Bennu sangre y traición (libro 2) Completo

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La quemadura en mi antebrazo y mano derecha, era insoportable el ardor que me provocaban, tanto que salté al agua que nos rodeaba, estaba casi congelada y eso era excelente, era justo lo que necesitaba para calmar el dolor. Observé mis heridas y me di cuenta de que le faltaban trozos de piel y hasta algunos músculos, se podía ver parte de mis huesos. Todo estaba peor que al principio, ahora mi mano derecha ya no sería la misma nunca más. Sé que estás pensando que soy dramática, pero imagina que tú estuvieras en mi situación, posiblemente ya te hubieras desmayado.

A lo lejos escuchaba a Coral, gritándole a Sebastian:

—¡Trae a Zero!, ¿no ves que la herida de Milena es muy grave?, puede perder hasta su brazo —–dijo desesperada.

“Mi hermana tan linda, hasta ahora se preocupa por mí, la verdad ya no me importa lo que pasará, todo culminó con la muerte de mi padre y mi rencor creciente hacia los gemelos, y todo lo que me vincula con Bennu” pensé, con mi corazón hecho un nudo.

—Saca a tu hermana del agua y la llevaremos al castillo para ver qué se puede hacer con las heridas, aunque no creo que se salve su brazo, o ella —–dijo Sebastian, indiferente ante la súplica de mi hermanita, lo último lo dijo casi en un murmullo.

—Yo puedo salir sola. No necesito ayuda de nadie —dije molesta.

—Milena, no seas testaruda, ya no tienes tus poderes —dijo Sebastian.

—Yo te ayudaré hermanita, además, tus heridas son muy graves —dijo, como si ella fuera la misma chica que conocí hace poco en estas mismas tierras.

—¿Por qué rayos me tienes que recordar mi debilidad? —le escupí la pregunta al bastardo.

El cobarde no respondió y con esto me di cuenta de algunas cosas, como si fuera una visión: “el asesinato de mi padre no es normal (bueno, ninguno lo es), ahora tengo que averiguar qué es lo que está pasando aquí, pero de lo que estoy verdaderamente segura, es que Sebastian tiene secretos. Y yo, Milena Phoenix, estoy dispuesta a averiguar cada uno de ellos, aunque muera en el intento. Nadie tomará posesión de la dimensión que ha pertenecido al linaje de mi familia, los Phoenix”. Hice un juramento para mí misma.

Coral desplegó sus alas de ángel, quedando cubierta con un vestido largo, color plateado, realzando su cabello rojo, largo y liso hasta la cintura, le había cambiado de color su cabello desde la última metamorfosis, Darsving hubiera dicho que una parte de mí se encendió en Coral, porque en el final de mi estancia en Bennu ella estaba cerca de mí, así que mi hermana podría ser la nueva reina.

Ver la transformación de mi hermana me hacía sufrir aún más, me recordaba mis momentos de gloria, cuando yo estaba unida a mi fénix, que ahora está muerta, al igual que mi padre y una parte de mí.

Coral vuela majestuosa, extrañaba tanto hacer lo mismo que ella. Me sujetó entre sus brazos, para sacarme del agua, me sentía inútil y sabía que ya no podría ser una buena gobernante, quizás mi hermana lo haría mucho mejor que yo, no quería ni pensarlo, ahora sentía como si yo formara parte de la nada, del limbo. Ya no sentía la felicidad que solía sentir antes de que llegara Sebastian a mi casa, en Nacteo.

Mi decisión en esos momentos fue guardar todas las lágrimas que me quedaban, que, a decir verdad, ya no eran tantas. Dejé fluir el dolor y la ira. En momentos como este extrañaba tanto a Darsving, mi fiel amigo, que siempre lograba hacerme sentir feliz por más deprimida que estuviera, siempre estaba a mi lado para hacerme reír y olvidar todo lo malo que me pasara. Los recuerdos pasaban por mi mente. Aún recuerdo el día que lo conocí y por fin logré sonreír, aunque fuera un poco.

Otro pensamiento me invade… “y es que lo único que quiero, es un abrazo de Dylan. Lo extraño y quiero sentir su cálido cuerpo junto al mío” pensé. Como un haz de luz que cruza en un cuarto oscuro, cuando abres la cortina, vino a mi mente una idea. “El causante de todo esto es Darsving.  Él mató a mi padre. Por lo tanto, debo de acabar con su vida. Ojo por ojo. Diente por diente. Y muerte por muerte” pensé.

Coral me dejó en el suelo de madera; frío y húmedo, como todo en este mundo. Mis manos temblaban constantemente, para después encenderlas con la furia de un fénix al que le habían matado a su aliado, eran tan rudas y salvajes las llamaradas, como nunca lo habían sido antes, ya no me dolía la herida y mi mano estaba completamente sanada.

Me acerqué a Sebastian, despacio. Decidida a terminar lo que había comenzado, como un pensamiento. 

“Acabaré con su vida, y, su hermano gemelo, si lo encuentro, tendrá el mismo final, y todo por haber matado a mi padre y ser los peores traidores de Bennu” pensé.

  —Tranquila, Milena, no vayas a cometer una locura —decía mi hermanita tratando de tranquilizarme. Aunque eso solo me hacía enojar más.

—¿Cómo podría hacerle algún daño a Sebastian? Si mi poder ya no es el mismo de antes —le dije sarcástica, sintiendo el fuego abrasador en mi interior, después respire hondo, con una sonrisa maquiavélica. Las llamas casi desaparecieron.

—Al parecer, solo tienes ese poder, intenta manipular el viento o el agua y verás que nada de eso funcionará como antes —me dijo tajante, con aire de superioridad.

—Querida hermanita, mi elemento siempre ha sido el fuego, ahora soy débil, pero estoy segura de que eso cambiará —dije sonriendo, dejándome llevar por esta bella sensación.

Alcé las manos y el fuego que se encontraba en el interior de mi ser estalló en mis manos. Ya nada era como antes. Detestaba esa frase. Por unos segundos, me vi en el reflejo del mar y encontré que mi cabello estaba negro con rojo, como cuando mi legado apenas era una chispa en mi interior y deseaba salir.

—¿Cómo sabes esa información de mí? —le cuestioné a Sebastian.

—Tu padre lo sabía y me lo contó antes de su desdichado final —su voz quería reflejar tristeza, pero yo podía notar su falsedad, sus trucos no funcionaban conmigo, aunque en Coral era otra historia.




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