Suspiré y busqué un indicio de que alguien estuviera ahí. Me quedé observando durante largo rato parado en la acera de enfrente de la casa. Seguía justamente igual que la primera vez que la visité. Me quedé por unos minutos frente a la casa sin saber qué hacer, si avanzar, tocar la puerta y esperar a que alguien saliera o espiar (claro, está que espiar no era algo bueno, pero ya estoy muy entrenado en esto). La puerta se abrió y un hombre alto, blanco y delgado, salió de la casa. Tenía cierta similitud a Milena, aunque él no era su padre biológico. Según comentan en los nueve mundos que cuando una persona es muy amada por alguien y no tienen parentesco, estos comienzan a parecerse físicamente y muchas veces hasta psicológicamente, creo que es eso lo que pasó.
—Hola joven, ¿te puedo ayudar en algo? —me dijo Andrew.
—Hola, soy Ian, compañero de su hija Milena, escuché que había tenido un accidente y me gustaría saber cómo está —mentí.
—Mucho gusto Ian. Milena está en el hospital, hace un momento estaba algo inestable, pero ya está mucho mejor, ¿quieres ir a visitarla? —me dijo de forma muy amigable y siguió hablando—de hecho es para donde voy, solo vine por algo de ropa para ella y su hermana Coral —dice, levantando la bolsa de papel que llevaba en una de sus manos.
—Me encantaría ir, pero tengo algo de prisa. Por favor no le diga que vine a verle.
—Muy bien, no le diré nada, aunque no entiendo que tiene de malo que ella se entere de esto, ¿te gusta? —al escuchar esto me puse rojo y solo asentí con la cabeza.
—Me tengo que ir. Mucho gusto en conocerle —le dije mientras nos estrechábamos la mano.
—El gusto es mío. Y será un secreto entre los dos —dicho esto se fue rumbo al coche y me dejó solo en la acera.
Miré por última vez la casa, me giré y observé el bosque que estaba al cruzar la calle, caminé hacia él, sintiéndome mucho más tranquilo, ya que ella había sobrevivido a tal sacrificio, aunque temo que su ave fénix no tuvo el mismo final.
En el interior del bosque invoqué el portal para regresar a Nereo y encontrarme con Sally y Auri y así darles la buena noticia de que Milena no estaba muerta, ni su hermana gemela. El viaje fue muy corto, no sentí el tiempo pasar, me di cuenta de que no había visto al servidor del portal en varias ocasiones, quizás piensa que no es requerido y así lo es.
Al llegar a Nereo fui corriendo a la casa de Auri, entré en ella sin tocar la puerta y les conté lo que Andrew me había dicho, omitiendo la última parte, no quería lastimar a Auri diciendo que yo aún quería a Milena.
Los días pasaron, al fin pude relajarme. Siempre que recordaba que Milena estaba con vida sonreía sin poder evitarlo, pero al mismo tiempo me estaba dando cuenta de que otra persona muy especial me quería y yo estaba aprendiendo a sentir algo más por ella que una simple amistad. Era mi querida Auri. Quién lo iba a decir, yo, Darsving, el chico que le gusta a Emma, la hermanastra de la persona que amé y nunca me correspondió de la forma que yo deseaba.
Un día soleado salimos Auri y yo al bosque, no solía haber muchas mañanas así en Nereo y decidí aprovecharlo para ir de paseo con ella, invitarla a un tranquilo día de campo. También invité a Sally por educación, pero sinceramente no quería que fuera, solo deseaba pasar la tarde con Auri. Sally se negó a ir, ya que tenía “cosas” que hacer. La verdad no le creí, pero yo no insistí más, ya que también se vería mal que yo estuviera rogándole a una de las hermanas de mi chica para que saliese con nosotros.
Preparé una canasta con un montón de comida como la de Bennu y tomamos camino hacia el bosque más cercano. Buscamos un lugar agradable donde estuviéramos a solas y tuviéramos una linda vista, aunque a mí no me importaba esto último, ya que la presencia de Auri era más agradable que cualquier otra cosa en los nueve mundos, “en realidad me estoy enamorando” pensé.
Extendí la manta con un par de movimientos para que quedara perfecta en el suelo. Nos sentamos y me recargué en el árbol que estaba a nuestras espaldas, era tan grande y grueso, se parecía al celedon de Bennu, todo me recordaba mi mundo natal. “A veces quiero regresar” me dije.
Cerré mis ojos para pensar lo que quería decir, pero en realidad no sabía qué decir. Quizás era buen momento para guardar silencio y nada más. Y sin pensarlo una vez más abrí mi boca diciendo:
—Gracias por todo Auri. Has hecho que mi vida vuelva a tener sentido —dije respirando hondo y esperé una respuesta.
—No tienes nada que agradecer, lo hago de corazón —me responde con voz tenue.
—Gracias Auri. Mi querida Auri, la chica por la cual sonrío día a día desde que nos escapamos de la guerra —dije, ella estaba recargada en mi hombro mirándome de reojo.
La sujeté de la barbilla con extrema delicadeza y la fui acercando a mi rostro hasta que quedamos muy cerca uno del otro, con los labios a unos milímetros de estar juntos. Cuando al fin se tocaron fue una experiencia maravillosa, jamás la había vivido, ni siquiera cuando le robé el beso a Milena. Una explosión de sensaciones surgieron en mi estómago y sin mencionar en qué otras partes de mi cuerpo. Sentí esa conexión con la que me di cuenta de que ella era la persona que amaría por siempre, nunca había sentido esas sensaciones tan hermosas y únicas que me llevaban al paraíso para después traerme de vuelta a mi realidad.
—Hace más de tres semanas llegué a este lugar, y no me arrepiento de haberte acompañado y que me trajeras contigo. Quizás estuviera muerto —le continué diciendo al dejar de besarla.
Lo que sentía y los impulsos no me dejaban pensar y hacían que mis sentidos se desvanecieran, así que ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de que Sally estaba saliendo detrás de los arbustos más cercanos al árbol que nos daba la espalda.
—Emma. Darsving, —dijo —vengan, algo extraño está pasando en casa.