Aura
Abordo el avión privado de papá, por suerte pude convencer a Jacob y a Kristal de viajar en él y no en un vuelo común, ni siquiera quiero volar en primera clase, es irritante que te miren con superioridad solo porque pueden andar. En la clase normal no te preguntan más que los niños, pero todos te miran curiosos y yo siempre evito todo tipo de miradas.
La azafata pasa una vez que ya estamos estabilizados en el aire, le pido una copa de vino, los otros dos duermen en sus asientos. El vuelo no es de madrugada pero ambos adoran dormir, y despertarlos a las ocho de la mañana es un crimen, incluso Kristal es borde porque no ha dormido todo lo que necesita. No los molesto y miro los planos que me ha enviado el arquitecto colombiano que hemos contratado para la construcción hotel.
Fue estresante realizar el informe e incluso llegué a pensar que no lograría hacerlo a tiempo. Me faltaban tantas cosas por hacer y tantos detalles que concretar que incluso lloré por la frustración. Sé que mi padre me hubiese dado la oportunidad de intentarlo de nuevo en la reunión del próximo mes, pero no quería más tiempo.
Y para colmo los inversionistas no me lo pusieron nada fácil, todos creen que no merezco mi puesto en la empresa, a pesar de haberles demostrado en varias ocasiones que si lo hago.
– ¿Tú propuesta es un nuevo hotel?- pregunta uno de los inversionistas más jóvenes.- ¿No tenemos ya suficientes?
– ¿No somos una cadena de hoteles?- intento no sonar muy brusca.- No es solo un hotel, es abrirnos camino fuera de Estados Unidos, tener presencia en otras partes del mundo.
– ¿Por qué no a Europa?- pregunta el único que creía me apoyaba.
– Mi madre es colombiana y yo medio, contamos con la ventaja de poder empatizar con la gente de allí, y podemos ofrecer mejores actividades a los turistas ya que poseemos información sobre el país, de hacerlo de un país europeo tendríamos que investigar y eso nos llevaría más tiempo.
– Tendríamos que pedir permiso a su gobierno.- interrumpe otro.
– No me dejasteis terminar la presentación.- intento relajarme.- Contacté con el gobierno colombiano, tendríamos el permiso y a un precio razonable, pueden leer el informe.
– ¿Igual que lo lees tú?
– Leo todos los informes señor William, de no hacerlo aceptaría todas las propuestas, ¿no cree?- cierro mis puños para tranquilizarme.- Sino quieren simplemente rechacen mi propuesta, no les estoy obligando a absolutamente nada.
Me muevo hasta volver a mi sitio, al lado de mi padre. Él me sonríe intentando tranquilizar mi ira, puede que durante las presentaciones parezca que estoy distraída pero siempre presto atención a todas ellas, y hasta que no terminan no hablo ni hago preguntas. Todos permanecen siempre en silencio hasta que las presentaciones sobre un nuevo proyecto se llevan acabo, pero parece que eso no aplica para mí.
– Como siempre haremos votación.- dice mi padre cortando el silencio.- ¿Quienes están de acuerdo con llevar acabo el proyecto?- contengo la respiración mientras veo las manos levantarse.- Decisión unánime.- dice papá sorprendido.
– Gracias.- digo sin poder creerme que hayan aceptado el proyecto.
– ¿Cuándo vas a empezar?
– Inmediatamente.- digo emocionada.
Fue realmente sorprendente que todos le dieran una oportunidad a mi proyecto, con tantas preguntas y pegas pensé que todos iban a negarme el proyecto, así que conseguí contener las lágrimas a duras penas. Nada más llegar a mi despacho llamé entre lágrimas a Kristal, Andrew y Mason, quienes estaban igual de emocionados que yo.
– Señorita Trumman.- miro a la azafata que me habla.- ¿Quiere más bebida?- niego.- Si necesita cualquier cosa no dude en llamarme.
– Gracias.
Contesto los mensajes de Mason, está preocupado por mí pero tiene que trabajar y no puede acompañarme al viaje, sino de seguro lo hubiese hecho. Después del accidente me di cuenta de quienes eran y de quienes definitivamente no eran mis amigos, la mayoría de ellos me abandonaron, solo se quedaron a mi lado Kristal, Jacob y Marie, quien ahora está en París, espero verla en la reunión de antiguos alumnos de la universidad, será una bonita cara que ver.
Tras seis horas y media más de vuelo, si es un vuelo largo desde Nueva York hasta San Francisco, el avión aterriza y bajamos de él. Dos personas contratadas por mi padre se encargan de recoger mi equipaje y llevarlo a mi hotel.
– ¿Has estado alguna vez en San Francisco?- Jacob me mira con curiosidad.
– Varias veces cuando era pequeña.
– ¿Alguna foto de tu Instagram es de San Francisco?
– No que yo recuerde, tengo una oportunidad de hacer una foto bonita de la ciudad y subirla.
Empujo la silla con fuerza y bajo de prisa por la rampa, con cuidado de no chocarme con nadie al llegar al otro piso. Creo que lo único que me gusta de estar en silla de ruedas es esto, bajar rápido por una rampa, me recuerda a cuando era pequeña y siempre que había rampas al lado de escaleras, subía por la rampa.
Jacob niega al ver mi sonrisa de satisfacción, no solo va a tener que cuidar de su infantil novia sino también de mí, nadie me conoce aquí. Poca gente en este lugar sabe quien es la hija de Benjamin Trumman que sufrió un grave accidente a los veintitrés años, puedo pasar desapercibida y no tener que esconderme todo el rato. En casa mucha gente pregunta por el juicio o por lo que realmente pasó aquella noche de invierno.
– Tengo hambre.
– ¿Lo dices enserio?- asiento, extrañada por la pregunta de Kristal.- Pues vamos a comer.- sonríe.
El coche especial que hemos alquilado, con chófer incluido, nos deja en un restaurante de la ciudad. Le pedimos consejo al conductor, y después de preguntarnos un poco por nuestros gustos nos trajo aquí.
Tengo que entrar en brazos de Jacob porque la silla no entra por la puerta, eso llama la atención de la gente que está comiendo pero pronto todos vuelven a sus platos y nos dejan de mirar. Un chico se acerca a nosotros y nos muestra una mesa donde intenta quitarme la silla normal, pero niego para poder cambiarme de una silla a otra.