Los dias pasaban para Tihan como para Talulah, todas las noches ella se preguntaba una y otra vez como era que había pasado eso que la transformara de la noche a la mañana en una bestia . No lograba recordar, y si lo intentaba su cabeza dolía.
Tihan hacía los deberes de la casa, intentaba ingeniársela para cocinar. Todo era nuevo para él, un muchacho de mundo, que desde que pudo viajar y recorrer el mundo no paro. Y de un día para otro, ese joven nómade esta encerrado en una casa cuidando de su madre y haciendo deberes que nunca se imagino hacer. No es que era un completo inútil pero digamos que si no se pasaba con la sal o pimienta, lo hacía todo muy desabrido. Prefería ordenar deliveri, ni él estaría tan loco como para hacer a Talulah comer su comida, quizá no se llevaban del todo bien, pero tampoco para tanto.
Pero el amor que él tenía hacia Rosa era tan inmenso que prefiere limpiar y cocinar para cuidarla y que ella no tenga mucho que hacer. Se preocupaba por su viejita. Después de todo es la única que tiene y va a tener.
Esta vez como pudo intento hacer un buen desayuno, tostadas, café, mermeladas y queso, hasta exprimió naranjas. Agrego unos cereales y su estómago rugió. Eso si era algo apetecible.
Lo coloco todo en una bandeja y comenzó a subir las escaleras hacía la habitación de Talulah.
Un golpe. Nadie respondió.
Dos golpes. Otra vez nada.
Tihan se extraño y molesto un poco, ya que no estaba para que le tomen el pelo. Suficiente que hacía de cenicienta.
Decide abrir la puerta y entrar.
Observa la cama tendida, todo sumamente acomodado. Le extraño ya que no vio a Talulah salir de la habitación. Quizá no durmió allí, pero le extraño las cosas que había en ese cuarto. No era para nada como él se lo imaginaba.
Era un cuarto blanco, con fotos de una joven con distintas personas, cortinas blancas, cobertor en la cama de colores alegre. Parecía el cuarto de una joven, o niña pero no de una señora.
Y se acerco a ver las fotos más de cerca dejando la bandeja a un lado.
Tenía los rasgos de Talulah. Quizá era una foto vieja, ya que Talulah parecía simplemente una joven.
Era muy hermosa en esa foto.
Sacudió su cabeza rápidamente al darse cuenta que encontraba linda a una mujer de no menos de cincuenta años.
— En que pensas —dice golpeando su cabeza.
Sigue viendo todo, más y más fotografías. Y... un espejo roto.
Frunce el ceño ante eso y se agacha con la intención de juntar esos pedazos rotos, cuando algo debajo de la cama de Talulah llama su atención.
Una caja algo vieja.
Ese es un gran defecto de Tihan, era muy curioso.
Él se queda observando esa caja que por cierto motivo despierta curiosidad en él y cuando decide estirar su brazo para tomarla...
— Se puede saber que haces en mi habitación —la suave pero a su vez fría voz de Talulah se hace oír por todo el cuarto.
Tihan rápidamente reacciona levantándose para observarla.
Ella frunce el ceño, y Tihan la observa pidiéndole disculpas con la mirada.
— Traje su desayuno —dice apuntando la bandeja— y no la encontré.
— ¿Y creíste que me ibas a encontrar debajo de la cama? —inquiere.
Tihan ladea su cabeza haciendo una mueca.
— Mejor me retiro —dice él.
Cuando pasa por al lado de ella puede ver como se ve más avejentada que hace unos días.
Ella suspira.
— Podes tomarte el día —propone ella al ver que esta siendo muy dura con él.
Tihan parece pensarlo.
— No gracias, mi mamá me necesita. Permiso —dice retirándose de la habitación y cerrando la puerta tras él.
Ambos suspiran, cansados de lo que están teniendo que pasar.
Él baja las escaleras y va con Rosa, la cual lo espera con un buen plato de estofado para que almuercen.
Si… Tihan estaba un poco desacomodado con los horarios. Los meses pasaban y él no se ajustaba a los horarios.
Ambos almuerzan teniendo una buena charla cuando Talulah entra a la cocina con la bandeja vacía en manos.
Ellos la observan y ella sonríe levemente.
— ¿Quiere compartir con nosotros un buen plato de estofado? —le pregunta Rosa.
Tihan la observa a Rosa diciéndole que no con la mirada.
— Me encantaría —sonríe Talulah sentándose al lado de Tihan.
Rosa sirve para los tres los platos y comienzan a comer. Ellos repetían el plato mientras que Talulah recién comenzaba.