¿Cómo una joven persona puede tener un tatuaje por debajo del cabello? No puede ser posible, necesito investigar, además de no tener el permiso de mi madre, no tengo ni la menor idea de cómo una situación de un sueño afecta la vida diaria de la persona.
Un portazo en la planta baja, ¡Mis padres!
Corro de nuevo, pero esta vez a la sala principal. La puerta esta cerrada, ¡Qué demonios está pasando!, grito para saber si alguien está aquí, aunque se que si es un ladrón no va a responder y menos si es un fantasma, no entiendo por qué pregunté si es algo tan estúpida, un reflejo humano.
Salgo de la sala, entro y salgo en cada sección de la casa, sin ninguna señal de que esté alguien además de mí. Giro mi cabeza a la puerta que lleva al patio trasero, aunque ahora esa puerta es como la trampa del ratón la idea de salir de la casa genera una sensación de sospecha, como si estuviera mirando el final de una serie que me fascina y el final fuera todo lo contrario a lo que me formulé desde el inicio de mirarla. Camino en su dirección, alargo la mano a la puerta, toco el picaporte, abro los ojos la más que puede una sensación de caer en el suelo, lo traspaso y estoy en la casa pero es de noche, quiero soltar el picaporte pero tengo el presentimiento de que es mi soporte, empiezo a sudar frio, temblar, miro de nuevo a la ventana pero ahora son tinieblas y vapor, mientras se despeja una sombra desenfocada comienza a materializarse, el miedo se apodera de mí, en un pilar muy alto de piedra gris, una figura de animal se genera, hace unos movimientos bruscos como si se estuviera quitando agua de encima y unas alas grandes multicolores que emanan fuego se extienden, el animal con alas brinca del alto pedestal, la distancia entre nosotros se acorta cada vez menos, ahora mis manos están resbalosas por el sudor, tiemblo exageradamente, se detiene aún suspendido en el aire y continua su camino directo hacia mí, no lo resiste tengo demasiado miedo, dejo de tocar picaporte, intento correr pero es como si corriera en cámara lenta, caigo de nuevo al suelo lo vuelvo a traspasar, estoy en la misma posición, solo que ahora si estoy en mi casa donde es de noche, unas lágrimas brotan inesperadamente de mis ojos no por miedo sino como reflejo. Levanto mi cuerpo, aún temblando demasiado, del frio piso.
La noche, la oscuridad y el misterio cubren el cielo de nubes negras.
Reflejos de las luces delanteras del auto entran por las ventanas de la casa, ¡Mis padres!, espero que sean ellos.
–Es tiempo de que empieces hablar con ella –dice mi padre, en un tono molesto–, todos nosotros pasamos por esto, ya tiene la edad en la que los astrales dan avisos.
–No todos somos iguales –expuso mi madre–, sí, sabemos que los astrales son la primera señal de peligro… pero no todos comenzamos a los 16 años, quizá en otros dos años más podré decirle, todavía es una adolescente, no conoce los riesgos de este cargo y no quiero que ella quede en el limbo mucho menos muera.
¿Astrales? ¿Limbo?, necesito saber que son esas cosas, si a mis padres les sucedió y que ahora me esta sucediendo a mí, necesito saber.
Cerraron la puerta levemente.
–Hola… –pegué mi cuerpo a una de las paredes que están después de unos pasos de la puerta, asomé solo la cabeza y levanté mi labio superior exponiendo mis dientes, encaje los dedos en algunos relieves que hay en la pared, ambos voltearon.
– ¡Ay!, estúpida –dijo mi madre, de hecho, sonó gracioso–, ¡Ups!, perdón.
–Hola hija –agregó mi padre con un aire exasperado–, aún traes puesta el pijama, ¿no te cambiaste de ropa en todo el día o ya ibas a dormir?
–Ni una ni la otra.
Los dos se miraron a los ojos, todos tenemos cuando alguien habla a tus espaldas, ahora siento eso con mis padres.
“A eso le llamo traición, hermano – me digo en tono burlesco a mí misma”
Tengo la necesidad de preguntarles qué es lo que pasa, no quiero tener secretos hacia ellos ni que ellos me tengan secretos hacia mí, y si lo hacen por mi seguridad, es peor, si tienen algún secreto para mi bienestar es mejor que me digan para yo estar preparada.
–¿Y ahora qué les pasa a ustedes? –les cuestiono en tono confuso pero sarcástico para que no piensen que los estoy atacando o que quiero meterme en asuntos ajenos.
–Nada… solo son cosas del trabajo.
Desde que tengo uso de razón, cuando me siento insegura con mis padres o simplemente al momento de contarles un problema o situación que se presente, yo le pregunto a mis padres alguna cosa acerca de mí, lo hago para saber si en realidad son mis padres verdaderos, así que lo voy a hacer.
–Mamá, ¿a qué hora nací? –claro no le voy a preguntar cómo me llamo.
–A la…
¡Oh por dios!, no son mis padres.
–…una de la tarde con cinco minutos.
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Editado: 08.10.2018