Bad Company

3. Tregua

Ashley abrió los ojos en la oscuridad tras soltar un grito de espanto. Había vuelto a tener la misma pesadilla que venía repitiéndose desde hacía una semana. La angustia por el desagradable sueño provocó que por un momento ni siquiera tuviera la certeza de dónde se encontraba. Le dolía todo el cuerpo y la negrura de la habitación, debido a que las cortinas estaban echadas, la ahogaba.

Respirando con dificultad y bañada en un sudor frío que hacía que la camiseta se le pegará al cuerpo, se incorporó en la cama y encendió la tenue luz de la mesita con una mano más que temblorosa. Miró la hora en su teléfono: las siete y media de la mañana. 

Sus pies descalzos rozaron la moqueta cuando se impulsó fuera de la cama dirigiendo sus pasos hacia el cuarto de baño y agradeció el frescor de las baldosas cuando entró en éste.

Se paró frente al espejo apoyando ambas manos sobre la porcelana del lavabo y se concentró en el sonido del agua mientras se miraba. Un rostro pálido y desencajado la observaba desde el otro lado y por unos instantes sintió miedo de lo que veía. Miedo de aquella mirada gélida que se reflejaba en el cristal y que no resultaba ser otra que la suya propia. Los recuerdos de su familia golpearon su mente y se preguntó qué le dirían si supieran en lo que se había convertido.

Sin poder soportarlo más, desvió la mirada y hundió sus manos en la pica para refrescarse la cara y nuca. El agua se escurrió por su rostro y el frescor del líquido contra su piel logró tranquilizarla. Inspiró profundamente y, alcanzando una toalla, se secó la piel antes de volver a encontrarse con su reflejo. Esta vez se obligó a sonreír y la chica del espejo, obediente, le devolvió la mueca.

De repente, un estrepitoso sonido al otro lado de la habitación hizo que Ashley tensará todos los músculos mientras maldecía para sus adentros el no contar con un arma cerca. Con todos sus sentidos alerta, se asomó por la rendija de la puerta del cuarto de baño. 

La figura de un hombre armado con una pistola se encontraba parada en medio de la habitación de espaldas a ella. Tomando esto como ventaja la cazadora se abalanzó sobre el extraño con la intención de desarmarle, pero él la sintió tras de sí y se giró justo a tiempo para inmovilizarla por las muñecas.

Ashley ni siquiera se detuvo a fijarse en el rostro del hombre que la mantenía sujeta. Sin pensárselo dos veces lanzó una patada contra la ingle de éste, provocando que un gruñido escapara de sus labios. No contenta con todo esto, lanzó una segunda patada barriendo una de las piernas de él para llevarlo contra el suelo retomando así el control de la situación.

La rubia se sentó sobre su contrincante a horcajadas y usando toda su fuerza para evitar que éste lograra ponerse en pie. Sus manos se cerraron alrededor del cuello de la camisa del hombre mientras hacían fuerza para atraer su rostro hacia el de ella y, sólo entonces, gracias al tenue reflejo de la lámpara, fue cuando lo reconoció.

—¿Dean? —preguntó extrañada—. ¿Por qué demonios has irrumpido así en mi habitación?

—Te he oído gritar y he pensado que necesitabas ayuda.

Ashley relajó sus puños soltando el agarre de la camisa del cazador, separándose levemente, aunque manteniéndose aún sentada sobre él.

—Como has visto no es así. —Le sonrió—. He vuelto a patearte el trasero.

—¿Segura de eso? —dijo Dean con suficiencia. Ashley frunció su ceño confundida hasta que notó la pistola del cazador contra su costado. Se había olvidado por completo del arma—. Creo que esto me convierte en el ganador. 

Sin embargo, la chica era demasiado testaruda y ágil como para dejar que el cazador resultará el vencedor de aquella pequeña competición que ambos acababan de iniciar. Con un rápido manotazo se deshizo del arma y la misma se disparó sola cuando cayó contra el suelo.

Ashley se sobresaltó sobre la cintura del cazador a causa del tiro.

—Deja de moverte así o... 

—¿Estás loco? ¿Qué coño hacías apuntándome con un arma sin el seguro puesto?

—Relájate. ¿Quieres? Pensaba que corrías peligro. No iba a entrar sin estar preparado. Y ahora, por favor, para de moverte así. —arqueó las cejas bajando la vista hacia el creciente bulto en sus pantalones.

—¡Serás gilipollas! —Le reprendió Ashley dándole un manotazo sobre el pecho—. ¡Y un cerdo!

—¡Hey! ¡Eres tu quien se me ha tirado encima! ¡No soy de piedra!

La rubia se puso rápidamente en pie dedicándole una mirada llena de desdén. 

Dean la observó aún tumbado sobre el suelo con una estúpida sonrisa en su rostro. Ashley sólo llevaba una ancha camiseta encima de su ropa interior, y ésta apenas cubría la mitad de su muslo, haciendo que sus estilizadas piernas quedaran expuestas en todo su esplendor ante él. Pero el impresionante físico de ella no fue lo único que le llamó la atención antes de incorporarse sobre sus codos.




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