"La perfección no puede lograrse, pero mientras perseguimos esta perfección podemos alcanzar la excelencia" - Vince Lombardi.
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Ada.
Han pasado dos semanas de lo sucedido en la fiesta, dos semanas en donde no le dirijo la palabra a Darren. Aun recuerdo las miradas burlonas y las muecas de desagrado en los rostros de todos los presentes, frescas en mi memoria.
A lo que no pude dejar de llorar toda la noche, en donde Linda preocupada no dejo de cuestionarme que había pasado. No quise contarle absolutamente nada, porque la conozco y se que seria capaz de enfrentar a Darren con la finalidad de vengarme.
Cierro mi libreta cuando las clases con la profesora de Literatura al fin culminaron, recojo mis cosas cuando el timbre suena indicando la hora de descanso. He quedado con las chicas y Sam vernos en la cafetería, una vez que verifico que todo haya sido guardado en mi bolso, camino a paso ligero cuando noto la mirada de Darren fija en mi persona.
Esquivo a varios estudiantes que se encuentran obstaculizando el pasillo acercándome cada vez más hasta la cafetería, me abrí paso para ingresar cuando una mano sobre mi hombro me detiene y con ello la mirada seria de Darren. Antes de que pueda articular una palabra, él me toma arrastrándome hasta la parte trasera del campus, bajo las atentas miradas sobre nosotros.
— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso estás loco?
— Eso debería preguntarte a ti, ¿Por qué me evitas? — dice cruzándose de brazos.
— ¿Es enserio? ¿Con lo de la fiesta no es lo suficientemente obvio para ti?
Aparte su mirada centrándome en el muy buen cuidado césped que posee el campus, no quiero verlo, siento que la vergüenza de esa noche me consume. Revivir esas mismas miradas del pasado, me estaban afectando de nuevo. No quiero recaer de nuevo y preocupar a mis padres, pero sobre todo a Linda, porque se que si vuelvo a ser la Ada de la escuela jamás se lo perdonaría.
— Olvídate de esa gente Ada, no son más que hipócritas— masculla desinteresado.
— Para ti es fácil decirlo.
Lo escucho suspirar cuando bajo la mirada hacia mis zapados blancos, sé que estará pensando en lo patética que me veo en estos momentos, sin embargo, una pequeña acción de su parte me deja desconcertada, cuando siento sus brazos rodearme en un abrazo.
— Ya no llores — susurra —. Ellos no merecen esas lágrimas.
Hasta ahora caigo en cuenta que estoy llorando, sentir su calor, el aroma de su perfume, me embriagan y hace que me aferre más a su cuerpo, el comienza a acariciar mi cabello suavemente, nunca había recibido un abrazo por parte de un chico y menos lo imagine viniendo de él. Se que sonara de lo cliché, pero no dejo de sentir mi corazón acelerado.
Avergonzada rompo el abrazo secando mis mejillas, con la finalidad de ocultar a mi loco y agitado corazón.
— Creo que deberíamos volver — musito evitando cualquier contacto visual.
— Tienes razón — lo escucho decir antes de que empezar a caminar de regreso a la cafetería.
En donde a unas mesas de al fondo veo a Linda quien recorre preocupada toda la sala hasta dar con mi mirada, la veo suspirar y sonreír. Me aparto de Darren caminando hasta ellos.
— ¿Dónde estabas? Ya casi se acaba el receso.
Linda cuestiona tomando unas papas fritas de lo que seria mi aperitivo, me limito a sonreír e inventar una excusa, lo que menos quiero es gritos y especulaciones por parte de ella si les contara que estuve con Darren.
Sam sonríe ofreciéndome una gaseosa, lo cierto es que él y yo somos similares en algunos ámbitos, ambos somos tímidos cuando nos encontramos rodeados de gente desconocida, o cuando no sabemos que argumentar y simplemente optamos por callar, observar a lo lejos como otras personas se divierten y sonreír contemplándolos disfrutar. Simplemente es algo que no puedo evitar hacer.
— Ada mira — Karol señala detrás de mí.
No entiendo lo que sucede hasta que ambos compartimos miradas, Darren sentado en el extremo de otra mesa no deja de mirarme, de inmediato siento como mis mejillas se sonrojan ante su intensa mirada, entonces recuerdo como me envolvía en sus brazos hace unos minutos atrás.
Rompo aquel contacto visual y busco la gaseosa bebiéndola de un solo trago cuando siento un leve calor recorrer por todo mi sistema hasta centrarse en mis mejillas.
— ¿Te encuentras bien? — cuestiona Sam tocando mi frente.
— Si ¿Por qué?
— Estas roja — eleva sus hombros con una sonrisa.
El timbre suena dando por terminada la hora de descanso, con los chicos me despido caminando de regreso hasta el salón en donde dos horas mas de clase me espera.
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En casa enciendo la televisión dispuesta a ver mi uno de mis programas favoritos de la infancia, sonrío al recordar aquella época en donde Linda y yo nos disfrazamos para Halloween de los Backyardigans siendo ella Pablo y yo Austin. Entonces la pantalla del televisor se coloca en negro, asombrada observo al responsable.
Mi padre me observa con cara de pocos amigos soltando el enchufe del televisor.