Bajo La Tormenta

CAPITULO CUATRO

Karl la miró como si no fuera capaz de entender las palabras que acababa de pronunciar, sin embargo, Ebba estaba segura de que había sido lo suficientemente clara al hablar. Karl se levantó del sillón como un resorte, mientras se aflojó la corbata.

—¿Te has vuelto loca, Ebba? — le impelió finalmente cerrando las cortinas, como si eso cubriera en algo lo que allí sucedía.

—No, en realidad, nunca he dicho nada más en serio y no vuelvas a hablarme así, Karl— le avisó la joven poniéndose en pie también.

—No encuentro otra explicación para lo que acabo de escuchar— dijo a modo de excusa— Pero debes olvidarte de lo que has dicho, porque no voy a hacerlo.

—¿Porque no? No lo pensantes con Martin, enseguida te lanzaste a ayudarle y me dijiste que harías lo que te pidiera...

—Cualquier cosa menos eso— la interrumpió Karl— No voy a permitir que arriesgues tu vida por algo absurdo. Estas dolida, lo comprendo, pero no voy a dejar que hagas una locura.

—No tuviste tantos reparos con Martín, ¿que diferencia hay? ¿Qué era un hombre? — musitó ella rabiosamente— Ya veo cómo podemos confiar en ti.

—Y puedes hacerlo, Ebba, ¿no lo comprendes? Tu más que nadie sabes lo peligrosas que resultan estos asuntos— replicó Karl en tono desesperado.

—Creía que eras mi amigo, pero veo que no— susurró ella con decepción, agarrando su bolso— Olvida que he venido, yo misma lo buscaré.

Ebba fue a pasar junto a él con intención de marcharse, realmente no tenía forma de encontrar a esa persona, pero siempre podría buscar entre las cosas de su hermano, probablemente allí...

—¿Porque quieres verle? — le preguntó Karl a sus espaldas.

—Es privado.

—No confías en mi... —suspiró tristemente el hombre— Vuelve a casa, iré a verte con la respuesta.

Ebba asintió y salió de la casa. Había estado segura de que Karl finalmente acabaría accediendo, aunque también había sido consciente de que no sería fácil. Karl había querido asumir el papel de hombre de la familia, algo que su madre y su cuñada comenzaban a aceptar, sin embargo, ella no lo veía bien. No quería sentirse obligada con él, no por gratitud. Y estaba también muy segura de que nunca sentiría por él nada más que... aprecio fraternal y en los últimos tiempos, ni siquiera eso podía sentir.

***

Ebba llegó a su casa y la recibió el olor a carne asada de la cena. Se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero, para entrar posteriormente al salón de la casa, donde Judith cosía un vestido, supuso que de algún encargo.

—Hoy has venido más tarde, ¿ha ocurrido algo? — le preguntó su cuñada, mientras la joven se quitaba los zapatos.

—No, he ido a preguntarle algo a Karl— musitó la joven sin darse cuenta.

Judith dejó de lado su quehacer para mirarla con una sonrisa deslumbrante, mientras Ebba fruncía el ceño sin comprender porque se sentía tan feliz.

—¿Y cómo está? — preguntó en voz baja, como si fueran dos niñas ideando una travesura.

—Igual que el pasado sábado, cuando estuvo aquí— replicó fríamente Ebba, arrepintiéndose por haber dicho la verdad.

—¡Ebba! — se quejó la otra joven con fastidio— ¿Acaso no te has dado cuenta? Karl te mira embobado y escucha tan atentamente lo que dices como si fueras una radio. Estoy segura de que si no fuera por lo... ocurrido, ya te habría pedido matrimonio.

—Preferiría que no lo hiciera, no es el momento— refutó la joven levantándose de nuevo.

Tenía los hombros tensos, se daría un baño para intentar desentumecerlos. Hacía meses que no se sentía relajada.

***

10 de enero de 1956

Ese día se le había antojado demasiado largo y sabía el motivo. Esperaba nerviosa la respuesta de Karl. No había pensado en la posibilidad de que aquel hombre se negara a verla, pero ¿y si lo hacía?  Negó con la cabeza, estaba decidida a no detenerse por eso. Haría lo que había dicho a Karl, le buscaría ella misma y le suplicaría unos minutos de su tiempo. Su hermano había dado su vida por ellos, unos minutos era lo menos que podía darle.

—Señorita Brandt— la joven alzó la cabeza al escuchar su nombre, encontrándose frente a ella al conserje de la entrada— Un joven ha dejado esta nota para usted.



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En el texto hay: misterio, romance, drama

Editado: 30.11.2018

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