Bajo la Lluvia de mi vida

CAPITULO 37

- '¿por qué lo mira así?, ¿será, pero cómo?, si yo nunca se lo mencione y mucho menos creo que Leyla lo haya hecho, tantas eran mis preguntas que no sabía qué decir al profesor para explicar tal situación. De pronto Alejandro les dijo que se fueran, lo pidió amablemente, pero esto solo enfureció al profesor, a tal punto de que él ya había alzado su mano para darle una bofetada mientras le gritaba de todo, pero mi padre lo detuvo y le susurro algo al oído, haciendo que este se calmase y se fuese a regañadientes.

- LUNA PRADO ÁLVAREZ, ponte adelante de una vez - dijo Antonio.

Yo no sabía que hacer al escuchar el grito de mi padre, pero involuntariamente quise hacerle caso, pero Alejandro me detuvo diciéndome que él ya no me mandaba más, que él no tenía ese derecho, mi padre al escuchar esto se enfado, pero trato de disimularlo, suspiro, volvió su voz más suave y dijo "Vamos Luna sal, no te haré nada, crees que puedo hacerlo, yo soy tu padre, a pesar de los problemas entre tu madre y yo eso no quiere decir que yo ya no te quiera, háblame por favor".

Esto me hizo sentir muy triste, desde hace mucho deseaba escuchar tales palabras de él, yo sabía que él me quería, pero por alguna razón tenía dudas, y quería que él me lo confirmase, esto me hizo querer llorar he ir a sus brazos y lo hice, corrí y lo abrace con mucha fuerza. Él me miro y me sonrió tan dulcemente que casi pensé que el había vuelto para quedarse, lo que me hizo muy feliz.

Alejandro se quedo mirando la escena, y de a poco su mirada se suavizo más y más, supongo que ya había entendido lo que había sucedido frente a sus ojos, ojos oscuros pero profundos, haciéndome sentir aliviada.

- Luna ¿está bien si te dejo un momento para que hables?

- Si, estaré bien, gracias por tu preocupación.

- Espero sepas lo que haces, ten cuidado de todas formas.

Note en su cara preocupación y no sabía por qué lo estaba, a caso no sabía que él era mi padre, no lo creo.

- Bien, bien.

Mi padre y yo nos quedamos solos, él me llevo a la parte trasera del salón, en ella había una habitación vacía donde se suponía se guardaba los víveres, yo me pregunte por qué es que me llevaba a un lugar apartado, el noto mi preocupación y me dio una palmadita en la espalda lo que me tranquilizo, desde que era pequeña él siempre me dio palmaditas en los momentos en que tenía miedo, y para mí era como se me diera valor y tranquilidad.

 




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