Capitulo 1
Todo comienza un martes cualquiera, por la tarde mientras muchas familias cenaban tranquilamente, Emma se encontraba en su cuarto encerrada con llave, esta había sido cerrada por su padre, pero Emma ya estaba acostumbrada a esto, se dedicaba únicamente a leer uno que otro libro que lograba llevar a su casa de la biblioteca en sus continuos escapes de la vigilancia de su padre.
Emma nunca en su vida había asistido a un colegio, todo lo que sabía lo descubrió por su propia curiosidad, esa era uno de sus mayores virtudes, siempre buscaba la verdad ante todo.
En ese momento, ella levanto la cabeza alarmada pues se escuchaba el sonido de un coche aparcando en la entrada y solo podía ser su padre, que llegaba del trabajo, ella se levantó de un salto y corrió a esconder el libro que se encontraba leyendo, pues su padre no tenía ni la menor idea de que esta supiese siquiera leer.
Recorrió su pequeño dormitorio, demasiado pequeño pues apenas había espacio para poder caminar, tenía un baño bastante simple en una esquina, lo cual era muy conveniente por el hecho de que se pasaba casi todos los días encerrada, aunque de vez en cuando Emma lograba escapar por la pequeña ventana que se encontraba en el baño.
Esta se apresuró a quitar una tabla del piso, donde tenía un pequeño escondite y guardo ahí el libro junto con otros dos que se encontraban dentro.
—Cariño, ya llegué —le anunciaba este al entrar en la casa y Emma pudo escuchar como su padre caminaba hacia su habitación.
—¿Qué tal te fue? —pregunto Emma un poco asustada, pero intentando sonar calmada.
Emma le tenía mucho miedo a su padre, pues aunque este a veces se portaba muy cariñoso sufría de constantes ataques nerviosos, esto lo hacía un hombre muy violento, sin contar sus excesivo consumo de alcohol, lo cual lo hacía más inestable.
—Muy bien, cariño, vamos a la cocina, ya compre la cena y me gustaría que me acompañaras, ya sabes que detesto comer solo —dijo el hombre que se notaba muy contento, por lo cual Emma se convenció de que no corría ningún peligro.
Ambos pasaron un buen momento juntos, después de mucho tiempo que Emma no podía sonreír de aquella forma y se sorprendió de que su padre anduviera de tan buen humor.
—Mira, Emma, lo he pensado y creo que encerrarte no ha sido una de mis mejores elecciones, de hecho me arrepiento un poco de haberme comportado así contigo —comenzó diciendo su padre de la nada, al parecer, arrepentido—. Tuve que hacerlo, espero puedas entenderlo más adelante, cuando pueda explicártelo de una mejor forma, pero por ahora solo quiero redimirme —Emma se sorprendió mucho al escuchar esto—. De ahora en adelante te dejaré salir, ya no tendrás que escaparte.
Emma se sobresalto es escuchar aquello, su padre sabia sobre sus constantes escapes.
—La señora Carmen, me conto que te vio ir constantemente a la biblioteca, pero me fue imposible entenderlo hasta que encontré un libro debajo de tu almohada la otra noche; aprendiste a leer sola, eso sí que me sorprendió, así que además de permitirte salir, dejare que vayas al colegio —concluyo con una sonrisa, sintiéndose el hombre más bueno del mundo.
Y Emma no pudo menos que sonreír y agradecerle todo esto, aunque ella ya sabía que algo se traía entre manos su padre, pues nunca en su vida lo había encontrado tan bondadoso y de tan buen humor.
Emma no conocía ningún otro familiar que no fuera su padre, no sabía si tenía siquiera una madre, su padre no toleraba ese tipo de preguntas y hacia como que no la escuchaba cuando esta le preguntaba.
Muy pronto, su padre cumplió con su promesa y la dejo ir al colegio, la inscribió en el curso que le correspondía. Emma no podía con tanta alegría.
Por fin llego el día que tendría que asistir por primera vez y ella estaba muy feliz, pero no nerviosa, Emma no conocía el nerviosismo.
Como es costumbre, se arregló muy bien, ella ya era bastante hermosa por naturaleza, tantos años encerrada le dieron una piel perfectamente blanca que combinada de forma perfecta con su pelo negro, tenía unos ojos de color azul como su padre, lo cual formaba parte de su encanto.
Cuando por fin salió de su casa, no había ningún joven que no se parara a contemplarla, ella era hermosa y lo sabía, pero no le importaba. Para ella la belleza era algo tan efímero que no valía la pena ser tomado en cuenta.
Cuando llego finalmente, se fue directamente a la dirección del lugar a buscar su horario y a recibir las instrucciones debidas, pues ella no entendía del todo como funcionaba su nuevo colegio, al llegar choco contra un joven que salía precipitadamente del lugar.
—Lo siento —dijo esta, levantando la cabeza, gran error, pues ambos cruzaron miradas y ella se asombró de todos los colores que podían tener los ojos de una persona.
—No importa —respondió este malhumorado y se fue.
Emma entro al lugar y se enteró de que este chico, se llamaba Damián, tenía dieciocho años y tuvo una pelea, por lo cual estuvo a punto de ser expulsado, sino fuera porque el director lo impidió.
No sabía porque pero Emma, sentía que alguien la vigilaba, quizá solo eran las muchas miradas que todos le dirigían curiosos, pero ella sentía que era algo más.
—Hola —le dijo un chico que se encontraba parado justo a su lado, un poco nervioso, sonriendo todo lo que podía—. ¿Puedo sentarme aquí? —pidió tocando la silla que se encontraba justo a su lado.
—Claro, no hay problema —respondió Emma totalmente tranquila.
Este chico le inspiraba cierta ternura, pues miraba a todos con mucha alegría.
—¿Eres nueva por aquí? —pregunto el chico con curiosidad.
Ella solo respondió que si.
—¿Y tu nombre es?
—Ah, mi nombre es Emma, Emma Stone, y ¿tú como te llamas?
El chico solo soltó una risa.
—¡Que lindo nombre tienes! Bueno, yo me llamo Jorge, es mi tercer año en este lugar, por eso me pareció raro que no pude reconocerte, entonces ¿eres nueva en el pueblo?
—No, ya llevo dos años viviendo aquí —Emma soltó una sonrisa ante tanta atención—. Solo que estudiaba en casa.
Él también sonrió en respuesta, ambos charlaron sobre las ventajas y desventajas de estudiar en casa, sonriendo hasta que entro su profesor y ambos se vieron en la obligación de prestar atención.
Jorge acompaño a Emma a su próxima clase, luego se fue, extremadamente feliz, esta chica se le hacía muy conocida.
El resto del día paso normal, Emma fue constantemente observada por los chicos y como un objeto de risa por las chicas que se la pasaron buscándole defectos de todas las formas posibles, pero esto a Emma no le importaba.
Al volver a casa, sintió nuevamente que alguien la observaba, pero ella continuo su camino como si nada, en especial porque su papá la esperaba en casa y no quería llegar tarde.