No temas, querido, está en la naturaleza de los hombres enamorarse de lo que ha prohibido el cielo. Está en sus articulaciones, como purificación intravenosa, negarse para creerlo.
¿Cómo aprendes del bien sin probar hacer el mal? Los contrarios son entrenamiento de la sensibilidad, campos de fuerza, elementos creativos, herramientas de reacción. ¿Cómo se siente amor en la lejanía y lo desconocido? Por la comprensión del infinito en unos ojos, una boca, un latido ilimitado. No temas, querido, admitir parece oro de los estúpidos, pero no es más que valentía de los juzgados.
Sin embargo, ha desaparecido tu contacto, los movimientos que hacíamos por conseguir tocarnos las manos con el pensamiento, en un cuerpo ausente de energía y lleno de vicios. Sabiendo de la pertenencia en libertad. Desapareciste antes de explicitar tus sentimientos, después de olvidar los momentos que pudieron ser sellados con concreto, fosilizados nunca exterminados. Desapareciste cuando la cumbre estaba siendo esculpida.
Descuida desconozco las razones, me encuentro ausente en los motivos; pero si de algo sirvo para que me culpes aquí estoy, querido mío, di que fue consecuencia de mis juicios insanos, el malhumor y las explosiones del genio. Di que fue efecto de la característica femenina que hace efervescencia en mis dientes: exageración.