Manifiesto de tu apocalipsis mental, quedó la lucha en aquél pelotón. La mano alzada ante el severo cambio de los estandartes plateados, camuflajes de alces y búsquedas toscas.
La libertad empuñada en el cuero, sacrificada en los ojos de todo justiciero, como quebranto de una llena venció su hechizo. La libertad capturó ganas inmersas en el abismo espasmódico de la dignidad. Airosa, aireada, traidora.
Es humano y no sujeto, es persona y no individuo aquél que mantiene el ser perfecto. Estadio sobrio sin contienda, enfrentamientos semánticos. Poetas caídos.
Hay inconsistencia en la figura del pertenecer, una falta de amor por parecer, aparecer frágil y debilitada. Balas tendidas sobre la cama.
Hace falta el duro quebranto de la garganta, los gritos alaridos de un rostro fugitivo, prestamista de inteligencia furtiva. Oportunista en tempestades y osadías.
Nadie me va a proteger y a veces quieres y otras no, zarpar con guantes la falta de líneas que limiten tu efecto creador y mi calor de escultura. Hay inconsistencia en lo que somos y no falta de amor. Está reduciéndose a cenizas.