Pov: Lucía
La calidez que embarga mi cuerpo es tanta que mi ser no reacciona, mi yo interior está consumido por el placer tan ardiente que me están haciendo sentir en éste momento.
Quiero abrir los ojos pero algo me lo impide y, aún así no me molesto en luchar contra esa fuerza mayor, al contrario, me encargo de disfrutar, de absorber todo, sin objeción ninguna.
El aire ya no me falta, es como si mis pulmones estuvieran oxigenados, como si con sólo el caliente que estoy sintiendo basta para que a ellos no les faltara el oxígeno.
No se en que momento empecé a sentir la brisa asotando mí rostro, rozando mí pelo con su va y ven, enfriando mí alma. Sólo se que ya no me siento sumergida en el rio, si no fuera de él.
Al abrir mis ojos me detengo a observar todo en busca de lo sucedido, de averiguar que ha pasado y, me sorprende lo que veo.
Me encuentro a la orilla del río y, frente a mí está él. Pero lo que en realidad me sorprende, es que él sí está dentro del río, dede la altura de su abdomen para abajo se encuentra sumergido en el agua.
—Dime ¿Qué ves?- pregunta de repente.
—No entiendo.- respondo un poco aturdida.
—Observame y dime que ves.- dice paciente.
Tras su pedido, me dispongo a observarlo. Empiezo mí tarea desde arriba: sus ojos están azules, algo que me deja fuera de sí, pues el color de sus ojos era negro cuándo le vi; su piel brilla cual agua cristalina y sus labios cuán manzana tentadora están rojo sangre. Al bajar a su torso me detengo porque después de ahí no hay nada. Por más que trato de ver, con lo unico que me encuentro es con agua...sólo agua.
—Éso que ves...eso soy.— dice mirándome.
Mí ceño se frunce en señal de no entender nada.
¿Es lo que veo? ¿Él es lo que veo?
No entiendo ni mierdas. Le miro, tratando de transmitirle que no he entendido nada, él sólo sonríe y niega con la cabeza.
—Soy agua. Para ser más específico, soy el río mismo.- mis ojos se abren de forma desorbitada y, mis labios suertan un jadeo de incredulidad.
No....es ¡Joder...!
—¿Eres...? ¿Eres río...?- cuestiono estupefacta.
—Si, lo soy. Pero no por ser algo sobrenatural, ficticio ó como muchos lo llaman,...un monstruo, lo creo. Todo lo contrario.
« soy un ser de vida, pues sin mí nada existiría. Llevo agua a las siembras, a las presas. Por mí las nuves se cargan de agua. Soy vida.»
—Pero...¿Cómo es posible qué te puedas convertir en hombre? ¡Y más aún, que puedas salir con plena libertad! ¡ Es totalmente imposible!.
Estoy que no me la creo, histérica. Es algo irreal, algo fuera de todo, es malditamente imposible.
—Éso sólo mí madre lo sabe.- responde sin más.
Los segundos pasan y ambos quedamos en silencio. En este momento los engranajes de mí cabeza es posible que él los pueda escuchar.
A pesar de que sé que existe lo sobrenatural, pues yo soy parte de ello, me parece increíble, algo loco por no decir otra cosa. Es decir, él prácticamente es el dios del agua, ¡Es el río maldita sea!
—Creo que es tiempo de parar un momento y, de que te deje procesar todo esto.- dice, dejando salir un pequeño suspiro.
—No, yo qui...-
—Ahora que sabes lo que soy, es momento de que descanses.- termina diciendo, interrumpiendo lo que quería decir. Pero como siempre debo protestar, intento decir algo.
—¿Qué...?- aunque ya fue tarde, mí cuerpo es arrastrado por los poderosos brazos de Morfeo.