Banquells & Ferrer

Capitulo dieciocho ( Señores Harrison )

Sentí un viento fresco, abrí poco a poco los ojos dejando entrar una luz muy brillante en mis pupilas, un ventanal con cortinas azules estaba abierto, fue entonces cuando pude reaccionar, mi cuarto no tenía cortinas de ese color ni una ventana tan grande.

Recorde todo lo de el dia anterior, enseguida sentí un dolor horrible en la espalda por no dormir bien, estaba sentado en una muy mala posición, mire abajo, ahí estaba ella, podía ver sus mejillas infladas debido a la presión con mi estómago, sus labios entre abiertos y abultados por la misma razón, brillantes y rojizos. En aquellos ojos cafés que estaban cerrados estaban sus pestañas cortas pero tupidas. Cejas muy bien perfiladas y ese cabello cafe mas largo de lo que recordaba.

Todavía tenia mi mano sobre ella, empecé a recorrer con mi dedo índice su brazo el cual me estaba rodeando, para después regresar con mis cuatro dedos el recorrido. Pude recordar bastantes cosas gracias a esto, a ella le encantaba dormír abrazando algo, tenia esa costumbre, siempre pense que era tierno, hasta que llego a dormir conmigo y me dejaba sin respirar. ¿En que momento perdí el privilegio de estar a su lado? Todos los momentos que tuve con ella eran especiales y tiernos, puede ser que ahora la vida me esta dando una nueva oportunidad de arreglar las cosas. ¿Le gustaría a ella la idea de hacerlo? ¿Acaso ella estaba empezando a sentir lo mismo que yo?.

Recorrí con mi mirada todo su cuerpo, estaba bajo una delgada sábana blanca, podia ver sus alargadas piernas, ¿Cómo me puedo engañar? Esta mujer me encanta, me atrapo desde el primer dia en que la vi, pero trabajamos juntos y esa es la única relación que vamos a tener por el bien de los dos. Esta es mi manera de regresarte todo lo que estas haciendo por mi. Cuando regrese mi vista a su cara pude ver esos hermosos ojos cafés abiertos.

-Buenos días, ¿Dormiste bien?-

-Eres la almohada mas incómoda de el mundo-

-Voy a tomar eso como un no. ¿Quieres desayunar? Puedo bajar y preparar algo.-

-¿Sabes cocinar? ¿Desde cuándo?-

-No mucho pero si, ser independiente no es tan fácil-

-¿Que hora es?-

-No tengo idea, mi teléfono se quedó sin batería-

-Revisaré el mio-

-Queria preguntarte algo-

-Mierda, son las 11 de la mañana-

Se levantó corriendo de la cama, no sabía que estaba pasando, hoy era domingo y por lo regular descansamos, no me pidió que le agendará algo asi que estoy perdido.

-¿Esta todo bien?-

-Tengo una comida con los padres de Riccardo a las 12, pero llegarían media hora antes-

-¿Despues de lo de ayer piensas comer con sus padres?-

-Ellos no tienen la culpa de que eso pasara, aparte lo acordamos tiempo antes-

-Entonces me retirare-

-Me gustaría que te quedaras, dejame darte una buena comida en agradecimiento-

-No estoy presentable para una comida-

-Eso no es ningún problema, sigueme-

Salió de su habitación y camine detrás de ella, con toda la luz que entraba por las ventanas pude observar mucho mejor la casa, la planta alta era algo que no conocía y al parecer tenia bastantes puertas a lo largo de todos los pasillos. Me llevo dos habitaciones a la izquierda, abrió la puerta dejando ver un gran cuarto perfectamente bien adecuado para que alguien se quedará.

-Mandaré a un empleado para que te de lo que necesites, tengo un traje nuevo, se lo daría Ricardo el día de hoy pero no se lo merece, seguro te quedara bien. Nos vemos a las 12 abajo-

-Ahí estaré 12 en punto-

Se fue sin decir mas, dejándome confundido, ¿Que clase de relación rara tenían ellos? Invitar a sus padres aquí era señal de algo formal, supongo que ellos son felices juntos después de todo.

Llego una empleada a dejarme el dichoso traje, era algo bastante simple un conjunto todo negro, aparte de otros productos personales. Entre a el baño con la intención de ducharme, el agua fría recorriendo mi cuerpo me daba tranquilidad, sentí que me quite un gran peso de encima.

Me arregle lo poco que pude y salí de la habitación, afortunadamente sabía que para llegar era cuestión de bajar las escaleras, agradezco que no me llevara a un lugar muy lejos de estas. El reloj de la sala de espera tenia como hora las 11:45am camine por toda la casa buscando a Marian, solo encontre a dos señores grandes siendo atendidos por una empleada, deduci que eran los padres de Riccardo, no sabía si entrar o no, era algo grosero de mi parte ya que se habían dado cuenta de mi presencia, no tenia otra opción mas que saludar. No pasaría nada solo son dos señores.

-Buenos días, Benyamín Ferrer a sus órdenes-

-Buenos días jovencito soy Justin Harrison y mi esposa Sam.-

-Marian estará aquí en un segundo, tuvo un pequeño retraso con algún asunto-

-¿Acaso llegaron muy noche de su fiesta?-

-¿Disculpe?-

-Dominic nos conto que tendrían una fiesta en donde se presentaría su banda por su cumpleaños, Marian dijo que lo acompañaría.-

-Claro el festival, disculpen por mi pregunta absurda pero ¿Riccardo tiene un segundo nombre?-

-No le agrada el nombre de Dominic, asi que prefiere que le digan por su segundo nombre Riccardo-

-Ya veo. Personalmente creo que a su hijo no le suelen agradar muchas cosas-

¿Para que pregunte si tenia un segundo nombre? Ni yo mismo lo sabía, tantas peleas que pasamos y no sabía que su nombre era Dominic, me siento el mas patético enemigo.

Desde que llegue puedo sentír la mirada de la señora Sam, se estaba volviendo incómodo, tenía una gran sonrisa en el rostro la cual hacía que quisiera escapar.

-Justin ¿Acaso no es un muchacho muy lindo? Se ve de muy buen porte, aparte de ser parte de los Ferrer, creo que es el candidato perfecto-

-Mujer no digas esas cosas, eso no es asunto nuestro-

Soy un candidato perfecto, la cuestión es ¿El candidato perfecto para que? Son tan espontáneos como su hijo, bien dicen que de tal palo tal astilla.



#35144 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, asistente

Editado: 11.09.2020

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