Azul es el cielo de tus ojos

Capítulo Final: Corazón latente.

Han pasado tres meses desde que llegamos a Montreal. Luego de aquella noche decidí que lo mejor sería cambiar mi número de celular, así iba a ser más fácil para ambos continuar con nuestra vida. Y tal como se lo prometí a Danielle, sigo manteniendo contacto con ella, aunque para ello tuve que hacerle prometer que no le diría nada a nadie sobre mi, en especial a él, y a pesar de su total desaprobación respecto a cómo estaba actuando, ella ha guardado su promesa, lo cual me ha generado cierto grado de alivio.
Llegar a esta ciudad, y empezar desde cero luego de tantos años, me ha costado bastante, pero finalmente he logrado encontrar el equilibrio que tanto buscaba.
He llegado a tener uno que otro amigo, con los cuales he recorrido ciertos lugares, y aunque han sido muy atentos conmigo, aún así, no he podido evitar extrañar Toronto y aquellas dos personas que guardan un gran lugar en mi corazón.
Mamá por su parte no para de decir lo feliz que se siente de estar en Montreal, y de su maravilloso trabajo, además de sus nuevos y queridos amigos, lo cual me alegra muchísimo, sin duda alguna, ella es un alma libre que no ata su vida en el pasado, sino que vive y disfruta del presente con las personas que deciden acompañarla en el camino, y eso es algo que admiro tanto de ella. Espero algún día poder ser igual, aunque por lo pronto no será así, en especial hoy, que volveré a ver a Danielle después de mucho tiempo.
La noticia de su visita sin duda ha traído gran alegría a mi vida, no podría expresar lo maravillada que estoy, siento como las yemas de mis dedos se encuentran entumecidas debido a los nervios, los cuales han estado presente conmigo toda la mañana.
Mamá por su parte, ha preparado una comida especial de bienvenida para Danielle. Ella también ha echado de menos a nuestra querida pelirroja, más de lo que quisiera ella admitir, pero no puede engañarme fácilmente. Por otro lado, Belinda se encuentra muy emocionada de conocer a Danielle, dado que no he parado de mencionarle durante toda esta semana.
Eran las tres de la tarde cuando el timbre sonó.

—Iré yo—grité desde la alacena y corrí de inmediato hasta la puerta. Aguarde unos segundos, para tomar aire y abrí—Bienvenida, Danielle—me apresuré a darle un fuerte abrazo.

Ella por su parte ni se inmutó, sus ojos reflejaban cierta angustia, y su silencio no me generaba ninguna clase de tranquilidad. Tomó mis manos, y dio un gran suspiro.

—Escucha—advirtió en tono compasivo—Hay algo que debo decirte antes de entrar...—guardo silencio.

—No es necesario que alargues más esto—dijo él seriamente, quien se encontraba a un lado del auto—Eso no cambiará nada—se aproximó hacia el umbral de la puerta—Después de todo, ya le es muy tarde para huir, de nuevo...—concluyó ásperamente, con aquellos ojos que reflejaban cierto rencor.

Mi mano que hasta ese entonces sostenía la bisagra de la puerta, se deslizó a mi costado, ante su inesperada llegada. Todo mi cuerpo se inmovilizó, y no había palabra alguna que pudiera decir en aquel momento.

—¡Nathaniel, te dije que me dejaras hablar con ella primero! —le regaño Danielle, con gran desaprobación.

Él por su parte mantuvo su vista hacia mí, e hizo caso omiso de lo que ella seguía reprochándole. Nos mantuvimos así por varios minutos, y su mirada reflejaban está vez una mezcla de enojo y aflicción, no se apartó de mí ni por un segundo, como buscando una respuesta en los míos, como si tan solo con mirarme sus preguntas estuvieran siendo respondidas, fue entonces cuando llegó mamá.

—Eli, ¿qué sucede, por qué siguen aquí? —frunció el ceño, entonces al no oír respuesta volteo a ver—Oh, Nathaniel—dijo perpleja—No sabía que también vendrías a visitarnos—musito.

—Lo sé, sé que no planeaban incluirme en sus planes—expresó tácitamente—Al igual que cuando partieron.

Mamá no hizo más que guardar silencio, sabía que él no decía esas palabras con mala intención, sabía que no se estaba refiriendo a ella y aun así no pudo evitar sentirse mal por aquello. 

Nathaniel, quien notó lo que había hecho, se apresuró a proporcionarle una disculpa, por lo que ella asintió y le hizo saber que no pasaba nada.

—Creo que fue un error haber venido aquí—confesó él—Será mejor que me vaya, disfruten de su comida.

—¡No, espera! —dijo mamá—Me gustaría que te quedarás aquí con nosotras. Después de todo has venido desde tan lejos—dirigió su mirada hacia mí—Además, creo que ustedes tienen mucho de qué hablar.

Las palabras de mamá le tomaron por sorpresa tanto como a mí, dudo por unos segundos si debía quedarse o no, pero al final decidió aceptar su invitación. Danielle quién se había mantenido en silencio todo ese tiempo, se acercó a mamá y le dio un gran abrazo.

—No sabe cuánto las he echado de menos—musito.

—Y nosotras a ti—confesó sonrojada mamá—También te hemos echado mucho de menos, Nathaniel, ¿no es así, Eli?

Aquella pregunta me desconcertó por completo, en especial porque no suele actuar de esa manera, yo mantuve mi vista hacia abajo y solo asentí.

—¡Pero qué haces ahí todavía! —exclamó ella, esta vez, dirigiéndose a Nathaniel—¡Ven aquí y dame un abrazo!

Luego de tanto, pude notar una pequeña sonrisa en su rostro, y se acercó a mamá, quien no dudo en darle un fuerte abrazo, su cuerpo que hace unos minutos parecía tenso, se relajó, como quien se quita una armadura pesada del cuerpo, pero en ese caso, eran sus revoluciones las que parecían haber cesado.

Belinda que hasta ese entonces se encontraba de compras, entró a la casa y se encontraba gratamente sorprendida.

—¡Oh, parece que he llegado en un buen momento!—expresó felizmente—Tu debes ser Danielle—colocó los comprados en el suelo, y extendió su mano—Es un gusto conocerte, Eli no ha parado de hablar de ti—dirigió su vista hacia Nathaniel, para luego volver a mirar a mi amiga—¿Él es tu novio?—preguntó casi al susurro.




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