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ISLA HARBOUR
Samanta
Es cierto que nos vimos ayer por la noche cuando estábamos en Londres aun así lo extrañaba y cuando estoy a su lado me invade una seguridad como si él es capaz de protegerme, aunque este al borde de un abismo sin saber que hacer. Al contarle sobre mi vida no fue capaz de juzgarme con cualquiera de sus palabras, me escucha y entre sarcasmos nos entendemos, admito que hay momento que quiero comportarme a su lado como una niña pequeña.
Pero el mi temor está en alguna parte de mi cuerpo ocultándose bien sin dejar de pensar constantemente que me dejara a la deriva y caer al vacío para que esos demonios me vuelvan a consumir como una droga letal.
—Eres adicta, me encanta —Susurro a centímetros de mis labios para bajarme con cuidado.
—¿A qué hora llegaste? Te mande cantidades de mensajes y no me respondiste.
—Fueron tres que me dejaste y estaba aterrizando no podía responderte así…
—Mmmm…bueno.
—Me encanta tu cabello me tiene loco ese brillo —Acaricia un mechón con cuidado—. Y que hermoso te queda ese color blanco en las uñas de mis pies.
—¿Por qué te tienes que fijar en eso? —Me sonrojo hundiendo mis dedos debajo de la arena.
—Son pocas las personas que se fijan en los pequeños y hermosos detalles que hacen resaltar a una mujer, no todo el tiempo son senos, trasero o un buen cuerpo cuando las manos, pies, el cabello, labios junto con los ojos que es la forma más espectacular de descubrir alguna belleza —Sus nudillos deslizan por mi mejilla—. Yo no tengo que tratarte mal o hacerte sentir menos para que sientas una atracción por mí.
Sus palabras me hacen revolver un poco el estómago.
—Voy a ir con mis compañeros para surfear.
—¿Vas a surfear?
—No, voy a pescar —Hago una línea con mis labios—. Obvio…
—Es cada día me impresionas más.
—Yo siento que no impresiono y lo tomo algo normal.
—A mí me impresionas siempre.
—Vete al diablo.
Intento alejarme de él y siento que tira de mi brazo haciéndome tropezar en su pecho posando su mano en mi cuello para que lo mirara fijamente en esos ojos que me hacen perder la noción del tiempo, con el brillo resplandeciente del sol notaba como sus pupilas se dilataban haciéndome reflejar mi rostro en ellos.
—No puedo porque desde hace rato caí en el infierno de tus labios y con eso me basta, no necesito irme con el cuándo tengo mi propia diosa al frente.
No entiendo lo que pasa creo que se golpeó la cabeza.
Pude zafarme de su agarre para alejarme porque sentía que me iba explotar el corazón con sus palabras, tomé la tabla para acostarme boca abajo con ayuda de mis brazos nado donde están las chicas.
—¿Y eso que tardaste tanto? —Preguntó Rosa.
—Nada, es que… me compre unos helados que vi y por eso me tarde —Respondí.
—Algo en mi siente que estas mintiendo —Suelta Lianis cruzando sus brazos—. Me di cuenta cuando estábamos en la playa, sino quieres contarnos no te preocupes cuando estes listas lo dices.
—¡Ahí viene una! —Grito Deiner mientras se apoyaba en la tabla.
—Es muy grande para mi —Susurro Rosa con algo de miedo.
—Entonces es mía
—Samanta está loca —Escuche desde lejos a Tomás y lo ignore por completo.
—Es una adicta a la adrenalina.
Mientras me acercaba pude fijarme a tiempo que venía una pequeña ola, así que decido hacer un duck diving sumergiéndome y pasarle por la parte de abajo hasta salir a la superficie e impulsarme para apoyar ambos pies en la tabla.
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Alexander
Al verla con ese traje de dos piezas negro tuve que controlarme las ganas de hacerla nuevamente mía entre las rocas, la sensación de sus labios los anhelaba como un drogadicto buscado su dosis en estos momentos solo quiero tenerla alejada de Gustavo que casualmente acaba de llegar a las Bahamas.
Me encuentro sentado en una silla playera mientras me saboreaba a gusta una deliciosa piña colada, observando a través de mis lentes oscuros una ola enorme, pero al ver a Samanta me los subo rápidamente, esta mujer impresiona no me cansare de decirlo, me acomodo mejor para verla como toda profesional controlando la ola no dude en buscar mi celular para poder grabar cada momento que pase.
Hace un carve con su tabla [Se le llama así los giros realizados en la misma] mientras trata de cruzar una pierna sobre la otra la gente se acercaba al ver que la ola no estaba sola porque le hicieron un Shaking, es decir, le robaron la ola.
¿Cómo le pudieron robar la ola? Termine de grabar para levantarme y caminar a la orilla donde se encuentran la mayoría de las personas.
—¡No te dejes robar la jodida ola Samanta! —Le grite apoyando ambas manos en mi boca y no me interesa que la gente me vea como un demente—. ¡Domina esa ola mujer!, ¡Túmbalo!
—¿Es su novia? —Me pregunta un chico rubio de ojos cafés.
—Mi esposa.
Al responder vuelvo a fijarme que ella se frota sobre el labio de la ola para tratar de hacer unos movimientos de arriba abajo para ganar velocidad logrando hacer un reverso tan limpio y todos comenzaron a darse cuenta que la misma se está convirtiendo en un túnel, es ahí donde se sabe quién ganará.
—¡Tubo!
—¡Tubo!
Gritaban todos entre sí observando como la ola estaba cayendo y no podía ver a Samanta, es un momento de tensión que no podía quitar la mirada al mar.
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Editado: 19.09.2022