▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁
〈〈 Mi mente grita que no recuerde, ¿entonces por qué quiero recordar? 〉〉
▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁
El agarre de mi mano sobre la barra de metal desaparece y mi cuerpo se estrella contra el suelo, dejando el sonido como lo único que puedo oír. A lo lejos escucho los gritos de las enfermeras y de algunos enfermos que toman rehabilitación a la par que yo. Me quedo sobre el suelo, y me dejan boca arriba mientras llaman al doctor.
Dejo mi mirada fija sobre la pared blanca, sin razón aparente. Mi cuerpo empieza a sudar, y me cuesta respirar. Quiero que esto pare, así que cierro los ojos, para buscar mi respiración. Pero un dolor se apodera de mi cabeza cuando lo hago, y tengo que cambiar mi postura a modo fetal mientras grito fuertemente.
⌘ ⌘ ⌘
Arrastro mi cuerpo entre lágrimas, dejando un rastro leve de sangre sobre el parqué. Cuando siento que mi cuerpo no puede más, me quedo boca arriba, abrazándome a mí misma. Sigo escuchando los gritos y las cosas cayendo, mientras siento que la sangre baja de mi vientre. Un segundo después, él está de pie a mi lado, riéndose de mí mientras vuelve a marcharse con sus amigos.
⌘ ⌘ ⌘
— ¡Kaia despierta, maldita sea!
Los gritos y zarandeos de Lea, junto a sus lágrimas, terminan de despertarme de la pesadilla. Me levanto de la cama sudando, y Lea me abraza para intentar calmarme. Empiezo a llorar, porque los sentimientos se sienten reales y temo porque vuelva. Aunque no recuerdo su rostro, está borroso.
Veo al doctor entrar a la habitación, el cual me mira preocupado.
—Tranquila, Kaia. Has recordado algo, y tu cuerpo ha reaccionado como lo hizo en aquel momento. ¿Qué has recordado?—pregunta, mirándome con un cuaderno.
—Lloraba y me estaba arrastrando por el suelo hasta que no pude más. Tenía sangre cayendo desde mi vientre, y él me vio. Se empezó a reír y salió con sus amigos, según lo que pensé en el momento...
Los puños de Lea están apretados y eso me confunde. El doctor asiente en mi dirección mientras lo apunta con minuciosidad.
—No quiero que te atormentes con eso, aunque será inevitable ya que es un recuerdo casi nítido de algún momento de tu vida. Por ahora, te quedarás descansando un par de días y luego volverás a rehabilitación.
—Gracias, doctor.
Me sonríe y sale de la habitación, dejándonos a Lea y a mí solas. Rápidamente levanto la bata del hospital, y veo una cicatriz que recorre de forma inclinada parte de mi vientre. Desde la cadera hasta casi el ombligo. Un escalofrío recorre por completo mi cuerpo, dejando a su paso mi piel de gallina. Todo por culpa de las caricias de Lea, que se han presentado sobre la cicatriz de la zona.
Siento que dejo de respirar mientras me quedo ensimismada observándola. Está concentrada en mi cicatriz, acariciándola continuamente. Parece que su enfado ha desaparecido, y está concentrada en calmarme de esa forma. No muevo ni un solo dedo, sólo la dejo hacerlo. En algún momento sus ojos se encuentran con los míos, y nos quedamos así.
Mirándonos fijamente mientras ella acaricia mi herida.