Caminé hacia el escenario y me senté en una silla de la última fila.No quería que nadie me molestara, así que me puse una mascarilla que,por fortuna, llevaba en el bolsillo de mis pantalones negros.Pero, extrañamente, esa voz no se escuchó.Sin embargo, la dichosa charla de salud sexual o lo que sea que iban a hablar comenzó, y decidí quedarme, sacando el celular para distraerme.
Fue entonces cuando escuché de nuevo esa voz, que dijo:
-Señor, el del fondo, ¿podría por favor guardar su teléfono o prefiere retirarse de la conferencia?
Levanté la cabeza y allí estaba esa mocosa otra vez.Me sentí como un estúpido al ir tras una voz que resultó ser de aquella desconocida. Me sentí tan tonto, pero guardé mi teléfono en silencio; no quería llamar la atención.Y ella -esa niña- solo dijo:
-Gracias.
Antes de empezar a hablar sobre su dichosa exposición nuevamente.Se veía tan segura.Hablaba como si el mundo le pertenecieraMe quedé embelesado mirándola, escuchándola... aunque no comprendía ni una sola palabra de la basura que decía.Había algo en ella: peculiar, sí, pero también me pareció arrogante.Algo era seguro la detestaba Y ni siquiera sabía su nombre.
La conferencia terminó con ella diciendo:
-Si alguno de ustedes necesita más información, por favor pasen con nosotras a la mesa que está al lado izquierdo del escenario.
La gente comenzó a dispersarse, y fue entonces cuando decidí ver más de cerca a esa pequeña hormiga fastidiosa.Me acerqué a la mesa donde ella y otras jóvenes hablaban con una o dos personas más.
-Ey, tú... Quiero saber tu nombre.
Ella estaba de espaldas, acomodando algún tipo de cartel.Se giró con una sonrisa, pero al verme, murmuró casi como por reflejo:
-El grosero.
Estaba a punto de soltarle algún insulto cuando una de las chicas que estaba allí gritó, con la voz chillona de un maldito ratón histérico:
-¡¿Ese es Magnus Alessandro, el boxeador?
-Mierda... -murmuré entre dientes, justo cuando al menos ocho chicas corrían hacia mí, pidiéndome fotos y autógrafos.
Bueno, al menos eran lindas. No sería tan terrible. Posé para cada una de ellas con mi mejor sonrisa.
Entonces la vi.La única razón por la que yo estaba allí.
Caminé hacia ella y le dije:
-¿Tú no quieres una foto?
Pero ella respondió, ladeando ligeramente la cabeza:Mientras hablaba, una sonrisa se dibujaba en mi rostro.
-¿Debería interesarme?