Ayuda Millonaria

8 | Italia

Chloe Andersson

 

¿Quien demonios se cree para hablarme así?

 

Tú jefe.

 

Callate, me importa una mierda si es mi jefe o la reina de Inglaterra, no tiene por que hablarme de esa forma.

 

Le pregunte de buena manera, creí que todo estaba bien, habiamos tenido una charla relajante minutos antes ¡Pero no!

 

Hombres, siempre encuentran el peor momento para cagarla.


Todo el camino me la paso con Alice, quien durmió placidamente todo el viaje, en mis brazos, al no tener nada con que entrenerme solo me dedico a mirar por la ventana como las nubes nos rodean.

- En el avión hay una habitación ¿quieres dejar a Alice allí?

Niego en dirección a Andrew y continúo observando la ventana, wohoo, es tan interesante esta vista.

Que sea detectado mi sarcasmo.

》Lo siento.

- ¿Por qué?

No pienso separar mi mirada de la ventana.

- Por como te hable.

- No pasa nada.

- Si, si pasa por que estas muy ida.

- No estoy ida, estoy aburrida.

- Hay una tele.

Frunzo el ceño ahora en su dirección.

- ¿Y me lo dices ahora?

- Lo siento.

- Deja de disculparte. - volteo los ojos y el que frunce el ceño ahora es él.

Enciende una pequeña pantalla y comienza a cambiar de canal hasta que llega a fox donde le digo que lo deje.

- ¿Te gusta esto?

Sé que se refiere a Los Simpsons, pero no hay edad para verlos.

- Si, ¿a ti no?

- No, es de niños.

- ¿Acaso insinuas que me comporto como una niña?

- ¡No! Por supuesto que no, solo es que... olvidalo.

Vuelve su vista al libro que tiene en sus manos, no logro ver el titulo pero al parecer es de negocios.

A la grande le puse cuca.

 

Sonrío como siempre cuando veo esa parte y Andrew pone cara extraña.

 

》 ¿Que demonios se supone que son ellos? Humanos no creo, no somos amarillos.

 

- No se muy bien que son pero no importa. - hablo con cansancio, no me deja concentarme y al parecer comprende mi tono porque no vuelve a hablar.

 

Aún sigo enojada.

 

(...)

 

Aterrizamos en Italia, todo a mi alrededor es hermoso, espero poder salir y recorrer la ciudad.

 

Alice, quien ya se desperto, observa todo encantada al igual que yo, a medida que vamos bajando las escaleras del avión nos acercamos a un auto, no se de ellos por lo que no se que es.

 

- Por aquí señoritas. - intenta bromear Andrew mientras nos abre la puerta de la parte trasera.


No digo nada y me adentro en el vehiculo, ya en marcha hacía lo que supongo es el hotel vamos en completo silencio hasta que él lo rompe.

》Pásame a Alice.

Se la paso y la pequeña se remueve feliz en los brazos de su padre, sonrío ante tal hermosa imagen pero mi sonrisa desaparece cuando Alice comienza a llorar.

- Debe de tener hambre.

Saco su viberon del bolso donde contiene sus cosas, como pañales, toallas y esas cosas que los bebés necesitan.
Le paso el viberon y él lo lleva a la pequeña boca de Alice quien solo intensifica su llanto.

Me acerco a él y tomo a la pequeña en mis brazos quien al instante para de llorar.

- Creo que te ama más a ti que a mi. - logro escuchar decepción en su voz lo cual me hace sentir mal.

- Quizá solo esta así porque acaba de despertar, por cualquier cosa llora.

Solo asiente y serio se voltea observando las calles de Italia.

Sigo a su lado y no se si soy muy atrevida pero apoyo mi cabeza en su hombro.

》No estes mal, es tu hija y te ama más que a nada.

Volteandose me observa y me dirige una hermosa sonrisa con los labios cerrados.

- Gracias, he estado muy ocupado con el trabajo y no he podido estar con ella, necesitaba hacer el trabajo que no había podido hacer en tanto tiempo.

Asiento y me mantengo el resto del viaje de esa forma.

Al llegar al hotel Andrew me deja en la habitación y él se va ya que tiene una junta muy importante, el resto de la tarde me la paso recostada en la cama con Alice a mi lado viendo programas italianos con subtitulos en ingles.

- ¡Eso es injusto! Debería de haber ganado la chica rubia. - le reclamo a Alice y ella solo me hace una mueca que distingo como un no me importa lo que opines. - aunque el chico australiano también estaba guapo.

Una risa sale de entre los labios de la pequeña bebé.

Ooh si, a ella también le gusto el australiano, pequeña picarona.

- ¿Por que le enseñas esas cosas a mi hija? - Andrew entra a la habitación dejando su maletin en una mesa al lado de la puerta.

- No estaba enseñandole nada.

Apago la televisión cuando observo como cuatro chicos rusos comienzan a hacer un baile sexi sin camiseta y comienzan a bajarse el pantalon.

- Entiendo que tus hormonas esten alborotadas pero es una bebé ¡por dios!

Me rio sin poder evitarlo por la situación mientras él toma a su hija en brazos quien esta vez no llora como lo hizo en el auto.

- No tengo las hormonas alborotadas. - volteo los ojos.



#2551 en Novela romántica
#925 en Otros
#299 en Humor

En el texto hay: besos, amor, odio

Editado: 08.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.