Logan cayó al suelo, inerte. Sentía como si un gran amigo hubiera muerto, como si ya lo conociera de toda la vida. Quizás sentía eso porque era el único en la celda que estaba de parte mía, ahora solo quedará en mi recuerdo su expresión tranquila y el hilo fino de sangre corriendo por la comisura de sus labios hasta llegar al suelo. Su muerte había sido muy silenciosa, quizás no deseaba que yo lo viera sufrir para que saliera delante de este suplicio.
—Ahora es tu turno, pequeña, malcriada —dijo Sebastian, con una daga en sus manos —pero antes de comenzar, traigan a mi amada Coral y a los dos líderes de los traidores. Blass y Jared.
Se escuchaban gritos y gruñidos desde afuera de la celda; un escalofrío recorrió mi frío cuerpo, aún me encontraba recostada bajo mi costado derecho, viendo todo y escuchando con atención. “Desearía estar en Nacteo” pensé muy triste.
Esposaron de las muñecas a Jared y Blass, uno al lado del otro, en la pared, colgando del techo. La ropa de Jared estaba cubierta de sangre, cada mancha marcaba una de las heridas que le habían ocasionado con uñas o con los látigos y Blass estaba muy herido también; de cada herida brotaba sangre verde, era tanta que escurría hasta sus pies.
—Ellos no te hicieron nada, ¿por qué los estás torturando? —cuestioné mientras me sentaba en el suelo.
—Son tus amigos.
—Tú me quieres a mí, no a ellos —le dije desafiante.
—Exactamente y ¿qué planeas hacer para que deje a tus amigos en paz?
—Entregarme —dije con un hilo de voz.
—Milena, ¿en verdad estás dispuesta a dar tu vida por un humano cualquiera y una criatura extraña que no sabemos su procedencia? —dijo Coral, sorprendiéndome su no tan agradable argumento.
Podría haberle dicho tantas cosas a mi hermana en ese momento, pero no lo hice, las cosas ya andaban de por sí mal, y traer una nueva pelea en donde yo estoy completamente vulnerable no es una buena idea.
—Sí, estoy dispuesta, y no solo por ellos, por mis amigos de Bennu y cada bennuano que tenía una linda y agradable vida en esta dimensión —le dije con la respiración entrecortada.
Dos hombres gato se aproximaron a mí para sujetarme fuertemente de los brazos y así ponerme en pie de un jalón, después de eso me lanzaron a la pared donde estaban unos picos salidos de la roca que formaba la mazmorra, enterrándose en mi espalda y un par en mi nuca, me hice muy despacio hacia adelante cayendo al suelo de rodillas. Me tallé los ojos con la capa para limpiarme las lágrimas del dolor y el coraje que sentía, mordiéndome la lengua para no hablar y evitar que terminara con las vidas de Blass y Jared.
—Me lo vas a poner tan fácil, Milena —me dijo, mientras le asentía a Lobo ante una sugerencia inaudible. El hombre gato tomó a Coral de ambos brazos, llevándolos detrás de la espalda, estando en una posición algo incómoda para ella.
—¿Qué me estás haciendo, Lobo? —cuestionó Coral algo consternada por esa acción, pero siguió hablando: —querido dile que me suelte, por favor — terminó de decir con su voz muy suave.
—Coral, tú solo fuiste mi escalón para ser el rey, ya no te necesito, después de nuestra boda y ahora con el asesinato de las gemelas Phoenix, ¡EL TRONO ES SOLO MÍO! —gritó Sebastian mientras que se escuchaban lamentos de tortura en otras celdas lejanas a esta, era como si Bennu tampoco estuviera de acuerdo con lo que se había dicho.
—Bastardo —escuché gritar a Coral, la primera vez que decía algo ofensivo hacia Sebastian.
—Pensándolo bien, tu espíritu guerrero que aún escondes en las penumbras de tu mente y la sangre Phoenix, que corre por tus venas, es lo ideal para que los
bennuanos no se levanten en armas contra nosotros, hacerlos pensar que todo va bien como cuando vivía Naro —dijo la última parte haciendo una reverencia muy pronunciada y dándole su muy tradicional toque de sarcasmo.
—Eres la criatura más vil y cruel que jamás haya existido —le dijimos Coral y yo, me sentía tan triste y decepcionada. Estas sensaciones no eran mías, yo me sentía más furiosa que confundida, al parecer es esa conexión que se tiene entre gemelos.
—Vaya, hasta que encontré el lazo que une a las dos hermanas, y es el odio por mí. Una tiene la máxima suerte de estar a mi lado y sobrevivir a esta cruda realidad —dijo Sebastian muy entusiasmado.
Abrí la boca para hablar, pero se acercó a mí y me puso su dedo en mis labios diciendo: —¡Sh, sh, sh! Mejor guarda silencio, que estoy de buen humor, ya que tu hermanita se quedará conmigo, pase lo que pase, mientras que tú ya viajarás a otro mundo del cual no podrás regresar.
—Milena, no aceptes —dijo Blass.
—Tú eres más fuerte que yo, hermana —me dijo Coral —tú debes de ser la que ayude a Bennu.
—La decisión ya está tomada —susurré casi inaudiblemente, —pero primero déjalos salir de aquí a los tres, a Jared, Blass y Coral.
—Estoy de acuerdo, solo tu hermana se quedará un momento más.
—¡Quítenles las esposas y déjenlos escapar porque la cacería está por comenzar! El que los traiga vivos o muertos ganará una noche con la hermosa de Coral —dijo sonriendo cínicamente.
—Puerco —le dije mientras que le escupía a su cara.
Se aproxima todavía más a mí y me sujeta del cuello apretando fuertemente, dejándome sin aire para respirar, y el dolor pulsante que ya se había calmado en todo mi cuerpo volvió en mi espalda y nuca, ya que las piedras puntiagudas estaban de nuevo enterradas en mi piel. Tiré algunos puñetazos, pero era en vano. Mis energías estaban casi agotadas por completo, así que parecía como si le diera unos suaves golpecitos de aceptación.
“Esto no se puede quedar de esta manera” pensé.
—¿Qué pretendes con todo esto Sebastian? —dijo Coral.
—Ya se los he dicho, quiero ser el rey de Bennu y al parecer lo estoy logrando, solo me falta acomodar algunas piezas de mi plan y listo.