Suerte…
No logro saber en dónde estoy.
Las llamas a mi alrededor es lo único que puedo ver, el humo debería dificultarme la respiración, pero es como si no estuviera aquí. Siento el calor a mi alrededor, pero no llega a afectarme.
Escucho gritos a la lejanía, parece una multitud, pero no logro comprender la razón, de quienes son o el motivo de ellos.
¿Qué es este lugar?
Me encuentro sentado, todo el lugar está a oscuras, no hay nada que logre indicarme el lugar en el que me encuentro. Solo hay llamas y gritos.
Me levanto de mi lugar, las llamas alejándose, abriéndome camino a cada paso que doy.
Lentamente, doy una vuelta sobre mí mismo, tratando encontrar alguna respuesta, mirando hacia todos lados, tratando inútilmente, de encontrar algo.
Pero la negrura del ambiente es lo único que encuentro a mi alrededor, junto con las llamas de fuego, que por algún motivo se hacen más grandes, como si se le hubiera echado combustible para que crezcan.
Doy unos cuantos pasos hacia al frente, queriendo llegar hasta el lugar de donde provienen todos esos gritos de agonía, sufrimiento. Estos se vuelven más intensos, llegando a lastimar mi cabeza por la manera en la retumba en mis oídos.
El aire a mi alrededor se vuelve frío de golpe, como si salieras a la nieve luego de haber estado horas durante el fuego, llegando a debilitarme, por lo que me detengo en mi lugar, viendo en ese justo momento, como una densa sombra oscura pasa por mi lado rápidamente, sin fijarse en mi presencia.
Me quedo mirando como el morado mezclado con negro de la sombra se aleja, y me obligo a salir de mi transe, haciendo que mis piernas reaccionen, cuando empiezo a avanzar, queriendo seguir el camino por donde va.
Mientras más camino, más se va descubriendo el panorama. El negro va desapareciendo, dejándome ver que nos encontramos al aire libre. No es hasta unos metros más adelante que me fijo que estoy caminando entre árboles y arbustos, escuchando como hojas secas son rotas bajo mis pies.
Un bosque.
Los gritos que se escuchaban a la lejanía no son de agonía o sufrimiento, como creí que serían.
La gente grita por el esfuerzo, ya que no dejan de correr o atacarse unos a otros.
Veo que la sombra negra vuela y aterriza en el campo, pero ya yo no puedo avanzar, pareciera que una pared me impide seguir adelante, como si me dijera que no puedo ver lo que pasa frente a mí.
Una luz blanca brillante ilumina todo el lugar, justo momentos después en que la sombra llega hasta abajo, escucho como los gritos se vuelven más fuertes, mientras que pequeñas luces y sombras chocan entre ellas, como si estuvieran impactando una con la otra aparece, pero de un momento a otro, todo se va volviendo borroso, desfigurando la vista frente a mí.
No sé cuánto tiempo duro en el mismo lugar, sin llegar a ver ni escuchar nada a mi alrededor, pero en solo un parpadeo me encuentro mucho más lejos de donde ya estaba, desde donde estoy se pueden seguir viendo los choques que anteriormente vi, pero pareciera como si estuviera en la punta de una montaña, muy lejos de mi anterior lugar. Un nuevo calor inunda mi entorno. Trato de darme la vuelta, pero se me hace imposible, no puedo mover ni un musculo de mi cuerpo.
Siento cuando una presencia llega al lugar, deteniéndose detiene a mi lado, pero no hace más, solo se queda a mi lado, viendo todo lo que pasa allá abajo.
—Prepárate, llegar aquí no será fácil.
—¿Qué es todo esto? —No sé de dónde sale mi voz, pero proyecto exactamente lo que estaba rondando por mi mente. Él se queda un momento en silencio, sin responder a mi duda, así que vuelvo a intentarlo con otra. —¿Por qué siento que lo conozco?
Inspira hondo y yo ya siento como todo empieza a desvanecerse.
—Ya viste suficiente.
Antes de que todo desaparezca, logró escuchar su voz a la lejanía.
—Mucha suerte Bastián.
Abro los ojos, sobresaltado, sintiendo como mi respiración se entrecorta, mientras que el pulso no deja de latirme en los oídos, prohibiéndome escuchar algo más a mi alrededor, paso la mano por mi frente, sintiendo como gotas de sudor bajan por mi sien.
Luego de varias respiraciones abro los ojos, viendo todo a mi alrededor, pero imágenes de mi sueño me persiguen, escuchando los gritos o viendo destellos en la pared.
—Maldición. —Me levanto furioso de la cama, viendo de reojo como el reloj marca las tres de la mañana. Camino a pasos grandes hasta mi armario y saco mi bolsa de entrenamiento, queriendo desaparecer cualquier sensación que este sintiendo en mi cuerpo a causa de los imaginado anteriormente.
Salgo de casa, luego de agarrar mi botella de agua, sin hacer mucho ruido para no despertar a nadie a causa de mi enojo. Ruedo las llaves de mi moto en mis dedos, caminando hacia ella, iniciando la ruta hasta el gimnasio.
{***}
Suelto varios jadeos, por causa de mi acelerada respiración, pero no me detengo, no le permito a mi cuerpo descansar como tanto me lo pide, ya que los músculos están tensos y cada vez que le pego al saco de boxeo frente a mí queman, pero no paro, cuando los brazos se me cansan, cambio a las piernas y así constantemente, sin permitirme detenerme.
Aún no.
El saco de boxeo tiene fisuras por todos lados, por el contante uso y por la fuera que implemento contra él, y sé, que si sigo así y no me detengo llegará a romperse y tendré que usar otro nuevo.
Pero por mucho que mi lado racional me grite que me detenga, sigo en lo mismo, porque no puedo parar, hasta que saque esta sensación sofocante de mi cuerpo