Bajo la penumbra

Capítulo 6: La Luz Tras la Penumbra

Carolina abandonó la Mansión Whitemore con el corazón pesado, sintiendo la pérdida de Santiago en cada paso que daba. Sin embargo, sabía que su sacrificio había sido necesario para liberar a las almas atrapadas y restaurar la paz en la mansión. Al llegar a su coche, miró una última vez hacia la imponente estructura antes de conducir de regreso a la ciudad.

Los días siguientes fueron una mezcla de duelo y reflexión. Carolina se sumergió en los documentos y grabaciones que habían recopilado, buscando sentido y tratando de encontrar una manera de honrar el sacrificio de Santiago. Decidió escribir un informe detallado sobre sus hallazgos, tanto para la comunidad científica como para aquellos que habían perdido a sus seres queridos en la mansión.

Una mañana, mientras revisaba las grabaciones de audio, encontró algo que la dejó perpleja. Entre los susurros y los ruidos habituales, una voz familiar resonó claramente:

—Carolina... sigue la luz...

Era la voz de Santiago, más clara y firme que nunca. Su corazón se aceleró mientras rebobinaba la grabación para asegurarse de lo que había escuchado. La voz se repetía, guiándola hacia una nueva dirección.

Con renovada determinación, Carolina regresó a la Mansión Whitemore. Sabía que había algo más que debía descubrir, algo que Santiago le estaba intentando decir desde el más allá. Al llegar, fue recibida por Hargrove, quien la miró con sorpresa y alivio.

—Doctora Carolina, no esperaba verla tan pronto —dijo, con una mezcla de preocupación y esperanza en su voz—. ¿Ha encontrado algo más?

—Creo que Santiago intenta decirme algo —respondió Carolina, mostrando la grabación—. Debo seguir la luz.

Juntos, exploraron la mansión una vez más, guiados por las palabras de Santiago. La mansión, ahora libre de la penumbra que la había envuelto, se sentía diferente, más luminosa y menos opresiva. Llegaron al salón principal, donde la luz del sol entraba a raudales a través de las ventanas.

—La luz... debe haber algún significado —murmuró Carolina, buscando algún indicio.

Sus ojos se posaron en un antiguo candelabro de cristal que colgaba del techo. La luz del sol lo atravesaba, proyectando un patrón de colores en la pared. Se acercó al candelabro y notó una inscripción en su base, apenas visible por el polvo acumulado.

—"La verdadera luz se revela en la oscuridad" —leyó en voz alta—. Esto debe ser una pista.

Siguiendo el patrón de colores, Carolina y Hargrove llegaron a un espejo antiguo en una de las habitaciones secundarias. Al limpiarlo, revelaron un mecanismo oculto detrás del marco. Con un giro cuidadoso, el espejo se abrió, revelando un pasaje secreto.

—Esto es increíble —dijo Hargrove, asombrado—. La mansión sigue revelando sus secretos.

El pasaje los llevó a una habitación oculta en el corazón de la mansión, iluminada por un único rayo de luz que entraba a través de una pequeña abertura en el techo. En el centro de la habitación, una caja de madera tallada reposaba sobre un pedestal de piedra.

Carolina abrió la caja con cuidado, revelando un manuscrito antiguo y un medallón de oro. El manuscrito estaba escrito en un idioma antiguo, pero algunas partes eran legibles. Hablaba de un pacto y de cómo la luz y la oscuridad estaban eternamente entrelazadas.

—Este manuscrito... podría contener las respuestas que hemos estado buscando —dijo Carolina, emocionada—. Debo estudiarlo más a fondo.

El medallón, con un símbolo de sol y luna entrelazados, parecía emanar una energía especial. Carolina lo sostuvo en sus manos, sintiendo una conexión con Santiago y con los misterios de la mansión.

—Santiago sabía que encontraríamos esto —dijo, mirando a Hargrove—. Su sacrificio no fue en vano.

De regreso en la biblioteca, Carolina comenzó a traducir el manuscrito. Descubrió que la Mansión Whitemore había sido construida sobre un antiguo lugar de poder, donde la energía de la luz y la oscuridad convergían. El sacrificio de Santiago había sellado la penumbra, pero el medallón y el manuscrito contenían el conocimiento necesario para mantener el equilibrio.

Con esta nueva información, Carolina se comprometió a proteger la mansión y a continuar el trabajo que ella y Santiago habían comenzado. Publicó un informe detallado, pero mantuvo ciertos secretos para proteger el lugar y evitar que cayera en manos equivocadas.

La historia de la Mansión Whitemore y el sacrificio de Santiago se convirtió en una leyenda local, inspirando a otros a explorar lo desconocido con una mente abierta y un corazón valiente. Carolina, aunque siempre llevaría la pérdida de Santiago consigo, encontró paz al saber que había cumplido con su propósito.

Bajo la penumbra, había descubierto la verdadera luz, una que brillaría eternamente en su memoria y en la historia de la Mansión Whitemore.




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