Bailando Bajo La Lluvia

Capítulo 20

PAR DE AÑOS

Habían despertado hacia una hora, Mery les había preparado el desayuno para que terminando pasarán a la casa de Bruno por sus pertenencias que necesitaría en la noche y al día siguiente ya que le había rogado a Clara que se quedaran esos dos días.

—Cariño, el señor Donet llamó —informó Mery entrando al gran comedor —. Dijo que los inversores quieren hacer una reunión.

—Ajá, ¿y? —se limitó a comer su fruta.

—Requieren de tu presencia.

—Maldición, ¿cuándo será?

—Está tarde.

La joven empezó a toser ahogándose con la fruta, respiró profundo tranquilizando su respiración y tratando de mantenerla estable.

—Estoy... bien —dijo una vez pasado el susto—. ¿A qué hora es, exactamente?

—A las cuatro en punto, pero señorita D'amico ¿tengo que recordarle lo machistas que son?

Dio un suspiro y observo el reloj colgado en la pared.

—Bien, dile a alguno de los guardaespaldas que lleven a Bruno a su casa y después que venga por mí, tendré que revisar algunos papeles.

—No —el chico la interrumpió—. Puedo ir contigo, ¿no?

—Bru, este es un asunto complicado, no creo que quieras ver y escuchar como eso idiotas intentan hundirme.

—Yo seré tu respaldo.

La rubia miró a Mery en busca de aprobación, la señora era lo más cercano que tenía de su abuela.

—Creo que sería mejor llevar a alguien de tu familia.

—De acuerdo. Aunque de todas maneras deberás ir a tu casa, tienes que ir por mucha más ropa, ayer solo fuiste por tu pijama y Mery, por favor encárgate de que la cena esté lista para cuando lleguemos, sino moriré de hambre —lloriqueo.

—Con mucho gusto.

Al llegar a su casa, Bruno le comentó a su madre que no esperara en todo el fin de semana que se quedaría en casa de Fernando y Stefan, ella no presto mucha atención solo se quedó mirando el televisor con una copa en la mano. No sabía si arreglarse en su casa o en la mansión, ella había dicho que solo pasará por ropa, pero no le había dicho para cuantos días así que metió como mínimo para una semana.

Al bajar de su habitación el guardaespaldas de Clara le espera en la cocina con una de las mucamas coqueteando con él, la mujer al ver la presencia del chico abrió mucho los ojos, se disculpó y salió del lugar cabizbaja. Le indico al hombre que ya podían irse y luego de unos minutos ya estaban devuelta en la mansión. Al entrar escuchó la voz de sus amigos.

—... ¿Nos puedes ayudar? —pidió Fernando sentado en unos de los sillones de la sala de estar.

—Depende de qué tipo de favor sea, Nando —respondió con seguridad llamándolo por el apodo.

—Necesitamos que nos preste una de tus casas.

—¿Que? —Clara levantó la mirada de los papeles que tenía en las manos y miro a los chicos frente a ella—. ¿Para que la necesitan?

—Con el equipo necesitamos un lugar donde podamos entrenar, la de seguridad ya no nos deja y el polideportivo está en reparación —informó abrumado.

—Y justamente los eligieron a ustedes para encontrar un sitio, ¿me equivoco?

—Sí, bueno...

—¡Fernando nos ofreció!

—Agh, chicos por lo que recuerdo la única mansión con un gran lugar en donde puedan entra los chicos de rugby en el pueblo es esta y ustedes más que nadie saben que ninguna persona ajena puede pasar a esa casa.

—Vamos, Cereza, ¿no puedes hacer una excepción con nosotros?

—No, chicos, no es tan fácil como parece.

Fernando y Stefan intercambiaron miradas de tristeza.

—Está bien, no te preocupes encontraremos otro lugar o le diremos al equipo que hubo un inconveniente —ambos hermanos se levantaron de la mesa con la mirada plantada en el piso.

Clara sabía que ellos utilizaban esa estrategia para convencerla sobre algún tema, siempre se ponía a pensar sobre todo lo que ellos hicieron y hacían por ella. Sentía que estaba siendo egoísta por no querer prestarles la mansión, le daba miedo que se enteraran que ella era la niña sobreviviente al incendio, pero aún así no quería sentirse así.

—¡Esperen! —los llamó y ambos voltearon a verla—. Veré si la mansión de mis padres está disponible para la que puedan usar, ¿bien? Solo necesito tiempo, al menos un día, esa casa no se limpia por arte de magia.

—Cereza, está bien. No te preocupes.

—Chicos insisto, solo denme un día.

—Gracias, Cereza, sabemos que es difícil para ti —agradecieron.

—Creo que a pesar de todo nunca les podría negar algo.

Bruno se aclaró la garganta para que ellos notaran su presencia.

—Hey, amigo. ¿Qué haces aquí? —Stefan dio una mirada rápida y pícara a la joven quien solo le reviró los ojos.

—Eh, lamento haber escuchado su conversación e interrumpirlos.

—Tranquilo, no era nada muy importante si estás aquí ya no hay nada que ocultarte, solo cuida tus palabras al hablar de esto cuando estés con otras personas, nadie puede enterarse de que la mansión más cara y grande pertenece a la familia D'amico —dijo Fernando.

—Mi boca es una tumba.

—Bueno, Cereza, suerte con esos patanes —deseo Stefan.

—Gracias, chicos, avisenle a sus padres y Will y la tía Verónica y al tío Jake si es que ya llego que no se preocupen por nada, la abogada estará en la empresa no creo que haya mucho por discutir.

—De todas formas, mantenlos al tanto, cuando se juntan esos cuatro viejos no hay nadie que los pare.

—Lo haré, lo prometo.

Los chicos se fueron luego de terminar con su pequeña charla, Clara dijo que se iba a bañar y el debería hacer lo mismo, ya no faltaba mucho para la reunión con los inversionistas.

Cuarenta minutos más tarde, mientras el chico lograba sacar su brazo por uno de los huecos de la camisa ella intentaba peinar su cabello rebelde, por lo general, solo peinaba para desenredar los nudos, pero en ese momento tenía que parecer una mujer de alto nivel, negocios y experimentada cosa no obviamente no era.




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