A la mañana siguiente, Jiang Kumiko despierta y, apenas lo hace, se prepara rápidamente para salir de su habitación con el propósito de buscar a su abuelo. El día anterior ya era demasiado tarde, por lo que hablar con él había resultado imposible. Jiang Zhen, por su parte, cumpliendo con su rutina matutina, se había despertado muy temprano y decidido salir a caminar por la orilla del río para despejar su mente.
—¡Abuelo! —lo llama Kumiko por tercera vez. Le habían indicado que él había salido en dirección al río, así que, al encontrarse cerca, comenzó a llamarlo. Al ubicarlo, corrió hacia él sin pensarlo dos veces.
—¿Qué sucede, pequeña Kumiko? —pregunta Jiang Zhen, deteniendo su andar y mirando a su nieta cuando llega corriendo hasta él.
—¡Despertó, abuelo! —exclama con una gran sonrisa en el rostro. Jiang Zhen comprende de inmediato a quién se refiere—. Lo vi ayer, pero me preocupa demasiado...
—¿Qué te dije acerca de buscarlo? —la interrumpe.
—Abuelo, yo no lo he buscado. Fue el destino. Lo vi por casualidad antes del comienzo del desfile. Solo quería observarlo a la distancia, asegurarme de que estaba bien, pero tuve que intervenir. El sujeto de la vez anterior volvió, y ahora, más que nunca, estoy segura de que alguien quiere hacerle daño. Él no puede caminar… debemos ayudarlo.
—¿No lo has ayudado bastante ya? Te he dicho que debes esperar a que el destino te muestre el camino que debemos tomar. Actuar de forma precipitada puede traerte muchos problemas, y este es un asunto demasiado delicado.
—Kumiko lo sabe, abuelo. Por eso ha obedecido cada palabra que usted le ha dicho. Pero el destino sigue reuniéndonos. ¿Por qué no me deja ir hasta él y ayudarlo?
—Si el destino continúa insistiendo, tu abuelo no se opondrá, y con gusto apoyará cada decisión. Pero Kumiko no debe forzar nada. Todo sucederá en el momento preciso. Jiang Kumiko debe confiar en las sabias palabras de su abuelo. ¿Puede hacerlo?
—Jiang Kumiko puede, abuelo… pero al menos ayude a Kumiko a saber quién quiere lastimar a Sun Hui Shui.
—¿Y qué harás con esa información? Jiang Kumiko es hábil e inteligente, pero también muy impulsiva. Antes de conocer esa información, debe aprender a controlarse para poder actuar de forma adecuada. Debe escuchar a su abuelo.
—Kumiko escuchará todo. Conoce bien al abuelo.
Jiang Kumiko accede a lo dicho, sabiendo que Jiang Zhen no cederá más respecto a sus peticiones. Cada vez que intenta persuadirlo, él simplemente insiste en que debe dejarle todo al destino y no forzar nada. Ella lo sabe, pero eso no evita que se sienta frustrada. Con resignación, se aleja, dejando a Jiang Zhen a solas.
—Te falta paciencia, Kumiko —piensa él con preocupación. Sabe que Kumiko es obediente, pero también impulsiva… y terminará actuando como crea conveniente.
En la mansión de la familia Sun, el hijo menor de Sun Tian, Sun Yan Yan, revisa las noticias desde su tableta electrónica. Sus clases no comienzan hasta más tarde, lo que le permite disfrutar de una mañana tranquila. Mientras pasa las noticias —la mayoría poco interesantes— una nota llama su atención, especialmente por la fotografía que la acompaña. Con interés, amplía la imagen tanto como puede, frustrándose al no lograr identificar a la persona que aparece en ella. Sin pensarlo demasiado, se pone de pie y se dirige a la habitación de Sun Hui Shui. Se anuncia con premura y, en cuanto su hermano mayor le permite el ingreso, abre la puerta encontrándolo mirando por la ventana.
—Debes ver esto, hermano mayor —dice, acercándose a él y entregándole la tableta. Sun Hui Shui la toma con calma y comienza a leer la nota.
—Los periodistas se esmeran cada vez menos en sus reportajes. Esa información no le interesa a nadie y ni siquiera tiene sentido… son meras especulaciones. No deberías leer este tipo de notas, pequeño Yan.
La nota en sí no tenía nada de relevante. Simplemente mencionaba la primera aparición pública de Sun Hui Shui tras el accidente que sufrió, destacando que el atractivo heredero celebraba el festival de primavera junto a una misteriosa mujer cuya identidad permanecía oculta tras una máscara.
«¿No sería mucho más interesante el intento de asesinato que sufrí? ¿A quién puede interesarle con quién salgo o dejo de salir?», se pregunta, mientras devuelve la tableta a Sun Yan Yan, quien no logra comprender la actitud despreocupada de su hermano. La imagen de la familia Sun siempre debe ser cuidada, y exhibirse públicamente con una joven desconocida resulta inadecuado. Verse envueltos en ese tipo de escándalos es inadmisible.
—Hermano mayor… dejando de lado la imagen de la familia Sun… si Zhu Xin Qian ve esta nota y esa fotografía tuya con esa joven, se sentirá muy triste. Sé que tal vez te parece irrelevante, pero al menos preocúpate un poco.
—No te preocupes por el hermano mayor, pequeño Yan. Puedo solucionar todo fácilmente. Hablaré con Zhu Xin Qian si es necesario. Ella me conoce… y entenderá.
—¿Quién es ella? —inquiere, entrecerrando los ojos.
—Xiao Long —responde con total calma, restándole importancia.
—¿Y quién es Xiao Long? —pregunta con desconcierto—. No reconozco ese nombre.
—¿Qué voy a saber yo? Me ayudó ayer. Gracias a su intervención, estamos aquí hablando. Más allá de eso, no tengo información. Déjame tranquilo, pequeño Yan. Ve a desayunar y no te preocupes por tonterías como esta.
—Conozco al hermano mayor...
Sun Hui Shui queda nuevamente a solas. Una pequeña sonrisa traviesa se dibuja en su rostro.
«¿Xiao Long? Vaya, si soy creativo. ¿Cuál será tu verdadero nombre, criatura misteriosa?», se pregunta, volviendo a centrar su atención en el paisaje exterior.