Siendo completamente sincera no tengo idea de cómo pasó, solo paso....
Nisiquiera se como fue que gane en la corte o como fue que me independice...
No sé de dónde agarre la fuerza suficiente pero escale escalón por escalón hasta llegar donde estaba, volviendo al principio y en un segundo volví a caer al fondo del poso.
Me prometí a mi misma que sería fuerte, que sería feliz, que aunque fuera lo que fuera que pasara sonriera pero....
Todo volvió, el mismo tormento, el mismo dolor, el mismo grito de auxilio que pedía mi mente y que necesitaba mi corazón.
Crei que podría volver a luchar y renacer de las cenizas donde estaba, donde quedé y donde ahora me vuelvo a encontrar.
¿Esta es mi vida?
¿Así será de ahora en adelante?
¿Enserio fue para esto que nací?
Pensé que podría recuperarlo todo pero ahora ya no tengo nada.
Ahora solo soy yo y mi corazón roto.
***
Los niños corrían por todo el patio de la casa aún sabiendo que se aproximaba la lluvia.
Niños... penso el señor Bentancor con una sonrisa dulce en su cara llenándolo de arrugas.
Adoraba a esos niños aunque fueran tan molestos muchas veces causándole un fuerte dolor de cabeza.
Derepente la lluvia se dejó caer con aviso previo de sus nubes haciendo que todos los niños se metieran dentro la gran casa donde siempre jugaban.
-Señor Bentancor ¿podría enseñarnos algo nuevo hoy?- pidió una niña pecosa que él señor conocía muy bien, los demás pequeños ya se encontraban alrededor del anciano sin que este pudiera negar o aceptar la petición de la chiquilla.
-Esta bien, esta bien- río acomodándose en la silla de madera que su hijo mayor le había construido.
Todos los niños guardaron silencio para que la vos del señor se escuchara por toda la casa, le tenían un gran respeto.
-Yo pienso que cada persona debe pasar por algo que la destruya- miro uno por uno a todos los pequeños mientras hablaba -para así descubrir quién es realmente-