Balas De Amor

♖CAPITULO CUATRO♖

RUMBO A MIAMI

Samanta

Después de esa fiesta no me acordaba que hoy es el viaje a Miami, mis ánimos estaban por el subsuelo estoy sin ganas de vivir de paso llego mi padre para darnos un sermón de media hora por lo menos no es como el tío César que es más de una eternidad, le vuelvo a contar un poco más: Mi tío y Charlie no se llevan para nada bien por culpa de él pasó un trauma psicológico al decirle cosas que le puede afectar a un niños, esos agrios momentos mi primo se vino a vivir con nosotros pero siempre sale a flote una pregunta ¿Por qué mi tía no se divorcia?

Luego de eso nos llevaron al aeropuerto, por una parte, agradezco que tengamos avión privado y como ellos nos consciente tanto nos compraron golosinas para calmar nuestras ansiedades e incluso el nerviosismo, aunque me encontraba con unas ojeras peor que cuando madrugo leyendo "Quiero Odiarte" de Keyla.

 

—Vamos a ver... —Susurro mientras me quitaba los lentes oscuros para abrir una carpeta.

 

—Sam no comiences hacer trabajos ahorita —Dice mi primo cubriéndose los ojos.

 

—Sigue durmiendo, quiero analizar los planos y los chicos —Me coloco mis audífonos inalámbricos para escuchar algo de música.

 

Luego de nueve horas con veintiún minutos llegamos a Miami exhaustos, pero tomamos el auto que nos alquilaron para llegar al departamento que nos compraron mis padres mientras estuviéramos en la encubierta, dejo la maleta en la sala y aprovecho para dirigirme a la cocina yo tengo mucha hambre porque la comida en el avión sabe a cartón. Pero entiendo absolutamente que el sentido del gusto y el olfato cambian con la presión de la cabina la humedad que existe normalmente en el ambiente, por lo que los alimentos se perciben mucho más insípidos.

Comienzo hacer unos emparedados bien preparados para el apetito de ambos, enormes con extra de queso y jamón con mucha salsa.

 

Mi primo sale secándose el cabello con una toalla pequeña, tenia puesto un bóxer gris dejando ver su gran "V" por lo que su cuerpo esta bien trabajado.

 

—¿Disfruta la vista mi querida prima?

 

—¿Para qué te voy a mentir? —Me acercó para entregarle el plato con el emparedado.

 

—Quiero que progreses ¿Sabes?, no es que te obligue a entregar tu virginidad para nada porque si no quieres, no lo hagas, pero que sea alguien que valga la pena y no tenga la polla envenenada.

 

—Si es posible me muero así —Le doy un mordisco a lo que había hecho.

 

—Necesito que me cuentes algo que nunca me explicaste bien desde hace muchos años o cierto tiempo.

 

—¿Qué cosa?

 

—Lucas...

 

Al mencionar ese nombre miles de recuerdos estallaron en mi cabeza, Lucas fue la única "Relación bonita" que tuve cuando adolescente a pesar que sobrepasaba mi edad, era mi guardaespaldas en ese entonces los O'Conner estaban desatados junto con los alacranes y Maximiliano no podía cubrir todo su tiempo en ello, sin mal no lo recuerdo tenía una hermosa hija, si, hasta madrastra me toco ser pero en realidad nos llevábamos muy bien, porque me gusta los niños y él siempre estuvo en mis días malos esos que te quieren el triple.

 

—Terminamos ya eso te lo había dicho.


—Eso lose, ¿Pero por qué...? Si ustedes eran una hermosa pareja, aunque el único que sabía de esa relación fui yo porque nadie se enteró lo que pasaba entre ustedes —Cruza sus piernas en el sofá—. Es que nunca me lo contaste bien ¿Qué sucedió en realidad?

 

—Lo vi con Grace y no específicamente hablando, estaban besándose y me sentí tan mal porque le iba regalar un obsequio como una estúpida por cumplir ocho meses de relación al regresar de donde estaba me llegó una tarjeta de fotos, eran ellos teniendo relaciones, aunque en el alma no quería soltarlo lo que tuve que hacer.

 

—¿Y qué sabes de Marianela?

 

—La última vez que supe de ella me dijeron que se enteró de esa situación y puso más rebelde, impulsiva y comenzó rechazar a Grace.

 

—Me lo imagino te había tomado mucho cariño desde que tenía leucemia y un milagro en ella la curó.

 

—Si, pero no platiquemos de esto ¿Terminamos de practicar el discurso?, ya que te la pasaste durmiendo en todo el viaje.
—Otra cosa más, si el regresaría a Londres ¿Lo perdonarías, aunque te lo suplicara?


—No, alguna vez un hombre se ha sentado a pensar “¿Le estoy haciendo daño?” no lo creo, Lucas me engaño acepto que me lastimo, pero yo soy un alma libre con un corazón valiente que quiere ser feliz, a esta edad nada ni nadie es tuyo solo es turno y mandarlos al carajo con un buen tono.




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