Bajo La Piel De Lobo

UN EMPUJONCITO

CAPÍTULO VII

Un empujoncito

 

 

La policía de Midland no había logrado  hallar la pista del auto de Charles, creían que no había hecho más que pasar por ahí y seguramente había regresado a su casa o estaba en camino. Las autoridades de Nuevo México por su parte conversaron con la esposa y esta se mostró poco receptiva; o cuando menos indicó no tener manera de comunicarse con su marido hasta que éste la contactara, puesto que odiaba los celulares, solía decir que “esos” aparaticos solo causaban más dependencia de la tecnología a las personas; de hecho ninguno de los habitantes de la casa los usaban. Charles odiaba ver a sus sobrinos, los hijos de su hermano Stephen embelesados y casi metidos de cabeza todo el día en la diminuta pantalla de los dispositivos: “hasta mal educados son, ni siquiera ven a los ojos de las personas cuando les hablan”.

Según la dama, su esposo estaba en Texas por razones de trabajo. Se dedicaba a la construcción y últimamente no había sido capaz de obtener contratos en Nuevo México, pero como tenía licencia para laborar en Texas, prefería recorrer el estado vecino que por lo general ofrecía mejores opciones. Finalmente la mujer indicó que revisaría las gavetas y los bolsillos, a ver si encontraba los números de teléfono o cuando menos los nombres, de las compañías para las cuales Charles había estado últimamente trabajando.

El tiempo se agotaba, las horas seguían pasando y francamente ni Rick ni sus compañeros que le apoyaban o trabajaban circunstancialmente en el mismo caso, creían que Mathew aparecería con vida. Una vecina del niño llamó para hablar con él; la dama quería aportar en lo que fuera necesario para que el caso siguiera con firmeza. Este tipo de comunicaciones normalmente son motivadas por la preocupación de los vecinos, para que se capture al perpetrador que ha delinquido en el mismo vecindario y todos puedan volverse a sentir seguros; así como para también ejercer un poco de presión comunitaria sobre las autoridades.

En este caso la dama estaba genuinamente preocupada por Mathew, pero también por cómo “el hecho” le afectó a su propio hijo. Ellos eran amigos y siempre se la pasaban juntos. Normalmente andaban en bicicleta por las tardes y lo que le sucedió al vecinito, bien pudo pasarle a su propio hijo. El niño de la misma edad que Mathew estaba realmente afectado desde aquella fatídica tarde; desde que la noticia se dio a conocer no hacía más que llorar, vivir nervioso y con miedo.

Una reportera de un canal de televisión local también le abordó – coño no puedo investigar y atender a todos los interesados en conocer del caso al mismo tiempo, o hago una cosa o hago la otra – pensó Rick después de que aquellos imprevistos le estuvieran tomando más tiempo del que esperaba esa mañana. Pero por otro lado no podía darse el lujo de ignorar las angustias de la comunidad, ni rechazar a los reporteros aun cuando tampoco pudiera brindarles detalles de los casos. La imagen institucional de la policía con la comunidad a la que sirve es fundamental y la relación con los medios es una herramienta de difusión que no pocas veces ayuda a la resolución de los delitos; de modo que mejor sería tener paciencia y atender a esas personas, aun cuando solo fuera para responder: tenemos las investigaciones adelantadas y estamos en un punto crítico del caso, pero todavía no podemos dar a conocer ninguna información para no comprometer  el resultado.

Se entrevistó con muchas otras personas con las que había determinado relación con Mathew para seguir recabando información y no seguir un único camino. Molestó a las autoridades de Midland para ejercer presión sobre ellos, puesto que Rick no era muy conocedor de esa zona, pero estaba convencido de que aunque fuera un lugar pueblerino, alguien debía haber visto el auto, o alguna cámara de video ya fuera del sistema de seguridad comunitaria, o de algún particular que pudiera haber captado al automóvil, a fin de cuentas era un modelo poco común en estos días.

Lo propio hizo con las autoridades de Nuevo México; ya que Charles tenía antecedentes, no podía ser tan difícil determinar quiénes eran las personas a las que se asociaba, entonces ubicar a esa gente e interrogarlas; un poco de trabajo de campo es normalmente suficiente para hacer eso. Y si aún con ello no daban con el paradero de Charles, era muy probable que alguno de esos individuos estableciera comunicación con el requerido y le hicieran saber que estaba siendo buscado. Eso normalmente hace que los perpetradores se pongan nerviosos y una persona nerviosa siempre suele cometer errores.

En el fondo sabía que encontrar a Charles era solo cuestión de tiempo, el problema es que tiempo era precisamente lo que no había si es que a esas alturas, todavía quedara un ápice de esperanza de que Mathew estuviera con vida. Y francamente luego de las primeras setenta y dos horas, solo un milagro habría mantenido con vida al niño.

Aunque estemos en el país más poderoso del planeta, ese poder no siempre se traduce en un hecho favorable para sus ciudadanos. Lamentablemente el precio que paga el pueblo americano por vivir en una sociedad desarrollada y con las libertades civiles que posee, es ser el blanco de psicóticos que buscan aprovecharse justamente de esas libertades, ya sea de forma doméstica o foránea.

En cuanto a las amenazas foráneas, son un tema ajeno a la policía y está en manos de los cuerpos de inteligencia del estado y de las fuerzas militares lidiar con eso. El problema que atañe a Rick, son los otros: esos individuos que de manera particular agreden a las personas y vulneran sus derechos hasta el punto de agredir lo más básico en la otra persona, es decir su vida; o los que se conforman en redes de criminales para de una manera orquestada aprovecharse de obtener dinero y poder mediante el crimen. 




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