¿QUIÉN ERA ESA SEÑORA?
—He ganado yo, Stefan —sonrió Will, bajándose de la Jeep ando un portazo.
—Sí, sí, charlatán —respondió a su burla, sentándose en la mesa de afuera de la cafetería.
—Aún no puedo creer que tengas la Jeep Grand Cherokee en la versión Trackhawky y aún menos que yo me haya montado en ella —comentó Bruno con cierta ilusión en sus ojos.
—Regalo de mis padres por mi cumpleaños número veintiuno el mes pasado —contestó el rubio sin mucho interés.
—Se nota que para ellos el dinero no es problema alguno.
—Los señores Müller siempre han sido ricos, pero no dejes que su dinero te engañe y pienses que son malas personas, son de lo mejor. Siempre invitan a la familia a pasar nochebuena con ellos y hacen una donación para los niños sin hogar —agregó Fernando.
—Y son los otros padres adoptivos de Clara —dio una risa el chico de ojos azules.
—Tíos adoptivos —corrijo Clara desde su silla.
—No seas modesta, Clar. Ellos te aman como si fueras su hija, más que a mí.
—Al igual que nuestros padres —dijo Fernando mirándola mal.
—Hablando de familiares ¿Dónde está tu familia, Mariposa?
La expresión de Clara fue la más dura que había visto hasta el momento, sus facciones se endurecieron, apretó la mandíbula, sus ojos mostraban frialdad en su máxima expresión, sus manos se volvieron puños, miró por otro lado mientras respiraba profundo. La mirada que Will le dio fue de desaprobación.
—Están de viaje. En uno muy largo, por eso no se les ve rondando por aquí ni se les verá.
—Hola, chicos. ¿Qué les puedo servir? —pregunto Dalia, interrumpiendo su conversación y salvándoles de una situación incómoda.
—Dame una soda, por favor, Dalia.
—Por supuesto, señorita D'amico.
—¿Tienes la soda sin gas, Dalia? — intervino Will, mirando a Clara quien bajó la mirada hacia sus dedos al escuchar lo que había preguntado.
—Eh... bueno... creo que hay un par de botellas sin gas en la bodega. —respondió insegura y sin saber porqué preguntaba por eso, a nadie le gusta el refresco sin gas.
—Dale la soda sin gas, temperatura ambiente, si no tienes no te preocupes solo trae la botella, por favor y a mí un jugo de naranja.
—Claro, Will. Ustedes chicos ¿qué van a querer?
—Pidan lo que quieran yo pago —concedió mientras miraba a Clara y le tomaba la mano.
—Vaya, esto no es de todos los días, así que, Dalia para mi dame un batido de frambuesas, una orden de banderillas, aros de cebolla. Para mi hermano una ensalada mediterránea y una limonada sin azúcar, ya sabes, la dieta —reviró los ojos —. Y para el bombón de Bruno unos burritos de pollo a la plancha con una coca cola con mucho hielo, por favor. No pido para Clara y Will porque son los más delicados —ordenó Stefan dejando el menú, por un lado.
—Una orden de sushi de aguacate y una pasta Alfredo, por favor.
—Claro, enseguida.
El silencio que quedó era incómodo. Clara indiferente mirando al rubio a su lado, Will tomando su mano tratando de apagar el incendio que había en su cabeza, Fernando y Stefan jugaban con el celular y se peleaban cuando el otro ganaba. El tono de llamada del celular de Will empezó a sonar, se alejó para contestar, no tardó más de unos cinco minutos en volver, todos lo miraron expectantes a las noticias que seguramente les daría, a juzgar por la sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas era algo sumamente bueno.
—Mamá estará aquí —soltó pasando sus manos por su cabello eufórico —. Te... tengo que ir por ella al aeropuerto en una hora y media. —tartamudeo nervioso.
—¿La Verónica Müller estará en Senfil? —se sorprendieron todos.
—Si, tal y como lo escucharon Verónica Müller en Senfil en una hora y media, con personas por todos lados, seguridad loca y periodistas y paparazzis haciendo preguntas estúpidas.
—Guau, no sabía que tu madre estaría aquí, Will —comunicó Dalia.
—Sí, nadie sabe y eso es grandioso, además de que vuelva a casa conmigo. —sonrió con nostalgia notoria.
—¿Para qué crees que vuelva?
—Lo más seguro es que sea para nochebuena —respondió —¿Quieres que te ayude trayendo las bebidas, Dalia? Necesito estar activo y bajar la velocidad del hámster en mi cabeza, aunque sea por unos minutos.
—Gracias.
Los cuatro chicos soltaron el aire contenido en sus pulmones una vez que Will y Dalia se fueron.
—¿Qué fue eso?
—Bueno, Verónica no viene muy seguido, Bruno. Will se crío entre niñeras, su nana y Clara. Como ya sabes nosotros nos conocemos desde que estábamos en pañales, prácticamente de toda la vida y nunca hemos visto que sus padres se sienten con él a convivir, su trabajo es abrumador y con los paparazzis siguiéndoles por todas partes no querían que su hijo se viera afectado en sus estudios por eso cedieron que él se quedará aquí mientras ellos viajaban. Para Will su persona favorita siempre será Cereza porque fue la única que nunca se fue a pesar de su necedad nunca lo ha abandonado. Vivir en una mansión siendo hijo único no es muy agradable que digamos, por más que estés rodeado de miles de lujos nunca estarás satisfecho porque lo material jamás llenará el vacío de la ausencia —hizo una mueca.
—No pensé que Will fuera hijo único o sea si, la vez que Luis y yo fuimos a su parecia un desierto pero creí que él tendría un hermano. —admitió algo desanimado y sorprendido.
—Todas las revistas decían que los Müller solo querían un descendiente para continuar con su legado —prosiguió Stefan —. Como toda típica familia rica. Lo que no sabían es que Verónica si había logrado embarazarse su segundo hijo, pero desgraciadamente tuvo un aborto espontáneo por problemas hormonales, así que Will es un milagro para ellos. Ellos perdieron a su bebé y Will perdió la oportunidad de ser hermano mayor, fue entonces que se encerraron en el trabajo y el en Clara o en sus estudios.