Batman Family: Legacy
Wingzemon X
Capítulo 18
Su Padre
Domingo, 11 de enero de 1998
Hacía siete años atrás que Batman había sido visto por primera vez en la ciudad. Para esos momentos los nombres de Batman y Robin eran más que conocidos por todas partes, y su presencia se extendía como un manto oscuro sobre las calles. Por ello, ver al encapotado por Park Row no era para nada algo raro, considerando que en aquel entonces era de las zonas más peligrosas de Gótica. Pero más allá de las persecuciones habituales del malhechor en turno, existía el rumor de que Batman se presentaba algunas noches por aquel vecindario, muy tarde en la madrugada y que no parecía estar realizando su labor habitual. La gente afirmaba que estacionaba su vehículo frente a un callejón en específico, a un lado del viejo cinema Monarch, se introducía entre las sombras de éste y se quedaba ahí varios minutos en absoluto silencio. ¿Qué hacía?, ninguna de las muy pocas personas que habían sido testigos de aquel acontecimiento se había atrevido a acercarse lo suficiente para averiguarlo, a riesgo de perder sus propias vidas en manos de aquel hombre que aún en ese entonces se encontraba cubierto de un aire de superstición equivalente al monstruo que se oculta debajo de las camas o el Demonio de Jersey.
Nadie podía predecir con seguridad qué noche iría y cual no, excepto Billy Carson de diez que vivía en el edificio de departamentos justo frente al Monarch. Billy aseguraba que en los tres años anteriores, Batman se había presentado en el callejón justo la madrugada del once de enero, y con la misma seguridad les decía a sus amigos que también lo haría ese año. Los otros niños del barrio no le creían; Billy tenía fama de exagerar sus historias, o incluso de inventarlas del todo, con tal de llamar la atención. Furioso por tal pensamiento, el chico los retó a todos a salir a la calle y esperarlo si tan seguros estaban de que mentía. Algunos de ellos no aceptaron, dando muchas excusas de por medio aunque la mayoría era incapaz de esconder el miedo que la idea les provocaba; ¿y sí Billy tenía razón y aquella criatura extraña sí se presentaba? Sólo tres de los niños, además de Billy, aceptaron el reto. Entre esos tres niños, se encontraba un chico de nueve años, rebelde, irrespetuoso y buscapleitos de nombre Jason Todd.
Los niños escaparon de sus casas luego de que sus padres los creyeran acostados, salvo Jason; él no pasaba por esos problemas de preocuparse porque sus “padres” notaran su ausencia. ¿Qué padres, después de todo? Se reunieron frente al edificio de Billy a la media noche, y se refugiaron en el callejón a un lado de éste en silencio para no llamar la atención. Hacía frío, bastante frío. Los otros niños iban bien abrigados pero aun así tiritaban y exhalaban sus alientos blanquizcos de sus bocas. Jason iba menos abrigado que los demás, pero se mantenía sereno, aunque eso no significaba precisamente que no tuviera frío.
Pasaron un par de horas, y la calle se mantenía totalmente sola. La noche era tan fría que ni siquiera los delincuentes habituales asomaban sus narices. Los otros dos niños amenazaron seguido con largarse, pero Billy los hostigaba para que se quedaran. A las tres de la mañana, sin embargo, dichas amenazas ya no tenían importancia.
—Esto es estúpido —exclamó molesto Jules Chandlers—. Nos vamos a morir aquí congelados y todo porque Billy no puede admitir que es un mentiroso.
—¡Mentirosa tu madre! —exclamó Billy igual de enojado—. Váyanse si quieren, pero no sabrán que yo tengo la razón.
—¡¿A quién le importa?! —Añadió Carl Brent, igual de desesperado por el frío—. Si lo que quieres escuchar es que te creemos, pues bien. Te creemos, Billy. Viste a Batman, hasta eres su mejor amigo de seguro. ¿Podemos irnos de una maldita vez?
Los tres siguieron discutiendo. Jason, sin embargo, miraba atentamente a la calle, aguardando. Se había empezado a alzar una densa niebla desde hace media hora. Mientras miraba en esa dirección, el chico de cabello negro corto y ojos azules escuchó un motor acercándose a lo lejos. Unos segundos después, las luces de los faroles frontales de un vehículo se abrieron paso entre la neblina.
—Hey, silencio; cállense, idiotas —les gritó a los otros tres y rápidamente hizo que todos se metieran en el callejón a esconderse.
—No ha de ser nada —señaló Jules, despacio—. Debe ser el padre de Robert, que vuelve ebrio como siempre. O quizás un policía. Mejor vámonos ya…
—¡Cállense! —volvió a exclamar Jason con un tono más autoritario, o incluso agresivo, provocando que los demás chicos le hicieran caso por mero instinto.
Editado: 28.05.2020