Begin Again || Larry Stylinson

Única Parte.

Ojalá pudiéramos separar a las personas por su forma de dar abrazos. Pero eso nos iría cambiando de lugar porque tú abrazo se enfría cada vez más, como un café. ¿Acaso no lo recuerdas? Sufrimos demasiado por lo que tenemos ahora. Dices que nos merecemos más oportunidades pero es un desperdicio cuando lo intentas demasiado, ¿nadie te ha dicho que debes luchar por lo que quieres? Tú no me quieres, ¿por qué estás luchando por mí? Muy dentro de mí lo sé; no quieres estar solo. Yo tampoco pero si seguimos de esta forma no será lo mejor.

Observo el retrato en nuestra pared. Siempre lo odiaste porque es una taza de café con un hombre saliendo de ella. No hay vapor; es él escapando de algo que aún no logro descifrar. O eso me hago creer porque ese soy yo y tú eres una taza de café. No me tomo la molestia de intentarlo porque sé que no lo vas a entender, no lo recuerdas. Nos conocimos en una cafetería y no pude evitar compararte con una taza de café, porque te sentías tan bien en mi boca, quemando un poco, solo lo suficiente para que esté caliente. Pero no sabes que el café puede ser dañino si es consumido en exceso.

El cuadro sigue en el mismo lugar porque mi mirada vacía ya no sirve. 
Yo lo pinté para ti pero nunca te dije que era un obsequio porque para entonces nosotros estábamos separados y ya no significaba lo mismo cuando volvimos. Dijiste que lo odiabas igual que el café, y soy tan estúpido, me mentiste desde el inicio. Recuerdo el día que te conocí, dije que amaba el café y tú dijiste lo mismo, ¿por qué me dejé llevar por tu calidez, si ésta se desvanece tarde o temprano?

"Saldré por ahí." Me dices alisando tu camisa. Pestañeo y asiento, ya no vale la pena intentarlo contigo así que te dejo ir a donde quieras.

"Vuelve temprano para la cena." Te recuerdo sin mirarte, porque sé que si no lo digo no volverás. 

No quiero mirarte y que descubras lo que me pasa porque harás que cambie de parecer. Siempre haces lo mismo, me hechizas con tus azules ojos, de los que un día estuve enamorado. Pero ya no se siente lo mismo. No sabía que podías dejar de estar enamorado hasta ahora.

"Lo intentaré." Dices. Besas mi frente sin ser dulce, es solo una costumbre que ha estado ahí siempre y que ahora me parece nada cuando antes lo era todo. Mejillas rojas y mariposas en mi estómago, todo eso es nada. Tú y yo somos nada.

Lo decido y te miro de forma seca. Estás ajustando tu camisa para verte bien, pero ya no es para mí.

"Tienes que estar para la cena." Digo como orden, tú sabes no seguirlas pero intento.

"Veré si puedo, bebé." Caminas lejos de mí. El apodo queda en el aire y siento algo en el pecho, pero ya no es la linda sensación. No sé cuándo se fue pero si la ves fuera del departamento dile que se vaya, yo no quiero volver a verla.

"Está bien." No insisto, eso lo aprendí de ti.

Tu cabello castaño se sacude debajo de tus dedos, no lo puedes ver como yo. No puedes verte como yo te veo así que no debería importarme verte pero lo sigo haciendo hasta que estás fuera de casa. Un apartamento que solía ser mío, donde te esperaba antes de las citas, ahora también es nada porque tú estás aquí, durmiendo a mi lado. No es como me lo imaginaba, pero ya deberíamos saber que las expectativas nunca se cumplen al pie de la letra por eso siempre imagino lo peor para que lo bueno sea una realidad.

Nunca te lo dije pero odio que siempre te veas bien porque eso significa que no solo lo eres para mis ojos. Y debería decírtelo pero ya tienes mucho ego como para que tu novio te lo eleve, eso debería hacerlo tu amante.

Salgo del apartamento con un abrigo enorme. Sé que no es tuyo porque huele a mí, no a ella. No huele a tu amante, porque al parecer ella ha robado tu olor, siendo tan egoísta. 
Sus labios siempre besan tu cuello porque llegas con sus marcas, ¿acaso no las ves? Esperas que yo lo haga pero me quedo callado cada vez que sucede. Así fue la primera vez; corrí a tus brazos, sonriente y me abracé a tu cuello mientras me envolvías en tus brazos y lo noté, quise preguntar qué era hasta que lo vi. Tú no lo sabes pero esa noche no dormí por lo inundado que estaban mis ojos, pero no lo notaste aunque mi cuerpo se sacudiera y el anillo apareciera en la cama sin un dueño. ¿Dónde está ahora? Me sueles preguntar y me encojo de hombros mientras mi mirada se va involuntariamente a tu cuello, donde ella besa. Debería buscar el anillo pero sé quién lo tiene, te vi a ti recogiendo nuestros pedazos y llevándotelos para botarlos porque ya no sirven. 
También llevo mis auriculares para no escucharte por si me descubres. Estoy escuchando la música que sonaba en el lugar donde dijimos que nos amábamos, ahora tú dices que la odias porque la pongo todos los días en el apartamento. Quiero revivir ese momento pero tú ya no.

"¿Lo de siempre?" Me preguntan. Alzo la mirada y asiento hacia el chico que toma mi orden todos los días. Siempre ayudando a que me siente en la incómoda silla; jalando y empujando hasta que estoy bien, como lo hiciste esa única vez. Él siempre espera a que quite los auriculares de mis oídos. Espero a que él se demore pero nunca lo hace.



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En el texto hay: larry stylinson, gay

Editado: 08.03.2018

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