Bennu sangre y traición (libro 2) Completo

13

 

La serpiente marina negra estaba mordiendo a Amonio en el pescuezo, buscando asfixiarlo. Yo tenía que ayudarle, pero no sabía cómo podría hacerlo, lo estaba matando, ya tenía demasiadas llagas en su largo cuerpo y la sangre espesa estaba siendo derramada y manchando el agua del mar. Se escuchó un siseo muy grave y en un tono demasiado alto. Amonio había desaparecido. Ahora estaba por completo adentro de sus fauces con forma de círculo, lleno de picos muy pequeños que cuando la serpiente marina comenzó a tragar sin masticar crecieron en tamaño haciendo que se encajara en su garganta, ahogándola con su propia sangre y no dejando pasar el oxígeno que la dejaba vivir. Así estuvieron un muy buen rato hasta que la serpiente se sacudió violentamente y se tumbó encima del muelle con la lengua bípeda de fuera y chorreando sangre naranja, y un pequeño gatito malherido y lleno de sangre salió de las enormes fauces.

Jared esperaba que subieran, los únicos que habían logrado salvar de las garras frías de los seguidores de Sebastian era a los hermanastros de Milena; a Leo y Bayron Phoenix.

Sam y Athara venían en dos hojas del Olnarí para llevarse a los chicos, al llegar se subieron Blass con Sam y Leo, y Bayron con Athara, Auri y Sally iban con ellos algo lastimadas, pero no podía detener esto, necesitábamos a más elegidos, así que se fueron volando, dejándome para buscar a Ángel que estaba malherido. Al recordarlo corrí hacia el arbusto donde estaba Zero, uno de los elegidos, ayudando a sanarlo, pero no estaban solos, un grandulón de capucha negra y ojos amarillos estaba con ellos.

—Termina de una vez de sanarlo —dijo el hombre gato con odio y recelo.

—Ya voy Lobo, esto lleva tiempo —dijo Zero, mientras Ángel estaba desmayado por el exceso de dolor que le había provocado la pérdida de su brazo, la herida ya no se veía tan horrible como al principio, los nervios y tendones estaban rotos y desiguales, ahora la piel estaba recubriendo la zona donde antes estaba su brazo.

—Darsving ¿eres tú? —me preguntó Zero, haciendo un gesto de arrepentimiento.

Una serie de risas macabras salían de la boca de Lobo, mientras se lanzaba sobre mí e intentaba ahorcarme.

—Gracias por facilitarme el trabajo, Zero.

—Yo no quería hacerlo, lo siento —dijo mientras que le daba una patada en la cabeza a mi captor, pero este no se inmutó ni un poco, al contrario, sin mucho esfuerzo me enterró sus garras en las costillas y me giró haciéndome unas grandes heridas y perforándome de dolor hasta los huesos. Cada uno de mis músculos se encogieron y mis labios temblaban con las lágrimas a punto de brotar, me amarró las muñecas detrás de la espalda mientras otro hombre gato golpeaba a Zero en el estómago dejándolo inmovilizado para después atarlo de la misma manera en la que yo ya estaba capturado.

Ángel estaba tendido en el piso aún inconsciente por el dolor que aminoraba poco a poco, según la expresión que se leía en su cara y la curación que le había hecho el idiota de Zero. Otro encapuchado cargó a Ángel como si fuera un saco de papas y se lo puso en la espalda, mientras que a Zero y a mí nos llevaban empujando hacia la entrada del nivel cuatro, la escalinata más larga que Bennu pudiera poseer. Tenía al menos unos dos o tres días de viaje según el ritmo, por eso casi nadie la usaba, más que los bennuanos que no tenían el vehículo para volar, la hoja de Olnarí.

Los árboles se juntaban más a cada paso que dábamos, después de caminar por mucho tiempo y varios tropiezos que nos dimos por estar atados y amordazados con un trapo mal oliente y con sabor a suciedad que nos impedía respirar normalmente, llegamos al cruce de nivel.

Ángel ya había despertado, pero todavía se veía algo consternado por lo que le había pasado a su brazo, hacía un gesto de dolor de vez en cuando y una lágrima se le resbalaba de la mejilla, no podíamos hablar, pero yo sabía lo que pasaba dentro de él. Lloraba la pérdida de un miembro importante de su cuerpo y aún más lo atormentaba por qué no había funcionado su brazalete, me le quedé mirando durante un momento y preste mayor atención en su brazo derecho, el cual no llevaba el brazalete (nadie lo había notado anteriormente). Alguien se lo debió de haber hurtado a escondidas.

—Camina —gritaba Lobo al empujarme hacia un claro donde comenzaba él acenso al siguiente nivel.

No podíamos hablar por la mordaza.

—¿Cómo subiremos al castillo? —dijo uno de los seguidores que no reconocía.

—El hermano no deseado del rey lo sabrá —dijo el tercero.

—¡Quítale la mordaza, Bor! —le ordenó Lobo al que le había hablado y estaba sujetándome de los brazos para que no me moviera, todos eran iguales, ojos verdes y una borla de músculos.

—¡No les diré cómo! —exclamé al mismo momento en el que la amordaza había dejado de obstruirme la respiración.

—¿Estás seguro? —inquirió Lobo.

—Sí —dije tratando de no sonar inseguro.

—Sabes que podemos persuadirte para que lo hagas y no es de una manera agradable —dijo el que aún no tenía nombre para mí.

—Pueden hacerme lo que quieran, hasta matarme —dije seguro, pero recordando que el único que sabía cómo despertar a Milena era yo.

—No estamos hablando de torturarte a ti, sino a uno de tus dos amiguitos — rugió Lobo.

—No pueden hacerlo, lo que sea que quieran hacer háganlo conmigo y no con ellos.

—Será más divertido verte rogar por ellos que por tu vida —exclamó Lobo.

—Tu amigo sin brazo es el más vulnerable de los tres, creo que es con el que comenzaremos la tortura —dijo Bor que sonaba tan cruel como lo era Lobo.

—No lo toquen, ¿qué no ven que todavía está sufriendo la pérdida de su brazo?

Zero intentaba soltarse del seguidor sin nombre, pero claramente él era más fuerte que mi compañero. Le puso una bolsa en la cabeza para intentar sofocar a uno de los elegidos.

—¡No mates a ese! El rey Sebastian lo quiere con vida —gruñó Lobo.




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