Una gran multitud de personas salen de la Iglesia. Cuando Jan le responde a su hermano:
— Ya nos vamos a ir, espera a que nuestros padres terminen de hablar con el pastor.
— Es que el hambre que tengo es mucho, y si no como pronto, como el riesgo de morir.
Jan se ríe bastante de su hermano, y le dice:
— No te vas a morir por pasar unas horas con hambre, ahora te compro algo antes que lleguemos a casa.
— Bueno...
Jan a Loren pasar cerca, y la saluda, diciéndole:
— Hola Loren, no te vi llegar.
— Hola Jan, es que llegué bastante tarde y me senté en las últimas sillas.
— ¿Pero si alcanzaste a escuchar la predica?
— Si, estuvo muy buena.
Theo queda viendo a su hermano, y coge la mano derecha de Loren, y le dice:
— Le gustas a mi hermano.
Loren se pone muy nerviosa. Cuando se exalta bastante, y le dice a su hermano:
— ¿Pero qué estás diciendo?
— El pastor dice que no se puede decir mentiras.
Jan y Loren se ven las caras. Cuando Loren se despide rápidamente de Jan y de su hermano, y se va de la Iglesia.
En seguida, Jan le expresa a su hermano:
— No seas imprudente Theo, me hiciste avergonzar.
— Solo quise ayudarte, además, todavía tengo hambre.
Isabella y Blick terminan de hablar con el pastor. Y salen junto con Jan y Theo, y se montan en su vehículo y se van a casa.
Minutos después, Jan y su familia llegan a casa, y mientras Isabella se pone a preparar la comida. Jan sale de la casa a pensar de la predica. Cuando escucha a dos personas hablar del debate de los alcaldes en la noche...
Jan saca su teléfono y verifica esa información, y ve a los cuatro candidatos que se van a presentar en la noche. Cuando su padre se pone a su lado, y le dice:
— ¿Qué haces?
— Ah, escuche a dos personas que iban pasando por aquí, y estaban hablando del debate esta noche.
— ¿Y qué piensas de eso? Mejor te cambio la pregunta. ¿Quién crees que gane?
— ¿El debate?
— No, esta alcaldía.
— No lo sé, pero si uno se pone a ver estos gráficos que se muestra por este celular, ese candidato llamado Marchal, les lleva diez puntos de ventaja.
— No es nada.
— Así es, todo puede pasar... cambiando de tema papá. ¿Usted se acuerda de lo que le iba a decir al pastor?
— Le ibas a comentar algo de ampliar la Iglesia.
— Si, eso era.
— Pero tranquilo, yo le dije eso.
— Gracias papá, no sé porque se me olvido eso.
— No será que estas enamorado.
— Enamorado no, me agrada alguien de la Iglesia... no lo puedo negar, pero lo más importante es estar bien con Dios.
— Claro que sí, lo demás es añadidura.
En ese momento, los vecinos del frente llegan de viaje, y saludan desde su vehículo a Jan y a Blick, quienes también los saludan...
En seguida, los vecinos abren la puerta de su casa, y dejan a su hijo en ella, y van los dos a donde están Jan y su padre, quienes antes los habían invitado a la Iglesia...
Oscar le dice a Blick y a Jan:
— ¿Cómo están?
Blick le responde:
— Bien, con un poco de hambre, pero ustedes no tienen la culpa.
Todos se ponen a reír. Cuando Sara les dice:
— Venimos de visitar a unos familiares en Nueva York, y nos quedamos muchos más días de lo pensado, por eso no llegamos a tiempo a la invitación que nos hicieron.
De inmediato, Jan le dice a Oscar y a Sara:
— Tranquilos, el día que ustedes puedan ir, está bien.
Blick le expresa a Sara y a Oscar:
— Eso es bien que hayan decidido ir a la Iglesia...
Oscar no deja terminar de hablar a Blick, diciéndole:
— Cambiando de tema, ¿ustedes ya tienen un candidato por quién votar?
Blick y Jan dicen que no. Cuando Sara les dice:
— Ayúdenos y voten por Marchal, ese hombre va hacer un alcalde extraordinario, además, el gobernador lo apoya.
Jan le responde a Sara:
— En esta casa no vamos a votar por ninguno.
Isabella sale a la puerta y saluda a Oscar y a Sara, y luego le dice a su esposo e hijo:
— Ya pueden venir.
En seguida, Blick se despide de Oscar y Sara. Y se va a la casa. Cuando Oscar le dice a Jan:
— Ustedes tienen, no... todos tenemos la oportunidad de mejorar el pueblo y Marchal es el candidato ideal para eso.
— Esa es su elección y yo la respeto, mas no la comparto.
Sara le expresa a Jan:
— Ustedes nos invitaron a la Iglesia y nosotros aceptamos, y vamos a ir, ahora nosotros los invitamos a votar por alguien que va hacer las cosas bastante bien.
De inmediato, Jan le responde a Sara:
— ¿Esto es una especie de chantaje?
— No, claro que no.
— ¿Cómo ustedes saben que ese candidato va hacer las cosas bien? Porque a mí no me genera confianza.
— Él va a ganar.
— Perdonen, pero ya tengo mucha hambre.
En seguida, Jan se retira de la presencia de los vecinos, mientras Oscar le dice a su esposa:
— No, ellos me estaban diciendo que votara por su candidato, ya que nosotros los invitamos a la Iglesia.
— ¿Y qué tiene que ver eso?
— Es un chantaje.
— Pues, si no quieren ir a la Iglesia, es problema de ellos, lo que está en juego es su salvación, nosotros estamos cumpliendo en buscar a las personas, pero no se puede obligar a nadie, ahora ve a comer.
— ¿Y a qué hora hiciste la comida?
— Ah, ustedes no se acuerdan, pero yo deje pollo en la nevera. Y no tuve que hacer mucho.
— Qué bueno, porque también tengo mucha hambre.
— Entonces ve a la mesa, ya está cérvida la comida.
En seguida, Jan va a la sala, y ve a su padre y a su hermano en el comedor, y con mucha extrañeza le pregunta a su padre:
— ¿Acaso me estas esperando para comer?
— Claro, excepto Theo.
— Así veo.