Azulejo De Amor

Capitulo 4

Capítulo 4

 

- ¿Has dormido aunque sea algo? - giro mi cabeza y me encuentro a Rachel en la puerta de mi habitación, dormir se ha convertido en un lujo para mí, ya no sé que es eso.

- Toda la noche - le respondo como si fuera verdad - prácticamente como un bebé.

- Y eso, cuándo fue ayer, la semana pasada, hace un año - su tono está cargado de ironía - O - mira a todos lados - ¿Cuándo tenías cinco años? 

Respiro profundamente - No puedo estar un minuto tranquila, mientras Ángel está solo en el hospital con Eros, me enferma pensar que están en el mismo espacio - le contestó con agonía - tengo miedo, me aterra que le haga daño a su hijo.

Durante media hora he tratado de hacer algo con mi rostro, pero mis manos no colaboran, me he convertido en un manojo de nervios.  

- Sé que para ti debe de ser horrible aceptar otra vez a Eros en tu vida, yo misma quiero que esté a años luz de ustedes - se acerca a mí y pone sus manos en mis hombros tratando de consolarme.

Suspiro y apoyo mis brazos en la mesa del espejo, si tan solamente fuera aceptarlo, es perdonarlo para que pueda estar en la vida de Ángel sin problemas, por qué no imagino a mi bebé en medio de mi odio hacia su padre, sería injusto para él. 

- Rachel... No estoy asumiendo bien el papel que él está tomando con Ángel, verlo preocupado por el niño, ha sido abrumador, tú más que nadie sabes lo que viví con él, lo que lo ame, lo que sufrí. Amo a mi hijo pero... Ver a Ángel es ver a Eros, tristemente mi bebé es el resultado del odio de su padre hacia mí y el amor tan sincero que le tuve a su padre. - Una sola lágrima sale de mi ojo izquierdo y la limpio rápidamente. No me tengo permitido llorar en público. Estoy luchando para no demostrar lo que llevo dentro, mi insomnio y mi cama son los únicos testigos de mis largas noches envueltas en llanto.

Cierro mis ojos le tomo la mano a mi amiga para sentir que me sostienen, el pasado es una carga tan pesada que derrumba, cada encuentro con mis recuerdos me sacude lo más profundo de mí.

 

- Cállate Bonnie... No sé qué demonios está pasando por tu cabeza, pero no tienes derecho a opinar - Un Eros con actitud despreciable se inclina hacia mí y pegó mi cuerpo a una pared.

- Crees que soy una muñeca que tiene que hacer todo lo que digas - le respondo intentando quitar su pesado cuerpo de mí. 

- Pues si, eso eres, una muñeca porque no puede tener opinión - su tono de voz es duro.

- Entonces qué hago aún contigo, Señor perfecto.

- No se te olvide que yo decido Bob, puedo tenerte cuando quiera-   sus ojos sin expresión se clava en mí, quisiera encontrar al hombre que años atrás juró no dañarme, me encantaría entender en qué momento llegamos a este punto, siento como su mano estrecha mi boca - Maldito -le digo; al escuchar eso me alza con el otro brazo y camina hacia un sillón y me inmoviliza totalmente - para esto tampoco tengo cerebro. 

- Hablas demasiado... - 


 

- ¿Quedó claro? - la atenta mirada del doctor está puesta en mí - asiento - perfecto, será un tratamiento de varias secciones, con las células madres extraídas de la sangre del Sr. Derricks, los resultados van a ir viéndose al mes de la primera sesión - Atentamente oigo la explicación del doctor, tengo grandes expectativas porque sé que Ángel va a estar bien.

Los días comienzan a pasar a un ritmo lento, trato de estar lo más ocupada posible, tratando de no malgastar mis emociones con la nueva negra presencia en mi vida. La mayoría del tiempo estoy en el hospital, mi alma cae a pedazos cada vez que mi bebé sale de una sección, solo duerme, me aterra que no salgamos de esta pesadilla. 

- Por ti subo el Everest, descalza mi amor - le digo a mi bebé en un susurro - lo veo dormir, tenerlo dormido encima de mí me llena de paz, su respiración es tranquila, acaricio sus cachetes rosados - Eres mi vida.  

La puerta se abre y aparece su padre con cara de pocos amigos, por supuesto no saluda, yo tampoco lo hago, por eso rápidamente aparto mi mirada.

- No ha despertado - habla después de un rato.

- No - Hablar con él es imposible para mí, ya se cumplió un mes desde que lo fui a buscar, y cabe decir que no ha sido nada fácil. Realizar el papel de padres juntos ha sido un reto. Me atormenta el futuro, sobre todo el hecho de que mi hijo crezca viendo tanta hostilidad en sus padres. 

Sigo arrollando a mi bebé en brazos, trato de seguir el ritmo de su respiración para no perder los estribos con su padre. 

Toma asiento en unos de los sillones y su mirada se clava en su hijo, la tensión es casi insoportable, no sé cuánto tiempo pasa hasta que una enfermera nos avisa que es hora de irnos, su anuncio es un timbre de huida para mí. 

Después de acomodar al bebé en su cuna lo lleno de besos y salgo como una bala, el deseo de huir de su padre me domina.

- Hay asuntos que aún no hemos aclarado del todo Bonnie - obviamente el terreno neutral se acabó, lo ignoro y hago el camino hacia la salida del hospital.

Aunque camino lo más rápido que mis piernas lo permiten oigo sus pasos fuertes tras mío - Para - me detiene al estar en la calle - Hay que hablar - exige.



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En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

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