En nuestras manos estará…
Deslizo el lápiz varias veces en la hoja, dejando que la punta trace junto el movimiento de mi mano la imagen que no ha dejado de rodar por mi cabeza desde hace días, dejando que líneas y garabatos se vayan creando en cada rincón de la hoja, asegurándome de tener el boceto listo antes de darle las sombras que necesita.
Levanto el cuaderno, viéndolo de frente, analizándolo, inclino levemente la cabeza y niego luego con ella, bajando el cuaderno nuevamente, buscando la borra cerca de los lápices para borrar algunos errores y después agregar más líneas.
Trato de plasmar cada detalle que está en mi cabeza en la hoja, pero parece que no quisiera salirme tal cual lo veo. Muchos detalles no logro trazarlos exactamente como lo imagino y no es algo a lo que quisiera quitarle importancia, ya que el dibujo debe quedar exactamente igual.
—¿Le seguirás frunciendo el ceño a la hoja? No creo que sea muy sano para tu piel. —Trata de bromear Theo, quien entra sin permiso a mi habitación, lanzándose en la cama como si fuera un trampolín.
—¿Ya te he dicho que eres pésimo intentando hacer bromas? —Ni volteo cuando escucho que empieza a mover mis cosas, no es la primera vez que lo hace, ni la primera en que le pego por dejar el lugar hecho un desastre, obligándolo luego a que deje todo como estaba antes.
—Pues sí, pero aquí me tienes, diciéndote más.
Por desgracia…
Niego igualmente con la cabeza mientras me volteo para verlo cuando escucho como, por poco, se le cae el jarrón de la planta, con velocidad lo deja en el lugar que cree que iba y voltea, como si esperara que no haya visto nada, pero en cambio, se encuentra con mi mirada, provocando que sonría inocentemente, y como si no hubiera pasado nada se va a hacer otra cosa.
—Así que…—Me devuelvo a seguir lo que estaba haciendo luego de verlo tomar asiento justo al lado del escritorio donde estoy, dejando que hable tranquilamente, mientras juega con un muñeco negro que había cerca de él. —¿Cuáles son los planes para cuando estemos allá?
—Existir.
Noto desde el rabillo del ojo como alza rápidamente la cabeza, mirándome con el ceño fruncido. Trato de ignorarlo, pero su mirada quema en mi perfil, así que termino levantando también la cabeza, cuando se ha quedado rato viéndome, esperando algún movimiento de mi parte y lo complazco devolviéndole la mirada, completamente indiferente.
—¿Qué?
—¿No has pensado en más nada que no sea, en existir? —Frunce más el ceño, si eso es posible. —Buscar lugares que visitar, insistirme en que entre al gimnasio contigo, buscar en que universidad vamos a entrar cuando terminemos la escuela, lugar para salir de fiesta, ¿nada de eso?
Lo miro unos segundos más, hasta que decido hablar, logrando con mis palabras cambiar su expresión irritada a una indignada.
—Bueno, también me gustaría tener salud, pero no puedo pedir tanto. —Y luego sigo con lo mío, escuchando como bufa con desagrado, viendo por el rabillo del ojo como cruza los brazos, haciendo un completo berrinche.
—No puedo creer que no has pensado en qué hacer con tu mejor amigo cuando estemos allá.
—No eres…
—¡Cállate! Estoy tratando de decirte algo importante y solo me vienes con una pendejada de las tuyas.
Tomo una bocanada de aire, buscando paciencia, y dejo el lápiz encima de la mesa, girando luego la silla a su dirección. Me cruzo de brazos, dejándome caer en el respaldo de la silla, buscando comodidad para seguir con esta conversación.
—Por favor, ilumíname.
Se endereza, una sonrisa creciendo en su cara, carraspeando para hacerse el interesante.
—Ir al gimnasio, sé que estoy bueno, pero estarlo un poco más no me molestaría. Ayudarme a encontrar una carrera, porque no sé qué hacer con mi vida. Encontrarle a tu hermana una nueva obsesión que no sea yo. Conocer a personas en el instituto que organicen carreras y, lo más importante, hacerte regresar a las fiestas. Increíble ¿Cierto?
—Por supuesto, ahora dime ¿Cuándo te despiertas para que dejes de soñar? —Y vuelvo a girarme, no queriendo seguir con el tema, pero por supuesto, Theo no está de acuerdo.
—Vamos Bastián, ir a fiestas se debería considerar un de los momentos más importantes de la vida y tú, idiota, te las estas perdiendo.
—Las fiestas son un asco.
—¡Es que no has ido a la indicada!
—¿Existe una fiesta indicada? —Frunzo el ceño, confundido por ese comentario.
—Sí, cuando estas con la persona indicada todo es fantástico.
—¿Y quién es la persona indicada?
—Yo, por supuesto. — Enarco una ceja cuando alza la cabeza, orgulloso del rumbo que tomó la conversación.
—Pues hasta ahora, no me ha gustado ninguna y en todas he ido contigo.
—Pero ahora irás conmigo, pero en otro país.
Desde que ha llegado no he dejado de suspirar, pero creo que no dejaré de hacerlo, porque vuelvo a soltar otro, empezando a cansarme por el tema de conversación.
—¿Puedes dejar el tema si te digo que sí?
—No hasta que me digas que irás a varias y no solo a una. —Frunzo el ceño, viendo que me lo dice con actitud seria.
—¿Desde cuando eres tan listo?
—He aprendido demasiado estando contigo, si quiero que hagas algo a mi manera, debo ser muy específico.
—Pues bien.
Sonríe ampliamente, conforme con la respuesta.
—¿Eso es lo único que tienes planeado que hagamos?
—Hasta ahora sí. Si algo más interesante surge por el camino, no le voy a decir que no.
Dejo que sus palabras ronden por mí cabeza, volviendo a pegar mi atención a la hoja.
Empiezo a utilizar el carboncillo en el papel, manteniendo una vaga conversación con Theo, hablando de diferentes cosas, en una de ellas, burlándome de él, porque intentó ligar con una mujer y terminó golpeado por el amante de esta.