—¡Que no y que no!
—Te ves bien Any deja de quejarte podría verse peor. —dijo Natalie—.
—¡Parezco una monja!, ¿por qué me pusiste esto?— Le decía mientras intentaba subir la cobija que me dio Natalie por enagua.
—¡Son las reglas de ellos!
—¡Las reglas de ellos! solo eso repites pero no me dices nada más. Dímelo de una vez... ¿las reglas de quienes?
—¡De los Kings, Any entiende: Ellos no permiten que las nuevas anden bien vestidas, ellos deciden si vale la pena que te vistas bien o no y es primordial aquí, si deciden que no tienes potencial te harán a un lado, y por ende toda la Universidad también lo hará y créeme a una primeriza es lo peor que le puede pasar!. ¿Entiendes? — Bajó un poco más la voz—. Son los tres chicos más populares de la Universidad. Ellos gobiernan aquí, ni se te ocurra llevar la contraria de lo que digan. Y recuerda lo que te dije ayer:
—¡No te metas en problemas, pasa desapercibida y no confíes en nadie!.— Repetí al mismo tiempo.
—¡Absolutamente en nadie, me dijo frunciendo el ceño.
—¡Tienes suerte de haber conseguido esa beca!. —Aunque nadie se mete con los Nerds tienes que tener cuidado, aquí los únicos inteligentes son los Kings, tienen el IQ más alto de la Universidad así que nunca demuestres que sabes de más.
— No te preocupes Natalie, aunque todo esto es nuevo para mi, vengo de un colegio solo de mujeres y ahora que ya me siento con más libertad no quiero que me conozcan como la Nerd.—
—Quédate aquí, voy por los folletos—. Me dijo mientras entraba a una aula llena de gente.
Me senté en una banca que estaba afuera y decidí sacar un bocadillo y refresco porque moría de hambre, sed y calor. De pronto un golpazo fuerte de una puerta que parecía de una enfermería se escuchó.
Se tiró la camisa al hombro dejando ver una venda en su desnudo brazo. Meneaba el trasero con un aire de indiferencia. El sol le pegó de frente dejando ver un abdomen perfecto que parecía pintado a mano.
¡Era un Dios del Olimpo, esculpido en las entrañas de Venus!.
Su cabello negro, ondulado y perfecto se movía con el viento dejando ver ese rostro: ¡un rostro que por un instante me sentí bendecida al ver,! era varonil con una mandíbula tan afilada que pensé podría cortarme en dos, perfecto, pulcro y de ojos azules, tan azules que hipnotizaban y que miraban con desprecio a todo el que pasaba a su lado.
No, no era de este mundo, o al menos yo no era del suyo.
Su aire, su porte, su elegancia, parecía perfecto, sacó su celular y marcó, su mirada se inclinaba hacia arriba aborreciendo el sol que le pegaba directo. Increíble, aún arrugando la cara se veía perfecto.
Ese hombre, ese bendito hombre, todo en el decía: TE SABOREO, TE MASTICO Y TE ESCUPO.
—¡Se te cayó la leche! —Me dijo Natalie de golpe.
—¡¿Qué? ¿Qué pasó?!— Miré hacia abajo y mi leche con fresa se había regado en toda mi camisa.
—¡Y cierra la boca! Me dijo al ver mi bocadillo partido en dos y todo babeado.
—¡Disculpa, yo, no sé que me pasó! —Le dije con pena.
—¡Tranquila, eso pasa cuando ves a un King y mucho más si es Rhett. A mí me pasó algo similar solo que ésa ves yo no manché el único uniforme que tenía prestado, —¡vamos al baño!—.
—¿El es un King? — Le dije interrumpiéndola, tenía que preguntar, maldita sea no pude contenerme.
—Si ese es Rhett el líder de los tres, el rey supremo de aquí, te gustó más sus ojos, ¿verdad?
—¿Como sabes?
—Porque eso dicen las encuestas, aunque es un paquete completo sus ojos es lo que mata a todas en dos. Dicen que si te mira a los ojos te ciega, te deslumbra y te fusila. No conozco ninguna chica que el le haya echo contacto visual desde que estoy aquí o al menos que hayan aguantado su mirada por más de 5 segundos.
—¡Es absurdo!, ¿me dirás que no tiene novia?
—¿Novia? —me preguntó con ironía ¿Es broma verdad? Nunca ha tenido novia, y es prohibido coquetearle, el es como un trofeo, solo lo puedes ver, pero no tocar, aunque—aclaró su voz— para el 14 de Febrero su casillero no dará a basto, el año pasado tuvieron que cerrar el pasillo porque no cabían sus regalos.
De repente el chico se detuvo y se devolvió, caminaba justo hacia nosotras, mi corazón se aceleró y podía sentirlo queriendo salir de mi pecho. Y justo ahí gritó:
—¡¿Qué esperas que me parta el culo esperando en el auto?!
Su voz tajante, fuerte y varonil me estremeció todo el cuerpo, de punta a punta. Bajó su mirada y me miró toda la blusa llena de leche. Hizo un gesto extraño con su boca torciéndola hacia un lado.
—¡Que esperes un instante es una cosa, que se te parta el culo es otra!