Bésame, ángel.

v. Lea

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  〈〈 Pronto acabará este sufrimiento, y rezo por poder escaparnos juntas, sin mirar atrás. 〉〉  

 

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Me despierto algo desorientada, después de un día lleno de descubrimientos. Escucho el silencio de la mañana, viendo que aún son las nueve y en breves traerán el desayuno. Por inercia, miro la cama de Kaia, y observo que se encuentra de pie al lado de ella. Una sonrisa cruza su rostro, y me levanto corriendo por protección. Intenta dar un paso sin apoyarse y se precipita al suelo pero la alcanzo antes.

Aunque está muy delgada, soy más baja que ella y no puedo subirla a su cama. Entonces recuerda algo, y cae al suelo mientras el grito ensordecedor que sale de su garganta pone mi piel de gallina. Empiezo a llamar a las enfermeras, las cuáles me ayudan a subirla a su cama justo cuando deja de gritar. Salen de la habitación para llamar al doctor, y me dedico a verla.

Su rostro está algo contraído, y su frente brilla por el sudor. Con rapidez me deshago del sudor con las sábanas de la cama, y vuelvo a tomar su mano como hice la vez anterior. Aprieto su mano con la mía, mientras digo en voz baja que pase pronto y vuelva rápido para que pueda ayudarla. Eso no tarda en llegar, y estoy con los brazos abiertos para recibirla.

Llora en mi hombro por unos minutos, hasta que el doctor llega a la habitación y empieza a observar a Kaia. Parece que está todo bien, salvo por sus pulsaciones y sus ojos. Siento el vacío en ellos, y temo porque haya recordado algo que la doliese demasiado. Aunque viendo lo visto, no creo que haya algo bueno que pueda recordar. Y yo que quería que recordase lo bonito, ignorando la mierda.

—Todo se encuentra en orden, Kaia, ¿qué recordaste esta vez?—le pregunta el médico, pero esta vez Kaia no contesta, está con la vista fija en el suelo—. Tienes que contarme, Kaia, no será buena idea si te lo guardas para ti sola...

—Doctor, si ella no quiere hablar no la obligue. Yo puedo evitar que se lo guarde para sí sola, no se preocupe—comento, sonriéndole levemente. Este suspira, dudando, pero termina cediendo.

—Está bien, pero quiero que ella me lo cuente, aunque sea en una semana.

Asiento a su petición, y nos quedamos solas unos minutos más tarde. Observo a Kaia, todavía metida en sus pensamientos, así que me subo en su cama y me pego a ella lo más que puedo. Dejo mi cuerpo caer, hasta que nuestras frentes chocan y mis manos están sobre las suyas a ambos lados de su cuerpo. Miro sus ojos, esperando que encuentren los míos, y cuando lo hacen mi corazón pega un vuelco.

—Mi padre me pegaba brutalmente. Alguien tenía un botiquín para curarme y entraba por mi ventana para ello. Mi madre murió hace un año—suelta, con una frialdad que me obliga a separarme de ella.

Sus ojos me miran con miedo, y antes de que sus lágrimas empiecen a caer, dejo un beso en su frente mientras la atraigo entre mis brazos para consolarla. Y mientras lo hago pienso en todo, en lo que ella sufre y no debería. Me siento molesta con él por hacerle esto, aunque dos personas están luchando por hacer justicia por Kaia. Tranquila, enana, todo acabará y podrás ser libre.



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En el texto hay: chicaxchica

Editado: 14.11.2018

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