-Ya quiero que comiencen las clases de vuelo, no he agarrado una escoba desde que entramos a Hogwarts –mencionó Blaise emocionado
Desde que se enteraron que los de primer año que iban a comenzar las clases de vuelo Blaise y Draco, quien pasaba algo de tiempo con los chicos no hablaban de otra cosa que no fuera escobas y quidditch. Belladona, Pansy y Theodore por otra parte no estaban muy al tanto de lo que hablaban ya que Belladona no conocía el juego directamente debido a que había crecido con los juegos muggles, mientras Pansy tenía miedo a las alturas y Theodore simplemente no le gustaba volar.
-Quiero saber que se siente –mencionó Belladona –he escuchado tanto de quidditch que no sé, se escucha interesante y tal vez me pueda unir al equipo si me llega a gustar
Todos sus amigos habían recibido correos, pero para su sorpresa ese día Nix, su lechuza le había entregado dos paquetes, ella extrañada abrió el primero el cual consistía en una clase de pomada; Belladona extrañada por esta miró la nota que tenía la pomada “Sirve en caso de que tengas alguna lesión por las clases de vuelo. Buena suerte. –S”
-¿Qué te llegó? –Preguntó Pansy mirando con curiosidad su entrega
-Al parecer una crema –dijo Belladona
-¿Y el otro paquete?
Belladona abrió el segundo paquete y sonrió al ver que eran dulces, cuando miró el remitente quedó sorprendida al ver de quien era.
-Al parecer mi lechuza se equivocó de paquete –dijo ella y los demás la vieron
-Las lechuzas no se equivocan, Belia –le dijo Theo
-¿Quién te lo envió? –preguntó esta vez Blaise
-Tú madre me envió dulces, Draco –le informó ella al rubio y este sonrió
-Le agradaste en el momento en que te conoció –informó él sorprendiendo al grupo de amigos –hace un tiempo me dijo que te quería enviar algo, pero no sé porque se ha tardado hasta ahora.
-No sé qué decir –dijo Belladona sorprendida por el gesto de la señora Malfoy y luego miró a Draco que seguía mirándola –Gracias.
Él solo se encogió de hombro y se comió las golosinas que a él también le habían llegado.
___***___
Aquella tarde, a las tres y media, Belladona, Pansy, Theodore, Blaise y los otros Slytherin estaban esperando a los Gryffindors que estaban retrasados para tomar las clases de vuelo.
Al momento en que los Gryffindors se alinearon al frente de Slytherin, Harry procuró estar al frente de su hermana quien le había señalado la muñeca izquierda para decir que había llegado tarde a lo que él rodó los ojos.
-Bueno ¿qué están esperando? –bramó la profesora Hooch, quien era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como un halcón. –Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.
Belladona miró su escoba. Era vieja y algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños.
-Extiendan la mano derecha sobre la escoba –les indicó la profesora Hooch –y digan “Ariiba”
-¡ARRIBA! –gritaron todos
La escoba de Belladona saltó de inmediato a sus manos, y luego miró hacia su hermano que también lo había logrado y ella le guiñó un ojo contenta por el resultado. Al ver que la escoba de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo se río de ella, y luego miró a sus amigos. Blaise ya tenía su escoba en la mano y le sonrió a Belia al igual que Draco, Theodore al tercer intento logró obtener su escoba, mientras que Pansy tenía voz temblorosa y su escoba no hacía el más mínimo movimiento de ir hacia arriba.
¿Te ayudo? –preguntó Blaise a Pansy con una mirada le dijo que sí –debes hablarle con autoridad, no deberías mostrar miedo
Luego, la señora Hooch les enseñó como montarse a la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla.
-Ahora, cuando haga sonar el silbato, darán una fuerte patada –dijo la profesora –Mantengan las escobas firmes, elévense un metro o dos y luego bájense inclinándose suavemente. Prepárense… tres…dos… uno.
Todos comenzaron a flotar unos metros arriba. Belladona tenía una sonrisa cuando la profesora la comenzó a felicitar debido a su destreza con la escoba.
-¡Muy bien a los dos Potter! Al parecer ambos sacaron el talento de su padre para volar
Luego de unos minutos la profesora al asegurarse de que todos tenían algo de dominio les indicó que iban a volar un poco más rápido y a mayor altura.
-Lo único que deben hacer es inclinarse un poco a la escoba.
Todos lo hicieron, pero el chico Naville en su torpeza dejó caer una esfera que tenía en el bolsillo de su pantalón.
Los hermanos vieron como si fuera a cámara lenta, que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Se inclinó hacia adelante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban.
Belladona al ver a su hermano a unos metros de ella extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la recordadora a salvo.