Balada de una princesa perdida | Completa

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El plan de Bastian era el peor que había escuchado en la vida. Tan pronto le había sugerido que su hermana podía llevar a Adam y Rose de regreso al mundo mortal se había negado. No confiaba en ella, la odiaba y más por lo que le había hecho pasar a los hermanos Crimson.

Sin embargo, no tenía muchas opciones.

El tiempo se estaba agotando y aceptó a regañadientes. Estaba dando su confianza a esa fae traicionera. Pero también estaba segura de que si ella misma los buscaba corrían más peligro.

Después de haber sacado a Dristan de la sala del trono. Junto con Bastian se habían tenido que esconder en otra sala ya que centinelas estaban buscándola. Estaban buscando también a Dristan. Afortunadamente lograron escapar entre el caos que se había provocado. Joyce planeaba irse de Adarlan antes de que Sylvan regresara y decidiera matarla.

Algo era claro, ella tenía que regresar pronto.

Por otro lado, Dristan estaba envuelto en todo ese problema. Ella no sabía que hacer con él, quería odiare por ser el causante de todo eso, pero no podía.

Dristan había arriesgado su vida enfrentando a su propio padre. Ella estaría muerta sino fuera por él.

Así que ahora llevaba a un inconsciente príncipe por las carreteras mortales. Llegó a la casa de Nessa y Ambrose, buscando ayuda. Solo en ellos confiaba.

Tal fue su sorpresa cuando encontró a los hermanos Crimson ahí. Bueno, en realidad no debería sorprenderle. Ellos no podían moverse más qué con un auto. Seguro Nessa y Ambrose les ofrecieron refugio mientras.

Tan pronto la recibieron, sus miradas tristes le decían todo. Adam debió informarles todo lo sucedido en Adarlan. Los hermanos llevaron a Dristan a una habitación separada. Rose y Adam estaban durmiendo plácidamente en la sala. Los dos aun heridos y temblorosos. Joyce quería llorar.

No había tenido la oportunidad de soltar lágrimas, no cuando vio a sus padres morir, no cuando sintió la soledad embargarla. Todo se había ido abajo en un día y se odiaba así misma por no haber hecho más.

Todo eso era su culpa. Nunca debió huir de sus deberes. Debió hacerles caso.

Quizá sus padres no eran los mejores, pero seguían siendo la única familia que tenía. Incluso en esos días, habían sido muy diferentes con ella. La habían recibido de vuelta y estaban dispuestos a seguirla apoyando.

Entonces ella les había fallado.

Después de acabar su conversación con Nessa y Ambrose, decidió salir a su jardín y sentarse. Quería ver la luz de la luna, distraerse. Todos sus sentimientos seguían a flor de piel y las lágrimas parecían a negarse a salir. Sentía que si dejaba la tristeza tener el control, entonces se hundiría.

Su vestido seguía siendo el estúpido vestido de novia lleno de sangre. Plagado de recuerdos que ahora odiaba. Apretó sus labios con fuerza.

—Regresaste —dijo una voz detrás de ella.

Al girarse, Joyce se encontró con la mirada color tormenta de Rose Crimson. Ella caminó hacia donde estaba, mirándola con esa expresión típica desde que la conoció. Desconfianza, resentimiento..

—Tenía que hacerlo. Ellos me estaban buscando.

Rose asintió, como si entendiera. Entonces su mirada se suavizó como si de repente recordara algo.

—Tus padres... Lamento eso.

El aire se fue por unos segundos, Joyce no estaba segura de qué responder. Aun sentía en su pecho el dolor de su pérdida.

—¿Regresarás al mundo mortal?

La pregunta la tomó con la guardia baja.

Ella no sabía ni siquiera que haría al día siguiente, aun estaba tratando de asimilar todo. La miró confundida, pero comprendió que Rose estaba tratando de llegar a otro punto. Su hermano, Adam.

—Si lo estás preguntando por Adam, lamento decirte que no lo sé. ¿O qué? ¿acaso tengo prohibido acercarme a él?

Quizá estaba yendo demasiado lejos, pero no pudo evitar sentirse dolida. Era obvio que Rose no quería a Joyce en la vida de su hermano.

Por otro lado, Rose parecía ajena a su molestia. Sus ojos seguían brillantes como el acero. Parecía decidida.

—Creo que ambas estamos conscientes del daño que provocaste en su vida. En nuestras vidas. No quiero sonar egoísta, pero...

—¿No quieres sonar egoísta, pero vas a pedirme que no le hable jamás? —interrumpió Joyce levantándose.

Rose no se inmutó. De verdad era una mortal que no parecía temerle a nada.

—¿Acaso yo soy la mala por cuidar de mi hermano?

—¿No crees que tu hermano debería ser quien decida eso?

Rose negó.

—Él no piensa con lógica, pero sé que tú sí. Nada de esto habría pasado si Adam nunca te hubiera conocido.

No daba crédito a la osadía de Rose. Quería gritarle que la dejara en paz, que haría lo que ella quisiera, pero en el fondo sabía que tenía razón. Le dolían aquellas palabras porque eran ciertas.

Sintió un nudo en la garganta.

—Escucha, sé que no eres una mala persona... —habló Rose con suavidad como si temiera lastimarla más —. Estoy consciente de todo lo que arriesgaste para salvarnos y lamento lo que sufriste, de verdad. Pero... Si tienes algo de afecto por él, vas a dejarlo ir.

—Yo... No quiero hacer eso.

Había perdido a sus padres en un día, ¿era justo que también perdiera a Adam?

Rose puso una mano en su hombro, nunca la había visto tan humana y al mismo tiempo regia. Como si supiera el destino de ambos y fue inevitable el dolor.

—Escuchaste esa profecía... No sé si sea sobre ustedes, pero estoy segura de que no quieres acabar el mundo gracias a eso. Así que si hay una forma de que esto se acabe para siempre...

Lo había escuchado y sabía el peligro que conllevaba. Había algo que Joyce podía hacer.

—Él necesita olvidar —fue lo primero que entendió.

Necesitaba olvidarla a ella y su mundo. Rose parecía entenderlo también.

—¿Es posible? ¿Puedes borrar sus recuerdos?

La idea le daba repulsión, porque significaba que tendría que usar sus poderes en Adam cuando se prometió no hacerlo.



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En el texto hay: fantasia, romance, hadas

Editado: 06.05.2024

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