En ese momento, todo mi equilibrio y estabilidad mental se fueron a la mierda, permitiendo que la barrera invisible de recuerdos se rompiera e invadiera mi mente de una manera abrumadora.
Michael pegando chicles en mi cabello. Michael golpeando a otro niño por querer pegar sus chicles en mi cabello. Michael llorando en mis rodillas por su padre. Michael inflando el pecho con orgullo al presentarme a Mikaela. Michael enseñándome a atarme los cordones. Michael chupando la sangre de mi dedo luego de cortarme con el sacapuntas. Michael arrastrándome por Brooklyn fuera del funeral de mi padre para que no llorara. Los labios de Michael sobre los míos en la camioneta del papá de Zach. Michael sonrojado ante mi primera menstruación. Michael en molestia eterna por mis novios. Michael dedicándome los últimos puntos anotados por él en el primer partido que ganaron como equipo del Instituto. Michael en los domingos de películas y resaca. Su champú varonil y su aroma natural que odiaba admitir que olía a vainilla. Sus suéters con agujeros para meter los pulgares. Sus habituales cejas fruncidas. Su sonrisa perezosa y su risa contagiosa. Su mal humor. Sus labios rosados y su mechón rebelde. Michael. Mi Michael. Mi Mike..
Los ojos me empezaron a picar y silenciosas lágrimas rodaron por mis mejillas, mientras mi vista se volvía borrosa. De inmediato supe que eran los lentes y no el producto de mi pecho comprimido. Secretamente agradecí que Mina ya no pudiese ver la situación que estaba viviendo.
—Michael —tomé aliento, intentando no influenciarme por las lágrimas—, ¿por qué me lo dices hasta ahora? —con los pulgares limpió mis mejillas, apartó las manos de mi cara y las encajó en sus pantalones, sin dejar de mirar atento a cualquier reacción de mi parte.
—Porque hasta hace poco no me daba cuenta —explicó en tono ahogado. Carraspeó—. Y me prometí serte sincero en todos los aspectos.
—Mike, esto quizá.. —se me quebró la voz. Acababa de decirme las palabras que me he negado a aceptar los durante los últimos doce años porque no creía que era lo correcto. Recordé a June hace unas horas "Son como hermanos, pero amistosos. Llevan tanto tiempo conociéndose que sería un chiste si no fueran como hermanos". Era eso, ¿no? ¿Nuestra cercanía también lo confundía?. Me quité las lágrimas que aún quedaban—. Mike, quizá estás confundiendo la clase de cariño que me tienes —repuse con mas seguridad. Lo vi fruncir el ceño bruscamente.
—Yo no estoy en lo absoluto confundido con respecto a lo que siento por ti.
Maldita sea.
—Quizá sólo me confundes con tu hermana —solté con desesperación. El pánico estaba asfixiándome, ¿por qué necesitaba justificarlo con excusas patéticas que sólo me decía a mí misma?
Soltó una risa— ¿Qué?
—Quizá sólo confundes lo que sientes por mi porque hemos crecido juntos. Somos casi hermanos, ¿no lo crees?
—¿Así me ves tú?
No. Definitivamente no.
—¿No crees que..?
—Avon, tengo una hermana. De ninguna manera quiero a Mikaela como te quiero a ti —arrugó más la frente—. ¿Tú me quieres como quieres a Louis?
No. Definitivamente no.
—Mira, Avon —suspiró, negando con la cabeza—, está bien. Recházame, miénteme, lo que sea. Puedo vivir en la brotherzone —soltó una risa en broma, cargada de ironía—. No espero que sientas lo mismo. Y está bien.
¿No sentía lo mismo? Me tapé la cara con las manos.
—Quizá me ves como algo seguro —susurré, en un intento de callar mi conciencia confundida, sólo consiguiendo que empezara a hacer pucheros—. Como en los libros, Mike, cuando Simon pensó..
—Cállate —rugió, ahora molesto—. Esto no es un maldito libro, Avon. No soy Simon, y tú no eres Clary, ¿vale? Las cosas no funcionan así en la vida real. Yo no termino con la Isabelle de la historia y tú, bueno, si es por el cerebrito ese..
—¡Es que no puedes decir eso, Michael! -chillé, colapsando— ¡No puedes sentirte así!
Michael apretó la mandibula, suspirando para no empezar a chillarme como yo lo había hecho. La verdad es que si uno perdía la cabeza, el otro tenía que actuar maduramente para no perder el control, y en estos momentos agradecía que fuera él, porque la situación no se prestaba para que pudieramos hacerlo.
—Tú no puedes decidir cómo me siento.
No teníamos que terminar esto así, pero todo había sido mi culpa y Michael estaba a punto de perder la poca paciencia que me tenía y probablemente eso empeoraría las cosas.
Yo había pasado del pánico, a la negación, a la histeria y finalmente al dolor. Quería acurrucarme en el sofá a lamentarme por lo patética que era mi vida, pero debía ser madura, lidiar con esto y admitir que estaba confundida con respecto a mis sentimientos y que había querido achacárselos a él.
—Mike..
—Ya no quiero escuchar esa mierda, Avon —alzó las manos a la defensiva. Alcé la mirada para encararlo, pero me pareció una eternidad.
Recordé el día en que le había disparado la pelota de Louis a Mina en la Universidad donde el tiempo pareció ir más lento como ahora, y resultó ser porque ella estaba tratando de detener el disparo de mi arma; la pelota siguió su curso porque no logró detenerla a tiempo y eso fue precisamente lo que volvió a pasar ahora.
No lo entendí al momento, porque así como pasó lento el tiempo, lo demás pasó en cuestión de segundos.
Escuché como cristales se quebraban y como algo me empujaba el brazo hacia atrás con un horrible y penetrante dolor, que me desconcertó. Cuando vi a Michael, éste también parecía haber sido empujado por algo, pero asombrado, abrió la boca y salió sangre, haciendo que la camisa se le tiñera de color escarlata inmediatamente. Ahí fue cuando mi corazón se detuvo y pude notar que mi brazo empezaba a sangrar también; se escuchó otro ruido ensordecedor y antes de que pudiera reaccionar Michael cayó encima de mi, enviándonos directamente al agua helada.
Reaccioné tarde y sólo pude chillar bajo el agua, de dolor, sorpresa o frío, ya no estaba segura. Pataleé a la superficie para tomar una sonora bocanada de aire y volver dentro, pero las luces lejanas de los botes no me alumbraban lo suficiente para poder distinguir algo en el agua, y mi visión era de un desesperante negro en mi búsqueda de Michael, que estaba herido y quizá inconsciente.