Bastián

IV

 

Debes terminar...

 

—Princesa. —Susurro, moviéndola suavemente del hombro, para que empiece a despertar. —Vamos, tienes escuela.

Se incorpora, terminando sentada, mientras se restriega el ojo por el sueño.

—¿Cinco minutos más? —Gira su rostro en mi dirección, aún con los ojos cerrados.

—Levántate, vamos.

Extiende sus brazos y termino cargándola como me lo pide.

Entro a su baño y enciendo la ducha, dejando que el agua se ponga en tibia, mientras le quito a ropa a una casi inconsciente Cloe.

—Entra, te espero abajo. —Asiente con la cabeza y empieza a caminar, logro detenerla por el brazo antes de que se caiga de cara al piso. Abre los ojos y entra ahora si a la ducha.

Salgo de la habitación y bajo por las escaleras, yendo hasta la cocina, donde empiezo a preparar la comida.

Estoy sirviendo los platos cuando escucho la puerta principal abrirse, junto con pasos bajando las escaleras.

Theo y Cloe llegan hasta la cocina, el primero tomando los platos que había dejado en la encimera, llevándolos hasta la mesa.

—No sé ustedes, pero yo veo razonable no ir a la escuela hoy. —Habla contra la madera de la mesa, al dejar su cabeza ahí.

Cloe voltea rápidamente a verlo y luego a mí, con los ojos brillando entusiasmados por la idea.

—¿Podemos?

—No.

Se sienta con desgano en la silla, por la negativa y le propino un golpe en la nuca a Theo, por haber abierto la boca.

—Pero...

—Cállate y come. —Lo corto antes de que empiece a quejarse.

Le doy un último sorbo a mi café y abandono la mesa, no sin antes decirle a Cloe que se termine de acomodar.

Regreso al piso de abajo, ya listo con todas las cosas necesarias para el día de hoy, encontrándome con Theo dormido en el sofá.

Pateo su pierna, ocasionando que se despierte alarmado por el movimiento.

—Vamos, es hora de irnos.

Suspira, pero obedece, levantándose del sofá.

Entro en un pequeño pasillo, donde al final, se ven unas escaleras. Bajamos y enciendo la luz, dejando ver los diversos carros.

Tomo una de las llaves del cofre, dejando que el clásico sonido de la alarma desbloqueado del carro inunde todo el espacio.

—Oye. —Volteo, viendo a una Cloe de brazos cruzados, parada a la mitad de las escaleras. —No me quiero ir ahí.

Una sonrisa se extiende por mi rostro.

—Me alegro de que lo hayas dicho. —Suelta un chillido y empieza a correr, mientras yo le lanzo las llaves a Theo, antes de agarrar unas nuevas del mismo cofre.

Agarro el casco que me señala, agachándome hasta ponérselo sobre la cabeza, sujetando las correas para que se le mueva.

Me toma de la mano y me jalonea, queriendo que me apure.

Tomo mi casco y me lo coloco, antes de subir a Cloe en la moto.

Me monto en la parte de enfrente y enciendo, poniendo las manos en los manubrios, haciendo rugir el motor, escuchando la risa aniñada de Cloe.

Le doy al botón de garage y lo guardo nuevamente en mi bolsillo, bajando la visera del casco, saliendo de ahí cuando la puerta está completamente abierta, sintiendo como los brazos de Cloe se aprietan alrededor de mi torso.

Dejamos la casa atrás, entrando en el camino rodeado del bosque, que nos separa de las otras casas del pueblo.

Traspasamos las puertas de la escuela, escuchando los cantos de los pájaros contra los sonidos de las hojas de los árboles en movimiento por el aire.

Estaciono cerca de las escaleras de entrada, donde veo a una señora de mayor edad, parada firmemente, viendo nuestra llegada.

Apago la moto y bajo, me volteo hacia Cloe y le quito el casco, antes de agarrarla y depositarla en el piso, a mi lado.

Dejo las cosas sobrantes encima de la moto y la agarro de la mano, caminando hasta la mujer.

—¿Va a venir en eso...—Es lo primero que nos dice cuando llegamos frente a ella, que señala despectivamente la moto, con su dedo regordete, con una notoria mueca en su cara— ...todos los días?

—Buenos días a usted también, ¿hay algún problema con eso? —Inclino la cabeza, mostrándome indiferente ante su tono.

Ella fuerza una sonrisa, roja de la impotencia.

—Por supuesto que no. —Le da un último repaso a la moto— Por favor, síganme.

Se da la vuelta comenzando a caminar. Bajo la mirada hasta Cloe, que tiene el ceño fruncido.

—Puedo...

—No, no puedes. —Por mucho que me pueda llegar a divertir ver a Cloe insultando a su directora, es su primer día en esta escuela. Además, está bajo mi cuidado y no estoy de humor para una charla de buen comportamiento infantil.

Pasamos unos treinta minutos en el recorrido, donde terminé cargando a Cloe en brazos cuando se empezó a quedar dormida.

Ya le pedirá a alguna profesora que la guie durante el día.

Cuando ya estamos de regreso en la entrada, se empiezan a escuchar los sonidos de los niños que van llegando.

Cloe se despierta cuando los escucha y se remueve en mis brazos, queriendo bajar, corriendo hasta ellos, uniéndose a un grupo, y escucho desde aquí como se presenta ante todos, quienes le ofrecen jugar con ellos.

Me despido de la directora y llego hasta el carro con el casco de Cloe en mano, dejándolo en el asiento de atrás, mientras Theo se despide con la mano de ella.

—¿Guías?

—¿Tengo opción?

Se queda con la mirada en el cielo, pensando en la lógica respuesta.

—No.

—Entonces no pierdas tiempo y vámonos.

Asiente y se va hasta el auto, dejando que salga primero, para guiar el camino hasta nuestro instituto.

{***}

Una construcción antigua, que convirtieron en instituto.

Se daba un gran parecido a un castillo, tal vez era uno, pero todo en su arquitectura era esplendido.



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En el texto hay: angelesydemonios, poderes, misterio drama

Editado: 01.02.2022

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