cubrió con una pequeña manta desgastada y tomó el rumbo hacia su hogar, esperando que con el pasar de los días alguien pudiera reclamarlo en el pueblo.
 

Pero no fue así.
 

El pequeño bebé no tenía padre, no tenía madre, no tenía nada.
 

Pero esa noche faltó uno, y ello no lo olvidaría.
 


 

◇◇

¡Hey! ¿Qué tal amantes de lo oscuro?, aquí les dejo este pequeño deleite, siiii, algo corto, pero sólo es el comienzo.

Mi historia completa se encuentra en Wattpad bajo el mismo nombre por si les interesa buscarla.

¡¡Gracias por leer!! Se les Quiere.

Besos sádicos a todos.
 


 



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En el texto hay: misterio. suspenso y muerte.

Editado: 21.01.2021

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