Azul Profundo

Capítulo 12. El escapista

Raúl y Leonardo caminaban detrás de Blue Fray. Leonardo tenía dudas de que en verdad aquel sujeto los llevará con Alyssa, el sonido del celular de Raúl comenzó a sonar, al mirar la pantalla, el hombre atinó a ceder la pistola a Leonardo y se apuró a responder, alejándose unos pasos.

Leonardo y Blue Fray se detuvieron. Sosteniendo la pistola con fuerza, Leonardo caminó hasta Blue Fray y apuntó a la cabeza.

—Tú no sabes donde esta Alyssa, ¿Verdad? —preguntó Leonardo con ojos empequeñecidos

—Sí lo sé, solo tengo un problema —dijo Blue Fray y giró su vista hacia Raúl, que aún estaba en llamada—. Ese hombre no puede venir con nosotros.

Leonardo frunció el ceño confundido y bajó el arma

—¿Dé que hablas?

—Alyssa es una pieza clave para ganar la guerra de los maldecidos, si ella no cumple su misión, entonces estamos perdidos.

—¿Quiénes?, ¿Qué guerra?

—No puedo explicarte ahora, pero tú también tienes una misión, supongo que en algún momento lo entenderás.

—¡Habla, ahora! —dijo Leonardo aturdido de tantas dudas

—Alyssa no está aquí, está en una parte donde ninguno de ustedes podrá verla, pero pronto deberá irse, se sacrificará por el bien común.

Leonardo abrió los ojos, aterrorizado volvió a apuntarlo

—¿Qué eres?, ¿Qué daño estás haciéndole a Alyssa?

—Ninguno, jamás lastimaría a nadie y menos a Alyssa, entiende, esto es importante, si ganamos la guerra habrá paz para todos.

Leonardo negaba con angustia bajando la pistola, sin entender lo que Blue Fray decía—. Ustedes tienen una conexión ancestral, jamás se romperá, pero el ganar la guerra la mejorará. ¿No lo sabías?, ¿Acaso no sueñas con ella todo el tiempo?

—¿Con quién sueñas todo el tiempo? —preguntó Raúl acercándose a ellos e interrumpiendo la charla

—Alyssa Gante —dijo Blue fray—. ¿Tú tampoco sabías qué Leonardo sueña con ella todo el tiempo?

Raúl miró con desconcierto a Leonardo, quien se había sonrojado, sus orejas estaban tan rojas que era notable su incomodidad

—Dinos donde esta Alyssa —dijo Raúl con severidad

Blue Fray lo miró

—Luchamos en una guerra por nuestra libertad, Alyssa Gante también. Ahora mismo está peleando, su lucha es de suma importancia —dijo Blue Fray. Raúl y Leonardo lo observaban atónitos—. Hará un sacrificio muy grande y con nuestra victoria en la guerra de los maldecidos obtendremos la gloria.

—¿De qué rayos hablas?, ¡Eres un maldito loco! —exclamó Raúl

—¿Dónde está Alyssa? —preguntó Leonardo apuntándolo con el arma

—Te necesita, Leonardo, llegado el momento tú también deberás sacrificarte.

Leonardo devolvió el arma a Raúl, en ese instante de distracción Blue Fray aprovechó para correr, los hombres fueron tras él, ¡Pero Blue Fray era veloz!

Esquivaban troncos, ramas y hierba, corrían muy rápido y casi llegaban a la carretera.

De pronto cuando llegaron a la carretera, Blue Fray tomó de su bolsillo un traslador, que tenía apariencia de una brújula plateada, susurró unas palabras inentendibles y oprimió el botón que tenía aquel objeto. Pareció abrir una especie de burbuja transparente en medio del camino, Blue Fray corrió hacia ella con el ímpetu de defender su vida, pero los hombres estaban pisando sus talones, Blue Fray aceleró su carrera, a punto de llegar, se lanzó entrando en ella. Leonardo miró con estupor, corrió más aprisa intentando alcanzar al hombre azulado, parecía que estaba por lanzarse a la burbuja que se achicaba

­—¡Leonardo, espera!, ¡Detente! —exclamaba Raúl con desespero, al ver que se alejaba, ya había perdido a Alyssa y Leonardo representaba una conexión con ella, que él no quería perder—. ¡No lo alcances!

Leonardo se detuvo cuando escuchó el sonido del disparo que Raúl accionó. Entonces no hubo nada que hacer, la burbuja había desaparecido por completo.

Leonardo pasó su mano por el lugar, comprobando que había desaparecido

—¡¿Qué demonios!? —exclamó Leonardo desconcertado y preocupado

Raúl estaba agachado, recuperaba el aliento,

—¡No puede ser, no puede ser! —dijo Raúl incrédulo ante lo ocurrido

Cuando se resignaron a que Blue Fray no volvería, caminaron de vuelta por el bosque. Caminaban con aire derrotado. Soplaba un viento frío que anunciaba la primera tormenta invernal. Raúl se sentó sobre un tronco

—No puedo creer lo que vi, eso fue absurdo, increíble.

—Pero pasó ante nuestros ojos.

—¿Acaso dijo la verdad?, ¿Debemos creer en lo que dijo? —preguntó Raúl mirando a Leonardo

—No lo sé, pero desapareció ante nuestros ojos de forma inexplicable, no sé en qué creer ahora —dijo Leonardo

—¿Por qué no me habías dicho que soñabas con Alyssa?

Leonardo se quedó inmóvil, vio de reojo a Raúl, quien, aún sentado sobre el tronco, movía entre sus manos la pistola. Le preocupaba el tono de voz de Raúl que era agresivo y temía que un impulso de furia desencadenará una tragedia




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