Ella no paraba de observar el reloj sobre la pizarra en la pared, su pierna se movía nerviosa, y la hoja de su libro estaba doblada ya por las dos esquinas. Tyra había logrado presentarse a la clase sin tartamudear y sin parecer una idiota, así que en cierto modo se sentía bien, pero las miradas estaban puestas en ella, y ella las sentía como un susurro en la nuca. Tyra no recordaba haber estado tan intimidada como aquel día, y odiaba tener que lidiar con esa sensación.
El profesor hizo que los últimos cinco minutos, de los noventa que duraba la clase, fueran una completa tortura. Tyra no veía el momento en el que la primera clase llegara a su fin, hasta que el timbre la deleitó con su estridente sonido. Después de apuntar los deberes, no tardó demasiado en recoger todo su material y salir corriendo, aunque se arrepintió en cuanto vio el pasillo abarrotado de gente, y sin rastro de David. Echó a andar hacia su taquilla y cuando la abrió deseó ser tan pequeña como para meterse dentro y desaparecer durante todo lo que quedaba de jornada escolar. Dejó el libro de la primera hora y cogió el papel con el que le asignaban que podía recoger en secretaría los que le faltaban. No tenía nada de complejidad, pero su estúpida manía de ponerse nerviosa por su imagen hacía que todo formara parte de algún tipo de conspiración contra ella.
— ¿Me echabas de menos?
Tyra dio un salto de sorpresa, y cuando vio el rostro de David pegado a la taquilla de al lado, con la misma postura que su hermano hacía una hora y media, no pudo evitar soltar un suspiro cargado de alivio. Estaba reluciente, con unos vaqueros y la sudadera de los Rough Riders, y con el pelo húmedo en señal de que se había duchado.
—Eso parece un sí —contestó él sonriente— ¿Qué tal la primera clase?
—Horrible.
David soltó una carcajada alegre, y Tyra terminó de colocar las cosas con un determinado orden y cerró la taquilla.
—Sé que ahora te parecerá que es imposible, pero te acabará gustando esto —habló en forma de consuelo.
— ¿El instituto, o sentirme como si fuera un experimento de la clase de ciencias? —inquirió ella frunciendo el ceño—. Porque así es como me siento con tanta atención.
—Tendrás que acostumbrarte a eso, Collins.
Él echó a andar y ella le siguió de cerca, con el suficiente espacio para no parecer una chica desesperada por no quedarse sola ni un segundo más.
—Tú ya estás acostumbrado a tanta atención —masculló ella—, pero yo espero que en un par de semanas pase desapercibida.
—Eso será todo un reto —bromeó.
—Y ¿eso por qué?
—En el gimnasio ya estaban comentando que, con palabras textuales, «Ross ya ha fichado al nuevo bombón» —dijo imitando la voz de un capullo integral. Tyra se rió.
— ¿Creen que tú y yo…?
—Se referían a mi hermano.
Tyra tenía unos ojos como platos, sorprendida y ruborizada. Zac tenía razón cuando le dijo que si la veían con él durante más de cinco minutos dejaría de ser el objetivo de los babosos y los capullos de por ahí, pero no mencionó la parte en la que se convertiría en el tema de conversación del equipo de fútbol. Aún así, le gustó la idea de que Zac y ella se vieran de aquella forma.
—Él ya me advirtió de eso —mencionó ella con timidez.
—Suele tener ese efecto —sonrió David de vuelta—. Pero tranquila, la próxima semana todo el mundo se habrá olvidado, Zac está con una chica distinta cada fin de semana.
—Está bien saberlo —era el turno de Tyra para bromear, pero algo de lo que David había dicho le había resultado molesto—. ¿Cuál es la próxima parada? —preguntó para borrar aquel fastidio puntual.
— ¿Qué es eso? —preguntó cuando se fijó en el papel doblado que sostenía ella.
—La lista de libros que tengo que recoger en secretaría.
—Pues a secretaría entonces.
Avanzaron por el pasillo mientras ella buscaba cualquier excusa para entablar una conversación. Le preguntó a David sobre el fútbol y él le contó con emoción lo mucho que le gustaba jugar, y que decidió hacer las pruebas para quarterback para no seguir los pasos de su hermano y así evitar comparaciones, pero no resultó tan efectivo como él creyó. También hablaron sobre la carrera que tenían en mente después de graduarse en el instituto, y David se había decidido por estudiar derecho, mientras que Tyra le contó que le encantaría trabajar como diseñadora de interiores igual que su madre. Ella bromeó sobre el aspecto que tendría David con traje y corbata, y él dijo que sería igual o incluso más irresistible que cuando vestía con la equipación de fútbol. Tyra no quiso mencionarlo en alto, ya que David había dicho que no le gustaba que lo comparasen con su hermano, pero era inevitable no ver el tremendo parecido que había entre ambos. La misma forma de hablar, gesticular, bromear, y hasta la misma forma de caminar. David era como una especie de Zac Ross en miniatura, que estaba cogiendo impulso para transformarse en su hermano mayor. Aunque también había un abismo enorme entre ambos; David era educado, divertido y amable, mientras que Zac era la viva imagen del típico mujeriego pervertido.